CAPÍTULO 96: SIEMPRE HABIA SIDO SUYA.Giovanni deslizó sus labios por el cuello de Adeline, dejando un reguero de besos cálidos y húmedos que hicieron que su piel se erizara. Con movimientos lentos, comenzó a bajar los tirantes de su blusa, sus dedos rozando apenas la suave piel de sus hombros. Y cuando sus pechos quedaron expuestos, su mirada se clavó en ellos, en esos pezones rosados que se alzaban, rígidos y listos, como si lo estuvieran esperando. Un gruñido bajo escapó de su garganta, una mezcla de admiración y deseo puro.—Sei bellissima, Adeline (eres bellísima, Adeline) —susurró, su voz ronca, impregnada de pasión.Sin apartar los ojos de ella, bajó sus labios hasta uno de esos picos rosados y lo atrapó entre su boca. Su lengua trazó círculos ansiosos, jugando, explorando, devorando. Y Adeline dejó escapar un pequeño gemido y cerró los ojos, entregándose por completo al mar de sensaciones que él le estaba provocando. Sus manos buscaron el cabello oscuro de Giovanni, enredándos
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