CAPÍTULO 93: ANIMALES SALVAJES. Adeline lo acomodó como pudo en el asiento trasero del auto, su respiración aún agitada mientras lo miraba con preocupación y miedo. Ajustó su postura para que estuviera lo más cómodo posible y se inclinó hacia él. —¿Giovanni? —dijo en voz baja, nerviosa, mientras lo observaba con atención—. Por favor… responde… Pero él no respondía y la desesperación comenzó a tomar control de Adeline. Ella tragó más nerviosa que nunca y se inclinó acariciando su cabello con manos temblorosas. —Por favor… abre los ojos… —susurró—. ábrelos… Como si la hubiera escuchado, él abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces como si intentara enfocar su mirada. Cuando finalmente la reconoció, frunció el ceño al ver su expresión angustiada. —¿Qué pasó? —preguntó. —¿Cómo te sientes? —dijo Adeline, tratando de sonar firme. Giovanni intentó incorporarse, pero ella lo detuvo colocando una mano firme en su hombro. —No. Quédate acostado. —Su voz era autoritaria, sin esp
CAPÍTULO 94: NO TE CONTENGAS.―Giovanni… ―susurró Adeline, casi sin darse cuenta.Los dedos de Giovanni seguían acariciando su cintura, y su pulgar dibujaba círculos lentos en su piel, cada caricia más tentadora que la anterior. Él inclinó su cabeza, su rostro peligrosamente cerca del suyo, y Adeline sintió su aliento mezclarse con el de ella, cálido y provocador.―¿Qué pasa? ―preguntó él con voz baja―. ¿Ya no tienes miedo?Ella intentó hablar, pero su voz se quedó atrapada en su garganta. Su cuerpo respondía antes que su mente, y sin darse cuenta, sus manos se habían apoyado en el pecho de Giovanni, sintiendo el calor que emanaba de él, la firmeza de su cuerpo bajo la tela. Había algo primitivo en la forma en que él la miraba, algo que despertaba un deseo que sospechaba no podría controlar.―No es eso... ―murmuró finalmente―. Es que…―Yo, ¿qué? ―preguntó bajando la mirada hacia sus labios, inclinándose aún más, su nariz rozando apenas la suya.Ella abrió la boca para decir algo, pero
CAPÍTULO 95: LA SEGUNDA VEZ QUE ME DICES QUE ME AMAS.Giovanni no perdió más tiempo. En el momento en que Adeline le dio permiso, la besó con una pasión que había estado reteniendo. Sus labios capturaron los de ella con urgencia, moviéndose con hambre, y Adeline se entregó por completo. Sus manos subieron para perderse en el cabello revuelto de Giovanni, tirando de él con un gemido suave que escapó de su garganta.Él se presionó contra ella, dejándola sentir claramente lo duro que estaba. Sus manos, ya fuera de control, se colaron debajo de su blusa, acariciando su piel desnuda, subiendo lentamente por su abdomen, provocándole escalofríos. La cercanía, el deseo mutuo, la piel contra piel... todo era demasiado, pero nada era suficiente. Adeline abrió más sus labios para él, permitiéndole explorarla más profundamente, sus lenguas se encontraron en un baile que los envolvió a ambos en una ola de deseo.Giovanni soltó un gruñido bajo, mientras sus manos exploraban la suave piel de Adeline,
CAPÍTULO 96: SIEMPRE HABIA SIDO SUYA.Giovanni deslizó sus labios por el cuello de Adeline, dejando un reguero de besos cálidos y húmedos que hicieron que su piel se erizara. Con movimientos lentos, comenzó a bajar los tirantes de su blusa, sus dedos rozando apenas la suave piel de sus hombros. Y cuando sus pechos quedaron expuestos, su mirada se clavó en ellos, en esos pezones rosados que se alzaban, rígidos y listos, como si lo estuvieran esperando. Un gruñido bajo escapó de su garganta, una mezcla de admiración y deseo puro.—Sei bellissima, Adeline (eres bellísima, Adeline) —susurró, su voz ronca, impregnada de pasión.Sin apartar los ojos de ella, bajó sus labios hasta uno de esos picos rosados y lo atrapó entre su boca. Su lengua trazó círculos ansiosos, jugando, explorando, devorando. Y Adeline dejó escapar un pequeño gemido y cerró los ojos, entregándose por completo al mar de sensaciones que él le estaba provocando. Sus manos buscaron el cabello oscuro de Giovanni, enredándos
CAPÍTULO 97: SOLO EL PRINCIPIO.El sonido del agua llenaba el aire y Giovanni sostuvo a Adeline con cuidado en sus brazos. Ahora estaban en la bañera; él la había llevado allí después de haber hecho el amor frente a la chimenea. Con la espuma acariciando su piel y las gotas resbalando por sus cuerpos, Giovanni deslizaba las manos con devoción por el cuerpo de Adeline, limpiando cada rincón con una ternura que lo dejaba expuesto.—Gracias —murmuró suavemente, dándole un beso en el cuello—. Gracias por darme esta oportunidad, por dejarme amarte como mereces. Te prometo, Adeline, que dedicaré cada día de mi vida a hacerte feliz. Nunca te faltará mi amor, lo juro.Ella, con la cabeza recostada sobre su pecho, dejó escapar una risa suave y juguetona. Sus ojos chispeaban de malicia cuando levantó la mirada para encontrarse con los suyos.—Más te vale cumplir tu palabra, D'Angelo —le dijo con una sonrisa divertida—, porque si no lo haces, me aseguraré de que lo lamentes cada segundo. Y créem
CAPÍTULO 98: SOY TU TÍA.Adeline despertó lentamente, parpadeó, acostumbrándose a la luz de la mañana, y entonces notó que el lado de Giovanni en la cama estaba vacío. Miró a su alrededor, buscando algún rastro de él, pero no lo vio. Sin embargo, en lugar de sentirse decepcionada, una sonrisa se dibujó en sus labios. Su corazón seguía ligero, su mente tranquila. Las mariposas que Giovanni había despertado en su estómago la noche anterior todavía revoloteaban, y por primera vez en mucho tiempo, sintió esperanza.Se levantó, se aseó rápidamente y salió al pasillo, dispuesta a preparar el desayuno. Sin embargo, se detuvo en seco cuando escuchó las risas y la conversación que venía de la cocina. Con paso silencioso, se acercó a la puerta, espiando la escena.Giovanni llevaba un delantal torcido y harina en una mejilla, mientras Zoe y Gabriel se inclinaban sobre la mesa. Delante de ellos había un desastre de panqueques quemados y huevos revueltos con un aspecto dudoso.—Papi, esto parece co
CAPÍTULO 99: CONTRAGOLPE.En el prestigioso bufete de abogados, Dayana observaba al hombre frente a ella con una expresión lamentable.—Por favor, doctor Gil —suplicó con voz quebrada—, soy solo una madre que quiere a su hijo a su lado. No sé a quién más recurrir.Se levantó lentamente y se arrodilló frente al abogado, con los ojos llenos de lágrimas.—Tiene que ayudarme —imploró—. Necesito a alguien que luche por esta pobre madre. Sin usted, no tengo esperanza.El abogado tragó con dificultad al ver que su blusa apenas contenía sus pechos. Dayana rozó deliberadamente el brazo del abogado y comentó con una voz suave y tentadora:—Sería un gesto tan noble de su parte, algo por lo que estaría eternamente agradecida.El hombre se tensó visiblemente cuando ella se humedeció los labios.—Por favor, piénselo, ¿de acuerdo? Sé que usted... hará lo correcto.Se levantó y tomó su bolso de manera calculada para dejarle una vista de su figura. El abogado aflojó su corbata mientras la veía caminar
CAPÍTULO 100: SU VERDADERA CARA.Un jarrón de porcelana estalló contra la pared, a escasos centímetros de su rostro. El estruendo resonó en la sala, acompañado por el grito ahogado de Zoe, que se encogió de miedo detrás de su madre.—No te atrevas a hacerte la víctima —escupió Lucien—. Siete años, Adeline, ¡siete años cargando con tu peso! Estando a tu lado, criando a esa niña...Su dedo índice se alzó, apuntando a Zoe, que temblaba, aferrada a la falda de Adeline.—Y tú, ¿qué haces? —continuó él, con desprecio afilado—. Corres a los brazos del hombre que te lastimó. ¿Así es como pagas mi sacrificio?Adeline sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Intentó hablar, pero las palabras apenas lograban salir.—Nadie te obligó a estar a mi lado durante siete años —dijo, sorprendida por la dureza de sus propias palabras, pero más de las de Lucien—. Nadie te pidió que te quedaras.La expresión de Lucien se torció en furia. Dio un paso hacia ella, sus ojos ardiendo con enojo.—Eres u