CAPÍTULO 92: EL PRINCIPIO DE DÍAS FELICES.Lucien estaba en su consultorio, revisando algunos informes sobre nuevos tratamientos cuando la puerta se abrió de golpe. Un médico de mediana edad entró, con una carpeta bajo el brazo y una sonrisa despreocupada.—Doctor Stanton, ¿tiene un momento? —preguntó el hombre mientras se acercaba al escritorio.Lucien levantó la mirada, su expresión fría como siempre, y asintió levemente.—Claro, Dr. Ramos, ¿qué sucede?El hombre se dejó caer en la silla frente a él, colocando un grupo de papeles sobre el escritorio de manera descuidada.—Es sobre el área de oncología. Hay unos pacientes que han solicitado cambios en sus horarios de tratamiento, y quería que revisara las modificaciones antes de que las apruebe.Lucien tomó los papeles sin mucho interés al principio, hojeándolos con rapidez. Sin embargo, su mano se detuvo de golpe al leer un nombre que lo hizo tensarse: Giovanni D’Ángelo.Sus cejas se fruncieron ligeramente, y su mirada se quedó fija
CAPÍTULO 93: ANIMALES SALVAJES. Adeline lo acomodó como pudo en el asiento trasero del auto, su respiración aún agitada mientras lo miraba con preocupación y miedo. Ajustó su postura para que estuviera lo más cómodo posible y se inclinó hacia él. —¿Giovanni? —dijo en voz baja, nerviosa, mientras lo observaba con atención—. Por favor… responde… Pero él no respondía y la desesperación comenzó a tomar control de Adeline. Ella tragó más nerviosa que nunca y se inclinó acariciando su cabello con manos temblorosas. —Por favor… abre los ojos… —susurró—. ábrelos… Como si la hubiera escuchado, él abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces como si intentara enfocar su mirada. Cuando finalmente la reconoció, frunció el ceño al ver su expresión angustiada. —¿Qué pasó? —preguntó. —¿Cómo te sientes? —dijo Adeline, tratando de sonar firme. Giovanni intentó incorporarse, pero ella lo detuvo colocando una mano firme en su hombro. —No. Quédate acostado. —Su voz era autoritaria, sin esp
CAPÍTULO 94: NO TE CONTENGAS.―Giovanni… ―susurró Adeline, casi sin darse cuenta.Los dedos de Giovanni seguían acariciando su cintura, y su pulgar dibujaba círculos lentos en su piel, cada caricia más tentadora que la anterior. Él inclinó su cabeza, su rostro peligrosamente cerca del suyo, y Adeline sintió su aliento mezclarse con el de ella, cálido y provocador.―¿Qué pasa? ―preguntó él con voz baja―. ¿Ya no tienes miedo?Ella intentó hablar, pero su voz se quedó atrapada en su garganta. Su cuerpo respondía antes que su mente, y sin darse cuenta, sus manos se habían apoyado en el pecho de Giovanni, sintiendo el calor que emanaba de él, la firmeza de su cuerpo bajo la tela. Había algo primitivo en la forma en que él la miraba, algo que despertaba un deseo que sospechaba no podría controlar.―No es eso... ―murmuró finalmente―. Es que…―Yo, ¿qué? ―preguntó bajando la mirada hacia sus labios, inclinándose aún más, su nariz rozando apenas la suya.Ella abrió la boca para decir algo, pero
CAPÍTULO 95: LA SEGUNDA VEZ QUE ME DICES QUE ME AMAS.Giovanni no perdió más tiempo. En el momento en que Adeline le dio permiso, la besó con una pasión que había estado reteniendo. Sus labios capturaron los de ella con urgencia, moviéndose con hambre, y Adeline se entregó por completo. Sus manos subieron para perderse en el cabello revuelto de Giovanni, tirando de él con un gemido suave que escapó de su garganta.Él se presionó contra ella, dejándola sentir claramente lo duro que estaba. Sus manos, ya fuera de control, se colaron debajo de su blusa, acariciando su piel desnuda, subiendo lentamente por su abdomen, provocándole escalofríos. La cercanía, el deseo mutuo, la piel contra piel... todo era demasiado, pero nada era suficiente. Adeline abrió más sus labios para él, permitiéndole explorarla más profundamente, sus lenguas se encontraron en un baile que los envolvió a ambos en una ola de deseo.Giovanni soltó un gruñido bajo, mientras sus manos exploraban la suave piel de Adeline,
CAPÍTULO 1: ¡QUIERO QUE TE ACUESTES CON ÉL!—¡Quiero que te acuestes con él! —Barlow Winchester apretó con fuerza el brazo de su hija y le ordenó con voz dura como el hierro—. Si sabes lo que te conviene, Adeline, te meterás en la cama de Giovanni D'Angelo.Ella lo miró perpleja, sin poder creer lo que su propio padre le estaba pidiendo. ¿Cómo podía pedirle algo tan bajo? La confusión y el horror se reflejaron en sus ojos.—¿Cómo... cómo puedes pedirme algo así? ¡¿Por qué?! ¡¿Para qué?! —exclamó.Barlow esbozó una sonrisa fría y cruel. Sin soltarla, apretó todavía más su agarre, intensificando el dolor en su brazo.—Mis razones no te interesan, Adeline —dijo con desprecio—. Solo ten en cuenta que si no lo haces, tu amado abuelo... —Hizo una pausa y una mueca se formó en su rostro, como si disfrutara al ver la angustia de su hija—. Dejará de recibir atención médica. Y sabes lo que pasará, ¿verdad?El impacto de sus palabras fue como una bofetada. El abuelo de Adeline, el padre de su ma
CAPÍTULO 2: INFIERNO PERSONAL.Adeline Winchester abrió la puerta del coche y respiró hondo, tratando de reunir el valor necesario para entrar en la iglesia. Sabía lo que le esperaba: más rumores y más escarnio. Los murmullos sobre cómo había atrapado al soltero más codiciado de la ciudad ya circulaban, y más aún porque todos sabían que él estaba profundamente enamorado de otra: su hermana, Dayana.Respiró hondo y comenzó a caminar hacia el altar. El sacerdote la esperaba, pero Giovanni no estaba allí. Los murmullos comenzaron de inmediato, como cuchillos afilados en su piel.“Ahí va la cazafortunas...”“¿Cómo logró atraparlo? Todos saben que él ama a Dayana, no a ella.”“Pobre mujer... No sabe lo que le espera.”Los comentarios se mezclaban con miradas de desprecio. Adeline intentaba bloquearlos, pero no era fácil. Buscó a su padre entre los invitados, esperando al menos una mirada de apoyo. Pero Barlow se mantuvo indiferente, concentrado en todo menos en ella.Estaba a punto de lleg
CAPÍTULO 3: ES MI DERECHO. ACTUALIDAD… La puerta se abrió de golpe y sacó bruscamente a Adeline de su sueño. Se incorporó de inmediato, temblando y con el corazón acelerado. En la puerta, estaba Giovanni D’Ángelo, su esposo. Tenía la ropa desarreglada y olía a alcohol. —¿Estuviste… estuviste bebiendo? —preguntó, con voz entrecortada, la garganta seca por el miedo. Él esbozó una sonrisa ladeada, una que no mostraba más que burla. Dio un paso y cerró la puerta detrás de él. Adeline tragó saliva, su pecho subiendo y bajando rápidamente mientras intentaba controlar su respiración. Observó con nerviosismo cómo su esposo comenzaba a desvestirse, desabrochando lentamente los botones de su camisa. Había pasado un año desde que se casaron, pero la sensación de soledad y vacío no había hecho más que intensificarse. Desde el día de la boda, él la había tratado como si no existiera. No la miraba y apenas le dirigía la palabra. Para Giovanni, ella era como un objeto sin valor, una prese
CAPÍTULO 4: NO MERECES LLEVAR A MI HIJO.El corazón de Adeline se rompió en mil pedazos, sintió cómo algo se hundía dentro de ella, como si su pecho se vaciara de golpe. Y aunque quería apartarse, no podía moverse. Todo lo que había sentido, su amor, su entrega, se convirtieron en cenizas. Él la había reducido a nada, a solo un cuerpo. Y ese vacío, esa verdad, fue más de lo que pudo soportar.Giovanni terminó con un gruñido y se apartó con la misma indiferencia de siempre. Se levantó de la cama y se dirigió al baño sin siquiera mirarla. El sonido de la puerta al cerrarse resonó en la habitación, mezclándose con el ruido del agua de la ducha. Adeline permaneció tendida, temblando bajo la delgada sábana que apenas cubría su cuerpo. Sus manos, instintivamente, bajaron hasta su abdomen. Allí, se ocultaba su secreto, su esperanza… el bebé que llevaba dentro. Estaba embarazada.La noticia aún la tenía en shock. Giovanni solo la tocaba una vez al mes, y siempre la obligaba a tomar la pastill