Por más que el tiempo pasaba las heridas de Camila se sentían recientes, todos los días eran como el primer día, dolorosos, inconcebibles, todos los días las heridas sangraban, todos los días dolía demasiado que lo único que deseaba era la muerte, su razón de vivir estaba muerta, ¿Por qué ella debería seguir viviendo? Realmente ella pensaba que no tenía nada que le importara, la vida se había vuelto tediosa, aburrida, sin la risa de su madre, sin el amor de su madre, estar viva no valía nada. La casa que Marbella les había heredado era hermosa, demasiado grande y llena de recuerdos en cada esquina, las hermanas Barragán tenían que ignorar el lugar que siempre estaría vacío y que nadie se atrevía a ocuparlo, para siempre estaría vacío, esperando a su dueña que nunca regresaría. Cuando llego a la cocina encontró a su cuñado dándole de comer a su pequeño sobrino, trato de sonreír, pero sus labios apenas se movieron para hacer una mueca seca. —Buenos días cuñado. — Dijo, después se sen
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