En el teléfono, Gabriela sonó triste y enojada. Es una mezcla de emociones que nunca le había visto, a pesar de todos los años que habíamos pasado juntos.— ¿De qué quieres hablar exactamente? — , me preguntó, y yo respiré profundo.— De todo, de todo lo que tengas por decirme — . — A mí ya me dejaron por fuera del gran juego, ya no importa — , dijo ella. Yo no entendía aquellas palabras, pero *el gran juego* era como mi padre le había llamado al círculo bajo, y a convertirme en el cacique, supe que Gabriela tenía que ver con eso de alguna forma.— Voy para tu casa — , le dije, y ella negó. — Veámonos en la cafetería que está cerca, créeme, necesitamos estar en un lugar público, porque me odiarás. Tengo miedo de lo que puedas llegar a hacerme — . Yo no entendí sus palabras, ¿en serio la verdad que tenía que contarme podría herirme a tal punto que ese miedo era por su integridad?Yo nunca había sido un golpeador, jamás en mi vida había levantado mi mano contra ella ni contra ninguna
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