El comportamiento inusual de Luciana continuó durante la cena. Alejandro notó que solo comía lo que su abuelo le servía. Cuando se quedaba sin comida, simplemente comía pan.—¿Qué tanto miras? —Miguel, al notar cómo su nieto observaba a Luciana con el ceño fruncido, le habló con disgusto—. Ni siquiera sabes cuidar bien a tu esposa y a tu hijo.Alejandro levantó una ceja, prefiriendo ignorar el comentario.Más tarde, de regreso en la habitación, Alejandro fue directo al vestidor para cambiarse. Pero al entrar, vio a Luciana frente al espejo, con las manos sobre su vientre, acariciándolo suavemente. Aunque estaba por cumplir tres meses de embarazo, aún no se le notaba. Su vientre seguía tan plano como siempre.Pasó junto a ella, sin decir nada, hasta que escuchó su voz.—Ya casi son tres meses.Alejandro se detuvo en seco, confundido, y giró para mirarla.—¿Qué dijiste?Luciana no repitió la frase. En cambio, lo miró fijamente, con una calma casi extraña, y le dijo en voz baja:—Estaba p
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