Capítulo 119
—¿Qué te pasa? ¿Qué estás haciendo? —Luciana lo miró, desconcertada, todavía con la bolsa de hielo en la mejilla.

El rostro de Alejandro era como una máscara de dureza, su voz grave y rasposa, como un gruñido que parecía emerger desde lo más profundo de su pecho.

—¡No quiero que tomes dinero de otras personas! ¿Acaso no te di una tarjeta? ¿Te falta dinero?

—¿Qué? —Luciana no podía creer lo que oía. ¿Toda esa furia por eso?

Incluso su paciencia tenía un límite. Con su mano libre, lo empujó.

—¡Lárgate! No quiero verte. ¡Quiero dormir!

Pero Alejandro no se inmutó. Seguía firme, sin moverse un centímetro.

Luciana se enfureció. Sus ojos lo fulminaron.

Alejandro, sorprendido, vio algo en esa mirada: una vulnerabilidad oculta tras la furia. Fue entonces cuando notó la bolsa de hielo en su mejilla y recordó la bofetada que Clara le había dado más temprano. Le tomó la muñeca con firmeza.

—¿Te golpeó muy fuerte? Déjame ver.

Luciana se quedó atónita. Con ambas manos, lo empujó con todas sus fuerz
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