Capítulo 127
Cuanto más furia acumulaba en su interior, más sereno aparentaba estar por fuera. Soltó una risa sarcástica.

—Sergio, acelera.

—Sí —respondió Sergio, obedeciendo sin dudar.

El auto aceleró, pero Alejandro no apartaba la vista de la escena. Arturo subió a Luciana al auto, y la imagen golpeó su mente como un martillo.

¿Qué demonios pretendía ella? ¿Acaso le faltaba algo? Si necesitaba dinero, ¿por qué no se lo pedía a él? ¿No le importaba lo que llevaba en su vientre? ¡Claro! Se había olvidado de que ella había intentado deshacerse del bebé. Si no la hubiera detenido, ya lo habría hecho.

La rabia le carcomía. ¿Y ahora con Arturo? Solo imaginar lo que ese viejo podría hacerle a Luciana lo volvía loco.

En el asiento delantero, Sergio lo observaba de reojo, viendo las cambiantes expresiones en su rostro. Tras pensarlo, decidió hablar.

—Primo, creo que aquí hay algo que no encaja.

Alejandro sonrió con amargura, su tono cargado de sarcasmo.

—¿Ah, sí? ¿La defiendes? Entonces dime, ¿qué es lo r
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