Capítulo 120
En su mente, Alejandro ya había tomado una decisión. Se iría de Casa Guzmán esa misma noche. ¡No quería pasar ni un segundo más bajo el mismo techo que Luciana!

Pero era tarde, llovía fuerte y, además, tenía que desayunar con su abuelo por la mañana. Frustrado, sacó un cigarrillo, lo encendió y dio un par de caladas profundas antes de dirigirse a la habitación de invitados.

Por suerte, en Casa Guzmán siempre mantenían las habitaciones de invitados limpias y listas, porque esa noche Alejandro no sabía dónde más habría dormido. Se tiró en el sofá, y fue entonces cuando notó que aún llevaba la ropa húmeda por la lluvia. Todo por culpa de Luciana. Pero, claro, a ella no le importaba.

***

A la mañana siguiente, Felipe notó que la pareja había dormido en habitaciones separadas y se lo comentó a Miguel en cuanto lo vio.

Miguel solo asintió, tranquilo.

—Déjalos, que hagan lo que quieran. Si no se pelean cuando son jóvenes, ¿cuándo lo harán? ¿Cuando sean viejos?

Felipe soltó una carcajada.

—Es
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