—Señor, lamento toda esta serie de errores. No pensamos que…—No hables, Yslen. —su voz cortó la respiración de la mujer que se cubrió la cara con las manos, mientras la respiración entrecortada del hombre a través de la línea se volvía más lenta. Lo sabía. Cassian Kavanagh ya sabía que iba por él. Les tendió una trampa en la que sus hombres cayeron muy fácil, demostrando que sin un líder, sus cabezas no funcionaban.—Detén los viajes, —dijo después de su pausa. —Sí sabe que son cazadores, no le será difícil saber que no son los únicos y de donde salen. —Sólo han viajado veinte. —Menos tres, —mencionó con la mano sobre su cuello. La tensión lo estaba matando, necesitaba quitarla de alguna forma. —Usa cruceros que se conecten entre puertos y viajes privados. Será más tardado, pero no los van a detectar. —Frenaré eso ahora mismo. —si le pedía besar el piso lo haría, porque cometer un error así, de tenerlo cerca posiblemente la haría perder la cabeza. —Yslen—, la voz ronca la endere
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