—Señor, lamento toda esta serie de errores. No pensamos que…—No hables, Yslen. —su voz cortó la respiración de la mujer que se cubrió la cara con las manos, mientras la respiración entrecortada del hombre a través de la línea se volvía más lenta. Lo sabía. Cassian Kavanagh ya sabía que iba por él. Les tendió una trampa en la que sus hombres cayeron muy fácil, demostrando que sin un líder, sus cabezas no funcionaban.—Detén los viajes, —dijo después de su pausa. —Sí sabe que son cazadores, no le será difícil saber que no son los únicos y de donde salen. —Sólo han viajado veinte. —Menos tres, —mencionó con la mano sobre su cuello. La tensión lo estaba matando, necesitaba quitarla de alguna forma. —Usa cruceros que se conecten entre puertos y viajes privados. Será más tardado, pero no los van a detectar. —Frenaré eso ahora mismo. —si le pedía besar el piso lo haría, porque cometer un error así, de tenerlo cerca posiblemente la haría perder la cabeza. —Yslen—, la voz ronca la endere
—¿Haber matado cuenta cómo captura?—, atacó uno de los supervisores. —Lo siento, director Bishop, pero a mi manera de ver las cosas, eso me parece excesivo. —No es el tema a tratar ahora. —dijo Bishop pasando las hojas sin preocuparse por el método usado, sino por la particularidad que distinguía a los cazadores. —Lo es si lo que queremos es mantener a los criminales a raya. —insistió Talbot. Kael veía a todos con hastío. Sus ojos pasaban de un rostro a otro sin realmente enfocarse en ninguno. Los informes que recibieron era la razón principal de la molestia de Talbot, mientras la suya era haber tenido que usar un jodido traje formal. —¿De verdad estamos capturando a criminales o nos estamos convirtiendo en ellos? —Mientras hablaba el supervisor, no dejaba de observar al irlandés. —No estamos haciendo un cambio, nos comportamos cómo ellos o por lo menos uno de nosotros lo está haciendo. —Sí quiere decir algo de mi división es mejor que sea claro, supervisor Talbot—Denver se quitó
Las siguientes horas Lina permaneció con su hermano y su cuñada en la habitación, o fuera de ella, pero le gustaba ver una faceta totalmente nueva de su hermano mayor. Aunque al entrar Sara y Keyla para ver a Génesis a su habitación tuvo que salir para dejarlas disfrutar de sus hijos y nietos. —Te buscan. —señaló Avery hacia el hombre que salía del ascensor. Una sonrisa emanó de sus labios al ver al irlandés caminar sin impresionarse en absoluto por quiénes veía en el lugar. Sus ojos se movieron entre las personas del pasillo sin darles mayor importancia cuándo ella acortó la distancia.—Creí que seguías en una reunión. —Tengo ganas de cenar, —le quitó interés. Reconoció a los alemanes en el pasillo, cómo sabía que ellos lo habían reconocido. No estaba ahí por ellos. —¿Y quieres que esté contigo? —Más bien quise asegurarme de que no vuelvas a ver al descerebrado creyendo que no lo sé, —Lina movió la cabeza, llevándolo hacia el ascensor nuevamente. —No me digas que ese tipo es t
La llegada de los bebés Crown Blackwood reorganizó a todos en general, ya que a estar fuera de su lugar el líder, el segundo al más y el resto debía suplirlo. Reuniones en las que incluso Lina tuvo que apoyar, viajes que Mateo y Leonardo tomaron bajo su mando. No debía quedar nada fuera de control y por ello que las semanas se fueran fue casi un alivio. La tranquilidad formaba parte de su rutina diaria. Lina solo veía a Kael durante unas pocas horas, mientras él pasaba el día explorando cada oportunidad que encontraba. Los viajes se reorganizaron para Bora, y tres semanas después, cinco hombres llegaron a Nueva York. Se movieron de un distrito a otro, desde diferentes puntos, y las pesadillas se volvieron más frecuentes para el Mayor. En lugar de perder la cabeza por las pesadillas cuando llegaban las ausencias de Lina, Kael canalizaba su furia y frustración en mejorar su puntería. Cargadores vaciándose, tiros certeros, movimientos más veloces. Si su mente lo torturaba, él respondí
Kael envió un mensaje y a pocos minutos el capitán Hayes atravesó la puerta, para recibir una dirección, donde debía recoger lo que le entregarían para él. —Me haré cargo de eso ahora mismo—, le dijo el hombre que salió, dejando la puerta abierta para Bellucci con quién se encontró de frente. —No hay algo resaltable de ninguno de los reportes, jefe, excepto en la cafetería. —Kael se giró hacia el agente que daba las respuestas que también recibió—, los oficiales encontraron el cuerpo del dueño y dos empleados, amordazados y ejecutados, y un agujero que daba hacia el sistema de alcantarillado. Pero de ahí se pierde la pista de lo que creen que fueron ladrones. —¿Cómo abrieron un agujero sin que se dieran cuenta? ¿La ciudad es sorda acaso? —Al parecer usaron un tipo de herramienta de perforación silenciosa, porque no hubo reportes antes de ningún ruido—respondió el agente, con una mezcla de incredulidad. Kael frunció el ceño, procesando la información. —¿Y qué hay del si
Yslen se movía de un lado hacia otro con pasos lentos, sosteniendo el teléfono en la oreja, mientras su jefe se bebía de un trago el líquido amarillo en el vaso. Bora tuvo que volver dos días antes a Sintra por una situación muy especial. No podía permitir que un embarque de ese tipo fuera realizado por alguien más, ya que los errores no eran lo suyo. Se apoyó en el escritorio, mientras la camisa semi abierta dejaba su torso al descubierto, cruzaba los brazos a la espera de la respuesta que su asistente había recibido. —Cedar Rydle aceptará sólo si usted desposa a su hermana, señor, —dijo Yslen. Boris alzó ambas cejas soltando el aire por la boca—, él sabe que usted no ataca a la familia y quiere asegurar su familia de esa forma. —No sabía que Cedar tenía hermanas. En realidad nunca se había interesado en eso, por lo que le resultó interesante. —Tiene dos. Pero la mayor está casada con Wallace Ferro. —¿Quién es ese? —Uno de los dos gemelos hijos de Jakob Ferro, un americano
—Entraron al país hace tres meses, con tres días de diferencia entre ambos. —dijo Helena con los dedos moviéndose en el teclado. —El rubio es sueco. El pelinegro es español. Al menos es lo que arroja su pasaporte. —¿De donde viajaron? —Kael seguía moviéndose por el pasillo, mientras los agentes se veían entre ellos y se hacían a un lado, entendiendo la expresión del Mayor al no hacer alboroto. —Lisboa, —contestó Helena pegada al computador. —Revisa cada vuelo desde Lisboa en esa fechas. Busca el perfil de ellos. Hombres de 30 a 40 años, solteros, que miden entre 6 y 7 pies de altura y comparalo con visitantes a este edificio. Para encontrar a Handez tuvieron que monitorearlo. Helena se dispuso a hacer lo que su jefe demandó, mientras Denver tomaba el siguiente pasillo. —Bellucci aún no te escucho—, Kael apresuró el paso, tratando de no alertar a tantos o hacerlo de otra forma que no fuera a gritos. —Ellos tienen cuatro horas de haber entrado. Deme unos segundos más, Mayor. Las
Brease estaba aturdido y Walls luchaba por respirar, recibiendo otra carga del extintor que lo ahogó y lo dejó en el piso. Bellucci sentía su garganta cerrarse al inhalar el gas, pero aun así se levantó sosteniendo su cabeza. El arma le fue arrebatada con un puñetazo que lo lanzó sobre la mesa, donde escupió la sangre de su boca. Al sentirlo cerca, usó la figura de cerámica que le rompió el la cabeza, obligándolo a dar un traspié que usó a su favor para clavarle un rodillazo, aunque el cazador alcanzó a atrapar su extremidad, lanzándolo al suelo, donde le clavó la bota contra la garganta. “No debían morir tan rápido” la orden de Bora lo hizo soltarlo, pero Bellucci no podía respirar nuevamente y apenas enfocaba con tantos fragmentos en el aire. Escuchó dos disparos que lo hicieron girar para ver a Walls llevándose la mano al hombro, antes de recibir tres disparos, dos en el chaleco y uno cerca del hombro al apenas esquivar los dos primeros. Bellucci se retorció en el suelo, mientra