Mariana se había ido, dejando solos a Lucía y Pedro junto al río. Pedro, alto y apuesto se paró imponente frente a ella, protegiéndola del viento.Lucía quiso fumar, pero al buscar se dio cuenta de que llevaba puesto el vestido de gala. Al ver esto, Pedro se dirigió sin decir una palabra al Rolls-Royce estacionado muy cerca de allí y sacó una cajetilla y un encendedor. Tomó un cigarrillo, lo encendió y le dio un par de caladas.Lucía se sentía cada vez más irritada. Nunca imaginó que este hombre la seguiría hasta aquí. Él le había quitado su primera vez, ella le había clavado con rabia un cuchillo en el pecho. Aunque no murió, estaban a mano. Entonces, ¿por qué había venido de nuevo? ¿Cuáles eran sus intenciones?En ese momento, Pedro le ofreció el cigarrillo encendido.—¿No querías fumar?Lucía no se hizo de rogar y abrió la boca. Pedro, resistiéndose a su impulso de besarla, le puso el cigarrillo entre los labios.Lucía se apoyó casualmente contra la barandilla del río. Sus curvas er
Leer más