Mientras descansaba en los brazos de Alessandro, el agotamiento se desvanecía lentamente. Ambos estábamos desnudos, con mi cuerpo recostado en su hombro y su mano acariciando mi espalda desnuda, en una caricia que me brindaba un extraño consuelo. —Alex, no me dijiste cómo te fue hoy en el trabajo—le pregunté suavemente, disfrutando de la intimidad del momento. —Muy bien, hermosa—respondió, su tono tranquilo—. Brandon ha regresado a la ciudad. El simple hecho de mencionar a Brandon trajo una sonrisa a mi rostro. Lo recordaba bien, el mejor amigo de Alex, un mujeriego incorregible, tan encantador y guapo como Alex, aunque a su manera. —Me acuerdo de Brandon, tu mejor amigo y un mujeriego incorregible como tú. ¿Seguirá tan guapo como antes? —le dije con una sonrisa juguetona, solo para verlo reaccionar. —No te atrevas, Esme, tú eres solo mía. —respondió él, su voz cargada de posesividad. No podía evitar sonreír ante su reacción. En el último mes, Alessandro solo había tenido
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