Me encontraba durmiendo tranquilamente, arropada en mi pijama, cuando sentí algo húmedo en mis labios. Una sensación extraña me hizo despertar, y al abrir los ojos, me di cuenta de que Matt estaba encima mío, su rostro demasiado cerca, sus labios rozando los míos. El miedo y la repulsión me invadieron de inmediato. Lo empujé con fuerza, mi corazón latiendo desbocado. —¡Matt, suéltame! —grité, con la voz temblorosa y llena de pánico. Él se detuvo, sorprendido por mi reacción, pero su expresión rápidamente se transformó en una mezcla de deseo y obstinación. —Lo siento, hermosa, pero no puedo resistirme más —dijo con voz ronca, acercándose de nuevo—. Lo que más deseo es hacerte mía. Sentí que el pánico se apoderaba de mí, y sin pensarlo, lo empujé con todas mis fuerzas, logrando que se apartara. Mi respiración era agitada, y el temor mezclado con asco se reflejaba en mis ojos. —Matt, no —dije con firmeza, retrocediendo hacia el borde de la cama, mi voz temblorosa pero decidi
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