Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri
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