La venganza de un romance fallido
La venganza de un romance fallido
Por: Nueto
Capítulo 1
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?

Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.

Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.

Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante.

¡No tenía escapatoria!

Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.

Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.

No sabía qué era lo que pasaba afuera, pero el barco chocó con violencia cayó al suelo, tras lo cual oyó disparos y gritos de dolor, antes de que, finalmente, todo quedara sumido en un absoluto silencio.

De pronto, la puerta se abrió de golpe y se oyeron el sonido de pesadas botas entrando lentamente.

Amanda se encogió de miedo, consciente de lo que le esperaba. Pronto se convertiría en una perra en celo, sin razón alguna, rogándole a cualquier hombre que la tomara.

No podía hacerlo... No podía traicionar a Lucas Cardenal.

En ese preciso momento, alguien le arrancó la cinta de su boca y finalmente pudo hablar.

—No... no me toques, o.… o Lucas no te dejará en paz. Soy la esposa de Lucas... Él está cerca, vendrá por mí y me sacará de aquí.

—Lucas no vendrá —respondió con una voz ronca y grave, muy diferente a la de los otros secuestradores. Por lo que ella pensó que quizás se trataba de su líder.

—No, él vendrá. No me dejará sola.

Lucas había sido secuestrado y Amanda había estado llevando el rescate ella sola para salvarlo, tras lo cual los secuestradores prometieron liberarlo si ella se quedaba.

En definitiva, estaba arriesgando así su vida por el hombre que amaba. Lucas le dijo que esperara, que él llevaría a alguien para rescatarla.

Incluso le había advertido a los secuestradores que, si la llegaban a tocar, se enfrentarían a toda la familia Cardenal, algo peor que la mismísima muerte. Por eso, Amanda estaba segura de que él volvería por ella.

El líder de los secuestradores no dijo nada y se limitó a reproducir una grabación.

—Lucas, admito que perdí. Nunca pensé que Amanda se cambiaría por ti. Aquí tienes el millón, te lo transferiré.

—Todo el mundo sabe que Amanda es la perrita de Lucas. Ella Haría cualquier cosa por él. Es verdad que secuestraron a Lucas, pero nadie se atrevió a tocar ese tema.

—Bien, hoy es el cumpleaños de Viviana Sevilla, no hablemos más de él.

Indudablemente, esa era la voz de Lucas. A Amanda siempre le había parecido encantadora y llena de ternura, pero ahora sonaba más dulce que nunca.

—Sí, hoy es el cumpleaños de Viviana. Lucas ha reservado todo el club para celebrarlo. ¡Qué romántico!

—Lucas, ¿realmente no vas a rescatar a la señorita Melero?

—Hoy es tu cumpleaños. No hay tiempo. Mi reina, pide un deseo, lo que sea y lo cumpliré.

—Quiero estar contigo para siempre.

Lucas pareció dudar por un momento y luego dijo con un profundo cariño:

—Claro , eso es lo que yo también deseo.

Amanda sintió cómo su cuerpo ardía por la droga, pero su ánimo se enfrió. Sin embargo, pronto recuperó la esperanza, pensando que tal vez la grabación era falsa, una artimaña de los secuestradores para desmoralizarla.

—Es falso, tiene que ser falso...

—Qué ingenua eres —dijo el líder con una voz muy helada, sujetándole el mentón.

Cuando el hombre se acercó, Amanda se puso algo nerviosa. Sentía un gran vacío interior y, una necesidad instintiva.

—¿Sabes qué droga te dieron? Si no tienes a un hombre, morirás.

—Si tengo que morir, moriré. Pero por nada del mundo traicionaré a Lucas.

—Si realmente te quiere, no dejaría que murieras, aunque ya no seas pura. Si no te quiere, morir por él sería en vano. Solo necesitas atenderme a mí, y te dejaré ir —repuso el líder—. Nadie más que yo te tocará. Piénsalo bien.

El hombre apartó la mano de su mentón y la deslizó suavemente por su ropa desgarrada. Amanda estaba a punto de rendirse, no tenía fuerzas para resistirse, sintiendo cómo la lucidez desaparecía de ella. No sabía si quería seguir viviendo y si siquiera podía luchar contra los efectos de la droga que le habían dado.

La cuerda se soltó y el hombre la sostuvo de inmediato, colocando las piernas de Amanda alrededor de su cintura y sujetándola con una mano.

—¡Mmm...!

Una invasión muy poderosa rompió su última defensa.

—¿Primera vez? ¿No eras la mujer de Lucas? —preguntó el hombre, realmente sorprendido.

El dolor la hizo recuperar algo de claridad, y, al escuchar sus palabras, sintió gran vergüenza.

Había entregado su primera vez al jefe de los secuestradores para lograr sobrevivir. Incluso, si Lucas la perdonaba, no tendría el valor suficiente de quedarse a su lado.

Pensando en eso, no pudo evitar llorar, tras lo cual el hombre se inclinó y besó sus lágrimas.

—Relájate un poco, o te dolerá aún más.

A pesar de todo, Amanda odiaba al secuestrador, odiaba que la hubiera secuestrado, que la estuviera violando, y que intentara destruir su relación con Lucas. Si lograba salir de ahí, lo haría arrestar por la policía.

Llena de rabia, Amanda mordió su hombro con gran fuerza. Saboreó la sangre y él gruñó de dolor, por lo que Amanda cerró los ojos con fuerza, esperando el golpe que nunca llegó.

Él simplemente la tomó con más fuerza. Aunque no podía verlo, podía sentir que era alto y fuerte, y sus músculos estaban tensos por el esfuerzo.

Por un momento, había pensado en que todo aquello terminaría pronto, pero esta noche parecía ser interminable. El hombre la violó, una y otra vez, al punto en el que Amanda no sabía quién de los dos, si ella o él, quien estaba bajo el control de la droga.

Finalmente, un poco exhausta, se quedó dormida y en sus sueños revivió los momentos que casi la habían destruido.

Despertó después de un rato, todavía en el barco, viendo que se encontraba sola en la habitación. Estaba desnuda, pero sus heridas habían sido vendadas y había ropa limpia y de su talla junto a la cama.

Apresurada, salió del camarote, sin ver a nadie más a bordo, como si estuviera en un barco fantasma.

Quería convencerse de que todo había sido una pesadilla, pero las marcas en su cuerpo y el dolor agudo entre sus piernas eran un cruel recordatorio de su cruda realidad.

Cuando bajó del barco y tomó un taxi, sin saber muy bien a dónde ir, hasta que, de pronto, un lugar emergió en su mente.

—Llévame al club Viena.
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