La azafata habló con cortesía.Amanda miró la puerta del avión, que acababa de abrirse de nuevo, y el miedo se apoderó de ella.No podía bajar.Tomar otro vuelo incrementaba las posibilidades de que Jorge la encontrará. Si permanecía en Ciudad Sol, Jorge la encontraría.—Mi pasaporte no tiene ningún problema. ¿No podría resolverlo una vez que llegue al destino? Podría cooperar con la embajada.—Lo siento mucho, señora. Si no baja del avión, no podremos despegar, y eso retrasará el viaje de los demás pasajeros.Al escuchar esto, las personas alrededor comenzaron a murmurar.Amanda miró a su alrededor, encontrándose con miradas de reproche por todas partes.No tuvo más opción que bajar del avión, viendo cómo su oportunidad de escapar despegaba sin ella.Pero se calmó rápidamente; sabía que quedarse quieta no era una opción. Tenía que salir del aeropuerto lo antes posible.Caminó con rapidez hacia la salida, pero pronto notó a varios guardias de seguridad vestidos de negro. Bajó la cabeza
Su voz y respiración eran arrítmicas. Amanda llegó a pensar que él quería poseerla ahí mismo, sin dejar nada de ella. Matándola para siempre.Después de todo, ya sabía toda la verdad, y Jorge no tenía razones para seguir ocultándose detrás de apariencias. Él ya había aceptado todo lo que había hecho ¿qué más daba repetirlo?—No… no voy a escapar.Lo dijo solo para calmar la situación. No era más que una mentira temporal; lo intentaría de nuevo la próxima vez.No podía permitir que Jorge fuera a prisión, pero tampoco podía compartir un techo con alguien que la había violentado.¿Si toleraba eso, ¿dónde quedaban su dignidad y sus principios? ¿Dónde quedaba su seguridad?Había intentado convencerse de que, dada la situación extrema en la que se encontraba, siendo drogada, era mejor haber caído en manos de Jorge que en las de alguien más.Entenderlo era una cosa; perdonarlo, jamás. Él se había aprovechado de ella. Y lo intentaba de nuevo. Ella era la víctima en todo ese asunto.—¿Tienes a
Si no fuera por Amanda, Jorge nuca hubiera perdido la cabeza. Ella era la única que podía repararlo.Si pudiera, preferiría no mostrar nunca su verdadera naturaleza. Estaría dispuesto a fingir para siempre, mientras ella fuera feliz, a su lado.Todo lo que hizo fue intencional, una actuación calculada.Pero su amor por ella era genuino.Sabía que había cometido un error imperdonable, que merecía el desprecio. No tenía derecho a exigir su perdón, pero tampoco podía convencer a su propio corazón de dejarla ir. Aunque ambos estaban sufriendo, Jorge se negaba a dejarla libre, no podía aceptar un futuro sin ella en él.Si la dejaba ahora, nunca volvería a tener la oportunidad de estar con ella.Amanda no era una simple cometa atada a un hilo; era como un ave libre. Si la dejaba volar, nunca volvería. Pero el hilo ya había dado tantas vueltas y caído la cometa tantas veces que parecía factible volver a empezar.—Para ti… toma todo como si fuera falso. —dijo Jorge con voz baja.—No voy a rest
En el momento en que Amanda más quería vengarse de Lucas, Jorge aceptó casarse con ella.Por eso cuando se arriesgó para atraer a William y obligarlo a actuar, él prometió protegerla. Y cuando Carla estuvo en peligro, ella enfrentó la situación sola, no tuvo miedo, porque sabía que Jorge llegaría a ayudarla. Él había prometido defenderla y priorizarla en todos los casos, y ahora le proponía su método de entrega definitiva. Fue Jorge quien le había enseñado a disparar, y quien le había dado la suficiente confianza para enfrentarse a Viviana.En aquella magnífica boda, mientras todos miraban a los recién casados besándose, Jorge en secreto, le robó un beso a Amanda.¿Cómo podía haber sido tan ingenua para no notar las señales?Todo lo que Jorge hacía era tan obvio, pero ella siempre asumió que era simplemente por responsabilidad, porque ella era su esposa, nada más.Había sospechado de Catalina, de todos los demás, menos de sí misma.Antes de saber la verdad, Jorge era, en su mente, per
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante. ¡No tenía escapatoria!Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.No sabía qué era lo q
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas. Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto». —Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?—Verdad.—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.—¡Uy, uy…!Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana. —Viv
Jorge extendió las manos lentamente hacia ella; sus dedos eran delgados y sus palmas eran cálidas y anchas.Al escuchar esa voz tan familiar, Amanda se quedó inmóvil, como si una cuerda invisible la hubiera atado.En ese momento, el pandillero borracho se acercó rápidamente, diciendo groserías: —Oye , te estoy hablando. ¿Por qué me ignoras? Ven aquí, parece que me necesitas… Sin embargo, antes de que terminara, Jorge, sin pronunciar palabra ni una sola palabra, usó el pequeño paraguas para someterlo fácilmente, antes de llamar a la policía, la cual acudió de inmediato. —Este hombre está acosando a una mujer y podría ser un reincidente. Llévenselo y denle una buena lección —dijo Jorge con firmeza.—Entendido, nos encargaremos de ello —respondió el policía, de manera respetuosa, antes de llevarse al borracho.Amanda debería haber aprovechado esta oportunidad para huir, pero, después de todo lo que había sucedido, se encontraba exhausta.—¿Necesitas que te lleve a casa? —La voz de Jorg
Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri