Capítulo 2
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.

Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas.

Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto».

—Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?

—Verdad.

—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?

—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.

—¡Uy, uy…!

Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.

El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana.

—Vivian perdió, entonces, ¿verdad o reto?

—Reto —respondió la mujer, con voz suave y coqueta.

—Entonces tienes que besar a uno de los hombres que se encuentran aquí, por más de tres minutos.

—No, esto no puedo hacerlo… —repuso la mujer, extremadamente avergonzada.

—Si no cumples el reto, tendrás que tomar tres chupitos como castigo.

—Lucas… —dijo ella, mirando a Lucas fijamente.

—Pues… entonces cumplamos el reto —respondió él, tras lo cual se oyeron las voces alegres y gritos de celebración.

Realmente, parecía que se estuvieran besando con gran pasión.

En ese momento, Amanda debería haber entrado como una tigresa furiosa, jalando a la otra mujer por el cabello, arañando su cara con las uñas y abofeteándolos con fuerza. Incluso tendría que haberla arrastrado hacia afuera, arrancando su ropa y hacer que todos vieran a esa miserable zorra.

Sin embargo, eligió escapar, temiendo que, si entraba, los tres años que se había dedicado sinceramente a Lucas, se convirtiera en una completa broma.

Pero al girarse, inesperadamente, chocó con alguien.

—Lo siento.

—¿También viniste a la fiesta de cumpleaños? ¿Por qué no entras? —preguntó una voz profunda y sexy.

Amanda levantó la cabeza sorprendida, al reconocer aquella voz, la cual nunca olvidaría. Se trataba del líder de la banda que la había secuestrado.

Al alzar la vista, se encontró con un rostro desconocido, tenía los ojos brillantes, y unas facciones sumamente guapas . Llevaba un delicado abrigo negro y su mirada era distante, evidenciando que era la primera vez que se veían.

Amanda reprimió su nerviosismo, pensando que eso no era posible. Después de todo, una persona podía compartir el tono y el timbre de voz, aquello no era nada raro.

—No. No voy a entrar —respondió Amanda, cuando el hombre se adelantó y abrió la puerta.

Amanda se puso nerviosa, y, sin tiempo para reaccionar, quedó expuesta a la vista de todos.

Sus pupilas se contrajeron y su mirada se fijó en los dos que se besaban apasionadamente.

Viviana, al darse cuenta de que alguien había llegado, intentó separarse, pero Lucas la sujetó por la cintura con más fuerza, sin dejarla escapar.

Se besaron por tres minutos, ni un segundo más ni un segundo menos, y, cuando se separaron, las mejillas de Viviana estaban sonrojadas por la vergüenza.

Amanda sintió que no podía respirar, no sabía si era por el beso o… porque Viviana se parecía demasiado a ella.

O, más bien, ella se parecía a Viviana.

De pronto se dio cuenta de que la redención de hace tres años no había sido un simple un accidente, Lucas siempre había notado el parecido.

—¿Qué haces aquí?

Cuando Lucas la vio, su expresión se oscureció al instante. Ella no había sido invitada, y él no quería verla.

Viviana también se puso muy pálida mientras decía:

—Hola, Amanda… esto no es lo que parece. Yo… me iré enseguida.

Intentó levantarse, pero Lucas la detuvo.

—Lucas… por favor, necesitamos hablar con Amanda.

—Entonces hablemos con ella ahora.

Lucas se levantó muy altivo, protegiéndola detrás de él, y dijo:

—Viviana es a quien siempre he querido, pero mi familia se opuso y la mandó al extranjero. Estuve contigo porque te pareces demasiado a ella. Sin embargo, ahora que Viviana ha vuelto a mi lado, ya no te necesito. —Sus palabras eran frías como un témpano de hielo—. Si no tienes nada que decir, vete. Solo estás asustando a Viviana. Además, no eres bien recibida.

Viviana se apartó de Lucas y se acercó a Amanda, temerosa, agarrándole las manos con fuerza.

—Amanda, lo siento mucho. Pero no puedo vivir sin Lucas. Todo es culpa mía, puedes golpearme, insultarme, todo lo que quieras. Solo te pido que nos dejes estar juntos, estoy dispuesta a hacer todo lo que desees.

Al escuchar esto, Amanda sintió un profundo disgusto . Ni siquiera la violación que había sufrido la había hecho sentir tan asqueada.

Sin pensarlo dos veces, empujó con fuerza a Viviana, quien gritó y cayó al suelo.

Amanda se sorprendió, ya que no había puesto tanta fuerza, dado que se encontraba bastante débil.

Estaba claro que Viviana se había caído con toda la intención. Sin embargo, Lucas la abrazó con ternura y miró a Amanda, con furia.

—Ya no te necesito y, además, nunca te prometí nada. En estos tres años, no te ha faltado dinero, te pagué más de lo normal, así que no exijas más.

—¿Más de lo normal? Lucas, ¿me consideras una prostituta?

—¿Acaso no lo eres? No olvides que fuiste tú quien se desnudó y me pidió que te tocara.

Sus palabras causaron risas entre los presentes, y varios hombres miraron a Amanda con ojos lujuriosos.

Amanda se quedó casi paralizada por la vergüenza, al ver que Lucas había revelado algo tan íntimo con el único objetivo de defender a Viviana.

—Recoge tus cosas y vete de inmediato, sal cuanto antes de la mansión.

Amanda abrió la boca, queriendo decir algo, pero no fue capaz. Las miradas de burla y de desprecio de todos los presentes la asfixiaban, por lo que, sin decir nada, se marchó, tambaleándose, sin dejar de escuchar las voces detrás de ella.

—Jorge, ¿por qué esa mujer está aquí?

—No la conozco, la encontré en la entrada, pensé que era una invitada tuya.

—Llegaste tarde, Jorge. Ven, tienes que tomar tres chupitos.

—Ay, no puedo beber tanto, tengo que conducir.

Amanda salió del club y en el mismo instante en el que empezó a llover. La lluvia de verano siempre llega de repente, con fuerza y sin previo aviso; por lo que estaba totalmente empapada, temblando de pies a cabeza, sin saber qué le dolía más: si su cuerpo o su corazón.

No sabía cuánto tiempo había estado caminando en la oscuridad cuando escuchó un silbido detrás de ella. Rápidamente, se volteó y vio un hombre que parecía parte de una pandilla, por lo que aceleró el paso. Sin embargo, él la seguía.

—Te estoy hablando, ¿eres sorda? —dijo el hombre—. Si sigues caminando, te mataré. —Su tono era amenazante y estaba claro que había bebido.

Amanda, sumamente asustada, sacó su celular a toda velocidad y llamó a Lucas. Después de todo, en momentos críticos como aquel, él era en el primero que pensaba.

Sin embargo, él tardó en tomar la llamada.

—Lucas… un tipo me está siguiendo, tengo mucho miedo… —dijo, en cuanto se estableció la conexión.

—Llama a la policía, ¿por qué me llamas a mí?

Había mucho ruido en su línea, y Amanda podía oír el murmullo de demasiada gente.

—Lucas, ven a comer el primer pedazo de pastel.

—Voy enseguida —repuso él, cambiando el tono de inmediato y, un segundo después, cortó la llamada.

Amanda se quedó inmóvil, olvidándose por completo al pandillero, quien se acercaba cada vez más.

Cuando Amanda volvió en sí, ya era demasiado tarde.

Estaba a punto de recoger una roca del suelo para defenderse, cuando un auto llegó a toda velocidad, deteniéndose junto a ella, casi golpeando al pandillero. A continuación, la puerta se abrió de inmediato y un hombre, con un paraguas, salió apresurado y se acercó a ella.

—Aún no me presenté, soy Jorge. Jorge Toledano.
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