Tony, que estaba al lado, observaba la escena y sintió un escalofrío, incapaz de evitar inhalar profundamente. ¿Jorge lo iba a matar?Jorge, mirando desde arriba a William, sacó una servilleta, limpió su camisa a la cual le había caído un poco de sangre con calma y luego la arrojó al rostro de William.—Tony, llévalo a la Oficina Anti Contrabando. Dile al director que estoy dispuesto a colaborar con ellos.Tony asintió de inmediato.Siempre había sido quien ayudaba a Jorge a manejar los asuntos del grupo y conocía muchos detalles sobre su tiempo como infiltrado.Sin que Jorge se lo dijera directamente, logró entender algo más: habían herido a su cuñada, y Jorge estaba decidido a acabar con todos los responsables del barco aquella noche. No dejaría a ninguno con vida.Ahora, los fugitivos restantes eran Santiago y el asesino K.Cuando Tony terminó el encargo y regresó, vio que Jorge estaba empacando cosas para salir, posiblemente en dirección al hospital. Últimamente pasaba más tiempo a
Amanda habló con calma, dejando a Catalina confundida. ¿Acaso había escuchado mal?¿Amanda quería irse? ¿En serio?La miró con recelo. —¿Por qué?—No me gusta tu hermano y no quiero tener nada que ver con tu familia. Así que quiero irme. Pero él no me deja, y no tengo otra opción.—¿Qué le diste a mi hermano? —Catalina respondió con frustración, mezclada con un poco de envidia.Ojalá toda la preferencia de Jorge estuviera dirigida únicamente a ella.Antes pensaba que Jorge ya la trataba de manera especial, que era única para él. Pero ahora se daba cuenta de que el verdadero objeto de su afecto y preferencia era Amanda. Lo que él le daba a ella era incomparable a lo que le ofrecía a Amanda: una devoción incondicional.Catalina sentía celos, rabia y frustración, pero no tenía forma de cambiarlo.¿Y ahora Amanda quería irse?Si Amanda se iba, podría volver a ganarse el amor de su hermano, quizás volver a vivir juntos.—¿Tienes alguna forma de ayudarme a salir? —Amanda, sin otra opción, re
Si una mujer caía en manos de secuestradores, ¿qué destino le esperaría?Amanda Melero estaba experimentando como ese grupo de personas quería convertirla en una puta.Le cubrieron los ojos con una venda negra y le taparon la boca con cinta adhesiva, atándola en una esquina como si fuera un animal.Su cuerpo estaba lleno de heridas, sin una sola parte de piel sana. La cuerda no medía más de un metro, por lo que, si trataba de huir, se estrangularía. De hecho, había intentado resistirse en varias ocasiones y lo único que había logrado era asfixiarse. Su rostro se había tornado morado y su voz se quebró al instante. ¡No tenía escapatoria!Al otro lado de la puerta, escuchó como los secuestradores maldecían furiosos, después de que hubieran intentado violarla y ella les hubiera mordido la garganta con furia.Con un poco más de fuerza, le hubiera roto la tráquea, y hubiese matado al secuestrador. Por eso la habían golpeado y la habían atado ahí, incluso la drogaron.No sabía qué era lo q
Aquel era un club que Lucas frecuentaba, donde solía beber y divertirse con sus amigos.Amanda no podía creer que las palabras del líder del grupo que la había secuestrado fueran ciertas, por lo que, sin poder controlarse fue a buscar a Lucas. Había estado con Lucas durante tres años, gracias a lo cual sabía el número del reservado que él frecuentaba por lo que directamente se dirigió hacia allí, donde lo encontró jugando a «verdad o reto». —Lucas, perdiste, ¿verdad o reto?—Verdad.—Bueno, ¿quién es la mujer que más quieres?—Venga, todos saben la respuesta. Claro que es Viviana.—¡Uy, uy…!Las voces de todos los que jugaban eran sumamente animadas.El rostro de Amanda, quien se encontraba al otro lado de la puerta, perdió todo su color. Ya no tenía más fuerzas y su mano se quedó suspendida en el aire, sin tener el valor suficiente para tocar el pomo, por lo que se limitó a escuchar. Parecía que había comenzado una nueva ronda y esta vez quien perdió no fue otra que Viviana. —Viv
Jorge extendió las manos lentamente hacia ella; sus dedos eran delgados y sus palmas eran cálidas y anchas.Al escuchar esa voz tan familiar, Amanda se quedó inmóvil, como si una cuerda invisible la hubiera atado.En ese momento, el pandillero borracho se acercó rápidamente, diciendo groserías: —Oye , te estoy hablando. ¿Por qué me ignoras? Ven aquí, parece que me necesitas… Sin embargo, antes de que terminara, Jorge, sin pronunciar palabra ni una sola palabra, usó el pequeño paraguas para someterlo fácilmente, antes de llamar a la policía, la cual acudió de inmediato. —Este hombre está acosando a una mujer y podría ser un reincidente. Llévenselo y denle una buena lección —dijo Jorge con firmeza.—Entendido, nos encargaremos de ello —respondió el policía, de manera respetuosa, antes de llevarse al borracho.Amanda debería haber aprovechado esta oportunidad para huir, pero, después de todo lo que había sucedido, se encontraba exhausta.—¿Necesitas que te lleve a casa? —La voz de Jorg
Jorge estaba hablando por celular, sin percatarse de su presencia.—Vale, te acompaño de compras el fin de semana. Ahora tengo que conducir, así que no puedo seguir hablando… —Hizo una pausa—. Sí, sí, como tú quieras. Jorge, siempre hablaba de manera directa y contundente, dando una imagen muy dura, de un hombre lleno de fuerza. Sin embargo, en ese momento, su voz era suave e, incluso, esbozaba una amplia sonrisa, que mitigaba el aire intimidante. Amanda lo miró, pensando que, tal vez, hablaba con una joven que le gustaba mucho. Sintiendo que había encontrado a un salvador, golpeó desesperadamente la ventana del auto. —¿Sí? —preguntó Jorge, un tanto sorprendido, tras bajar la ventanilla.¿Qué diablos hacía Amanda allí? —Eh… A ver, te llamaré otro día, ¿sí? Ahora estoy ocupado —dijo ansioso al teléfono—. Cuando nos veamos, puedes castigarme como gustes. Amanda pensó que realmente parecía que estaba hablando con alguien importante para él.—¿Qué te pasa? —preguntó Jorge, sin abri
Aterrorizada, Amanda se apresuró a llamar al médico y el anciano rápidamente fue trasladado de emergencia a la UCI, mientras la dirección del asilo se encargaba de contactar con urgencia a los familiares. Por su parte, Amanda esperaba ansiosa fuera de la sala, y, después de una hora, alguien llegó a toda prisa.—¿Jorge? —preguntó, sorprendida—. ¿Qué haces aquí? Jorge también quería hacer la misma pregunta. Sin embargo, la enfermera se apresuró a explicar: —Es una voluntaria de nuestro asilo, al abuelo le agrada muchísimo su compañía. Últimamente, él ha mencionado que tiene dificultad para respirar y que se despierta a menudo por la noche. No esperábamos que empeorara tan rápido...Jorge, muy preocupado, le preguntó por el estado de su abuelo sin darle más importancia a Amanda. Fue entonces cuando ella se enteró del nombre completo del anciano: Luis Toledano. Más tarde, el abuelo fue trasladado a la sala de operaciones para una intervención de emergencia, de la cual salió cuatro ho
Viviana escuchó con atención, le lanzó una mirada a su mejor amiga, antes de acercarse a Amanda y, tomándola de la mano con entusiasmo, decir:—Amanda, ¿en serio viniste a felicitarme? Sabía que me habías perdonado. Ninguna otra felicitación vale tanto como la tuya. Solo tu bendición puede hacerme realmente feliz. —Viviana mostraba una expresión inocente con sus ojos brillantes. «¡Qué buen espectáculo, ¿verdad?!», pensó Amanda. —La verdad es que te equivocas. Solo he venido a comer. No sabía que Lucas estaba aquí. Tras decir esto, Amanda intentó marcharse, pero Viviana la sostuvo con fuerza. Y, dejando caer unas cuantas lágrimas, aparentando tristeza, dijo: —Todavía no quieres perdonarme. Sé que te he fallado, por eso haré lo que me pidas. Si es necesario, te pido disculpas otra vez.Antes de que Amanda pudiera responder, Viviana se tambaleó y cayó estrepitosamente al suelo. Tras esto, comenzó a sollozar de manera incontrolable, llamando la atención de todos los que pasaban por