Capítulo 5
Aterrorizada, Amanda se apresuró a llamar al médico y el anciano rápidamente fue trasladado de emergencia a la UCI, mientras la dirección del asilo se encargaba de contactar con urgencia a los familiares.

Por su parte, Amanda esperaba ansiosa fuera de la sala, y, después de una hora, alguien llegó a toda prisa.

—¿Jorge? —preguntó, sorprendida—. ¿Qué haces aquí?

Jorge también quería hacer la misma pregunta. Sin embargo, la enfermera se apresuró a explicar:

—Es una voluntaria de nuestro asilo, al abuelo le agrada muchísimo su compañía. Últimamente, él ha mencionado que tiene dificultad para respirar y que se despierta a menudo por la noche. No esperábamos que empeorara tan rápido...

Jorge, muy preocupado, le preguntó por el estado de su abuelo sin darle más importancia a Amanda. Fue entonces cuando ella se enteró del nombre completo del anciano: Luis Toledano.

Más tarde, el abuelo fue trasladado a la sala de operaciones para una intervención de emergencia, de la cual salió cuatro horas después. Cuando se le pasó el efecto de la anestesia y despertó, ya era de noche.

El médico les informó que la situación del abuelo era muy delicada; su avanzada edad y la severa insuficiencia cardíaca severa lo habían dejado sin fuerzas. Incluso con los mejores medicamentos, solo le quedaba aproximadamente un año de vida.

Cuando Luis despertó a la mañana siguiente, con voz débil preguntó:

—¿Estoy… a punto de morir?

—Abuelo, no te preocupes por eso, el médico dijo que estás bien… —Amanda intentó mentir piadosamente.

Sin embargo, el anciano la interrumpió:

—Cariño, soy viejo, no estúpido… No me engañes. Si no me queda mucho tiempo, está bien, lo acepto. Ya he vivido bastante… —dijo con serenidad. A continuación, miró a su nieto y lo llamó—: Jorge, ven aquí .

Una vez que el hombre se acercó a su abuelo, este tomó la mano de Amanda con un ligero temblor y la colocó sobre la de Jorge.

Ella intentó retirarla, pero Jorge la sostuvo con firmeza. Sus ojos oscuros la miraban profundamente, como si fuera capaz de absorber su alma.

—Amanda es una buena chica, no la decepciones.

—Está bien.

Amanda se quedó atónita y miró a Jorge con sorpresa, queriendo preguntar qué estaba pasando, pero Jorge le sujetó la muñeca en secreto.

—Entonces cásate con ella.

—Está bien —repitió. Su voz era sumamente serena, y no revelaba ningún tipo de emoción.

—Entonces, es mejor que comiencen a preparar la boda lo antes posible… Así, podré morir en paz.

—Lo haremos de inmediato —aseguró.

Una vez salieron de la sala, Jorge se acercó a Amanda y le pidió: —Quiero pedirte que actúes conmigo. Haremos un certificado de matrimonio falso y apareceremos juntos de vez en cuando para alegrar a mi abuelo. Amanda, puedo pagarte lo que pidas.

Amanda sintió como su corazón latía con más fuerza, y, de pronto, pensó que esa era la mejor manera de vengarse de lo que Lucas le había hecho: estando con su mejor amigo.

Pensando en esto, sin estar completamente en paz con la idea de fingir un matrimonio, miró a Jorge de reojo y dijo:

—Quiero que realmente te cases conmigo.

Jorge, frunciendo el ceño, la miró con total confusión, como si sus ojos pudieran penetrar en sus pensamientos.

—Lo siento mucho, pero eso no es posible —comenzó a decir.

Sin embargo, cuando Jorge estaba a punto de rechazarla, la enfermera salió apresuradamente.

—Algo malo está pasando, el abuelo está vomitando sangre.

El abuelo fue colocado de nuevo en observación con un respirador, sin dejar de murmurar:

—Cásate ... con Amanda... y moriré en paz...

Jorge siguió acompañándolo hasta que la condición del abuelo finalmente se estabilizó, y pudo relajarse un poco.

Amanda, más calmada, miró con tristeza al abuelo que yacía dormido, sintiendo un profundo remordimiento.

Estaba loca, dispuesta a sacrificar todo por vengarse de un hombre infiel. Sin embargo, si tenía que actuar, lo haría. ¡El abuelo había sido demasiado bueno con ella como para no estar dispuesta a darle una última alegría!

—Jorge, sobre lo que dijiste antes…

—Está bien, nos casaremos.

Amanda se quedó atónita.

—Si lo que quieres es vengarte de Lucas, te ayudaré.

—Pero... yo... —repuso Amanda, en completo shock.

—¿Qué? ¿No quieres vengarte de Lucas?

Al escuchar esto, Amanda enderezó la espalda de inmediato y respondió:

—¡Claro que sí! Nos casaremos, no tengo nada que perder.

Jorge la había rescatado, por lo que seguramente entendía a la perfección por lo que había pasado. Y ella, bueno, podía casarse con alguien tan poderoso como Jorge.

Sin embargo, lo más importante era que, de esa manera, podría hacer que Lucas se sintiera incómodo. Así todo valdría la pena.

Ella y Jorge redactaron con rapidez un contrato en el que establecieron que estarían casados hasta que el abuelo falleciera. Y, como compensación, ella recibiría un millón mensual.

Tras esto, ambos se encaminaron al Registro Civil y obtuvieron el respectivo certificado de matrimonio.

Con el documento en mano, Amanda todavía se sentía un poco desconcertada, preguntándose por qué se había casado de aquella manera.

¿Qué cara pondría Lucas cuando se enterase de que ella se había casado con su mejor amigo?

Ese hombre, tan autoritario y dictatorial, no permitiría que nadie más tuviera lo que una vez le había pertenecido.

Pero ¿ya qué?

Después de salir del Registro Civil, ambos regresaron con el certificado de matrimonio, y el estado de ánimo del abuelo mejoró un poco.

—Ahora deben vivir juntos. Llévala a ver la casa y dale lo que necesita según sus gustos, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —asintió Jorge.

—Por favor, retírense. El abuelo necesita descansar. Pueden visitarlo una vez por semana. Si empeora, les avisaré —les indicó la enfermera—. Mantener un buen estado de ánimo, sin dudas, ayudará a su recuperación. ¿Quién sabe? Quizás, hasta podría vivir más de un año, incluso dos o tres. Todo depende de ustedes.

Después de que se fueron, el abuelo, que parecía a punto de morir, se levantó de la cama de inmediato.

—Mi actuación fue excelente, ¿verdad? Ni mi nieto se dio cuenta. Soy un verdadero genio.

—Sí, casi nos matas del susto. Pensamos que realmente te habías puesto mal…

—Tenía que hacer algo para que ese idiota se casara lo antes posible. Ya no es un niño y aún seguía soltero. Y tuvo suerte, Amanda acaba de romper con su novio… —rio el anciano—. ¡Qué bien…!

...

Una vez salieron del edificio, Jorge primero la llevó a su casa. Al entrar, Amanda sintió que el lugar era bastante frío, al ver que las decoraciones eran en tonos grises y oscuros.

Aunque el sol brillaba afuera, el interior se sentía muy helado, por lo que, instintivamente, se envolvió en su abrigo.

—El dinero se transferirá a tu cuenta. Esta es una tarjeta adicional, sin límite de gasto. Cómprate algo nuevo —dijo Jorge con generosidad. Después de todo, dinero era lo que no le faltaba.

Amanda aceptó con agrado. Después de todo, la gente siempre necesita dinero.

Después de que Amanda se acomodó un poco, Jorge la llevó a un restaurante, donde pidieron una mesa en el segundo piso, con vista al lago.

En cuanto ambos se sentaron, Jorge pidió comida y, acto seguido, se dirigió al baño.

—Lucas está en un salón privado —le informó al regresar—. Me encontró y quiere que tome una copa con él. ¿Quieres acompañarme?

Amanda dudó un momento. Realmente, quería que viera su interacción íntima con Jorge y ver la cara de Lucas, pero tenía que reconocer que le daba miedo.

—No, no voy.

—Entonces, espérame aquí. Volveré pronto.

Amanda asintió. Pero, justo en ese momento, el mesero derramó agua accidentalmente sobre su ropa.

—Lo siento, lo siento, no lo hice a propósito. Por favor, no se lo diga al gerente, podría perder mi trabajo.

—No importa, iré al baño a limpiarme —dijo Amanda, poniéndose de pie. En verdad, no quería complicar las cosas, por lo que rápidamente se encaminó al baño para secarse.

Al salir, vio a Viviana con algunas amigas. Era evidente que iban al salón privado.

—¿Escuchaste que Lucas va a proponerte matrimonio? ¿Qué tan grande será el diamante?

—¡Es un Melero! Por lo menos será del tamaño de una moneda. Tienes que invitarnos para ser tus damas de honor…

Viviana sonrió con timidez, pero con gran felicidad.

Al oír esto, Amanda bajó la cabeza al instante, buscando la manera de escabullirse. Sin embargo, el destino no se lo permitió, ya que alguien la llamó.

—¿Mira quién es? Vaya, eres tú, estás aquí para Lucas, ¿no?
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo