El aire se congeló al instante y un frío intenso avanzó hacia ella, arrastrándose como una serpiente para aprisionarla con su lazo. Dorelia se quedó paralizada al ver a Williams junto a los recién llegados, pero Andrew la miró de nuevo, y una profunda calidez recorrió todo su cuerpo, se asentó en su pecho y después se deslizó por sus manos y sus pies con una energía incontrolable.—¿Dónde vas, querida?Dorelia oyó la voz exasperada y desaprobadora de su tía, pero esta le llegó lejana y apagada, sin ningún poder para detenerla. Por el contrario le reforzó en su propósito y aceleró el paso, en dirección a los recién llegados.No le importaba que Williams estuviera allí, pero no pensaba amilanarse y no presentar sus respetos por miedo a provocarle. —Me alegro mucho de que haya venido, lady Crawford —dijo Dorelia, haciendo una reverencia—. Espero que podamos retomar nuestra charla de esta mañana en Camberly. Fue más breve de lo que me habría gustado —añadió, después de dedicarle a Andre
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