Conocía de memoria los gustos de ciertos clientes, llevaba trabajando tres años en el Club Apple Valley, como mesera de gente rica.—Señor Fontana, su café sin azúcar.—Gracias.Amaba su trabajo, estaba cerca de la gente que movía el mundo, y percibir sus exclusivos perfumes y escuchar el cotilleo de los ricos. Nadie la veía, los ricos solo ven a los ricos, solían decir eso sus compañeros, podría decir que sí, pero ella soñaba. Nada le impedía soñar que un día estaría de ese lado tomando una margarita, o un coctel de nombre raro, tal vez degustando uno de esos platos mediterráneos frente al Potomac. Tenía que atender la mesa del señor Skyner, un tipo que trabajaba en el área de tecnología. Era un pobre tipo, bastante nerd para todos los efectos, pero forrado en dinero.—Buenas tardes, señor Skyner.—Hola, quiero comer algo que no tenga leche, soy intolerante a la lactosa, al maní, a las fresas, al camarón, ¡por Dios!, el camarón me puede matar… La nuez y perfumes demasiado fuertes.Vi
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