Estaba nerviosa, podía ser la ganadora de cincuenta grandes. Llamó a Kasy y la citó en la tienda de ropa, ella fue muy interesada, pues deseaba saber qué le habían propuesto a su amiga. La vio de pie frente a la tienda, parecía rara, como nerviosa.
—¡Ya estoy aquí!
—Tardaste.
—¿Qué hacemos en Apple Valley?
—No sé, todo es muy raro, me dio esta tarjeta y me dijo que la mostrara aquí.
—Es una tarjeta del tipo Apolo Sanders. Dios, me siento impresionada.
Dentro de la tienda, dos empleadas observaban a las muchachas charlando.
—Son pobres. Dios que oso que estén mendigando fuera de la tienda.
—Visten con tal pobreza, fuera de onda.
Las vieron entrar y se miraron sorprendidas.
Las jóvenes miraban los costosos vestidos impresionados.
—Esto es el paraíso, son divinos —comentó Kasy—, me muero.
Una de las empleadas se acercó a ellas.
—Parecen fuera de sus terrenos, chicas.
Eva la miró extrañada.
—¿Fuera de mis terrenos?
—Bien, ¿qué deseas? Puedes mirar lo que quieras, no está a tu altura.
Eso era petulante y agresivo y en el lenguaje de Eva era guerra.
—Mira, güerita, lo cierto es que vine a comprar, un vestido. Es más, mi novio lo va a pagar.
La empleada hizo una mueca y le dijo a la joven.
—¿Dónde está su novio?
—Aquí —le dio la tarjeta.
La mujer miró sorprendida el nombre de Apolo Sanders y cambió su actitud completamente.
—Señorita, bienvenida, ¿en qué puedo servirle?
Modo: sumisa, eso le gustó mucho, entonces comenzaron a asesorarla.
—Es un evento en la noche y quiero lucir bien.
La empleada sacó los vestidos más caros, Kasy estaba sorprendida por el trato que recibía su amiga.
—Pruebe este y este…
Salió con un hermoso vestido y Kasy reía emocionada.
—Dios mío, eres mi ídolo.
—Esto no es tan fácil como consideras. Ni yo mismo sé lo que ese sujeto quiere y tengo miedo que no sea lo que yo espero.
—Cincuenta grandes por fingir ser su novia, Dios, estar cerca de él ya es un lujo.
Eva no quería ilusionarse de más, solo deseaba que esos meses pasaran lo más rápido posible y ya. Cuando llegó a casa, recibió una llamada de un número desconocido:
—¿Diga?
—¿Ya lo tienes?
Esa voz…
—¿Quién me habla?
Apolo enojado le indicó.
—Apolo Sanders, ¿ya lo tienes?
—El vestido, sí.
—Tienes cita con el estilista Ru en avenida Apple dentro de media hora.
—Espere.
—Te recojo al salir del salón de belleza.
Cerró. Eva miró molesta el teléfono y salió rumbo a ese salón de belleza que le había indicado. Cuando llegó quedó con la boca abierta al ver el sitio tan elegante, ella llevaba el vestido y los zapatos. Mostró la tarjeta para que le dieran ingreso y un sujeto afeminado salió y miró a la joven con atención.
—Tú eres la chica Sanders, ¿verdad?
—Se podría decir que sí.
—Hay tanto qué hacer contigo, niña.
En verdad no esperó que la atendieran como a una reina, la bañaron, la peinaron, pedicura, manicura, cuando vio la hora eran las siete de la noche y ella se enfundaba el bello, bello vestido que le quedaba como un guante.
—Cielos… Es tan hermoso —decía mirándose en el ancho espejo—. Dios, me gusta tanto.
—Vienen por ti, chica Sanders.
Al salir vio el auto convertible de Sanders. Él ni la miraba, entonces se acercó y carraspeó. Entonces, Apolo giró su cabeza y vio a la bella señorita Monar, enfundada en un hermoso y tentador vestido negro, corto y con escote, tacos altos y el cabello hermosamente cepillado, se veía sedoso.
Eva se pasó dos dedos por la frente, viró su pie, señal de que estaba nerviosa y él comentó.
—Vaya, lo que un poco de maquillaje puede hacer.
Ella sonrió, no solo era maquillaje, era toda ella, simple como eso. Él le indicó que subiera y ella se quedó de pie sin hacer nada.
Apolo frunció el ceño.
—¡Sube!
—Los caballeros abren la puerta de las damas.
Eso era el colmo de la petulancia y le dijo en tono irónico.
—No veo a una dama.
—Yo tampoco a un caballero, pero soy su “novia” y debe comenzar a tratarme como tal.
Eso era el colmo, pero ya estaba metido en eso y se bajó a abrirle la puerta con toda clase de modos burlones.
—Su majestad.
—Gracias, plebeyo.
Apolo se comenzó a arrepentir de lo que estaba haciendo. Manejó no sabía a donde rayos, solo veía que la zona se volvía exclusiva y ella comenzó a inquietarse.
—Entonces debo tratarte como a un novio, ¿verdad?
—Así es.
Eso sería fácil, es decir, no había tenido tantos novios, pero los que tuvo siempre los dominó, miró de reojo al apuesto triple cero y sonrió: pan comido, Eva. Cuando ingresaron a una espléndida mansión, se quedó cortada, es decir, no esperó que sea tan… Rayos de alto nivel.
—¿Lista para lo que viene?
Sacaba un frasco de pastillas y tomaba un poco. Ya comenzó a ponerse intenso todo eso. Eva bajó junto con él y sonrió con timidez.
—Veamos de qué estás hecha, Eva Monar.
Eva se dio valor y puso su mejor sonrisa y entró más resuelta, «cincuenta grandes ahí voy», se dijo.
**
Algunos voltearon a mirar la entrada de Apolo y su acompañante, algunos murmuraron entre ellos.
—¿Por qué hacen eso?
—Les encanta el chisme.
Ella esbozó una sonrisa y él apretó su brazo para saludar a los conocidos.
—Apolo, es bueno verte.
—Lo mismo digo, señor Albery.
Eva asintió educadamente y él, tal Albery comentó.
—Linda jovencita, ¿es tu amiga?
—No, es mi novia.
Eva rio de pronto ante su respuesta y le dijo a Apolo.
—Cariño, las novias podemos ser amigas.
Apolo no se esperó esas palabras y Albery la saludó con cordialidad.
—Irvin Albery.
—Eva Monar del Valle.
—Encantado.
—Encantada.
Apolo tiró con suavidad de ella y le dijo entre dientes.
—¿Qué es eso de que las novias pueden ser amigas?
—Es obvio que si soy cercana a ti debo de ser tu amiga.
Una mujer se acercó, vestía un vintage y usaba un sombrero de plumas.
—Apolo, querido, ¡cuánto tiempo! —la mujer reflexionó un poco para decir—. La última vez que te vi fue cuando tiraste del caballo a mi sobrino.
¡Era la tía de Dietrich! No se lo esperó.
—Es cierto, Pola, hace mucho, buenos recuerdos.
La mujer reparó en la bella joven que estaba muy atenta a lo que decían.
—¿Y esta hermosa criatura?
—Ella es mi novia.
—Oh.
Eva vio su sorpresa; si no se desplomó en ese instante, no supo por qué.
—Hola, mucho gusto.
—Hola, querida —le dio dos besos.
—Es un lindo vintage.
La mujer sonrió emocionada y comentó.
—¿Verdad que sí?
—La hace lucir regia.
—Gracias, qué encanto.
Ahora se sentía acoplada. Al menos podía responder ante tantas miradas.
—¿Tiraste al sobrino de la dama?
—Lo volvería a tirar mil veces si pudiera.
Oh, qué malvado. Una bella mujer de unos cuarenta años se acercó a ellos.
—Me dijeron que Apolo Sanders estaba aquí y yo les dije, no hablen locuras.
La mujer abrazó y besó al tipo que sonreía tibiamente.
—Tienes la cara dura al venir aquí después de lo que le hiciste a mi hijo —le indicó ella.
—Muchas aguas corrieron, Clare.
—Es cierto, pero ya sabes —lo codeó—, la sociedad no olvida.
Reparó en Eva y acarició su rostro.
—¡Qué criatura tan linda!
—Mucho gusto, soy Eva.
—¿Eva?, ¿Cómo la Eva de Adán?
La joven con suspicacia respondió.
—Soy la Eva de Apolo. Es mi novio.
La mujer lo miró con ojos de plato sopero.
—Esto es totalmente nuevo. Apolo con novia, creí que mi Brenda lo pescaría.
Dios, ¿qué estaba pasando allí?
—Querido, no me habías dicho nada —dijo ella.
—Te lo iba a decir… Algún día.
Ella rio y lo acarició delante de la dama.
—Siempre tan hermético —entonces se dirigió a la dama—. Él sabe que puede decirme todo, pero aun así se pone tan reacio, que si no lo quisiera tanto lo dejaría a un lado.
Besó la comisura de su boca, la mujer estaba sorprendida.
—De todas formas, es bueno, verte, querido.
—Lo mismo digo.
La dama se fue a saludar a otros invitados y él le dijo:
—No tienes que ser tan pegajosa.
—Me dijiste que actuara tal como soy.
Estaba comenzando a arrepentirse y ella se colocó frente a él.
—¿Qué?
—Si no dices algo inteligente se darán cuenta de lo robótico que eres —ella rio un poco alto—. Ya párale, cariño.
Algunos los miraron.
—¡Qué m****a haces!
—Actúo y te hago ver como un tipo divertido —se mecía y en uno de sus descuidos le robó un beso—. Eres divino, querido.
Apolo la miró sorprendido y esbozó una sonrisa. Ella tomó una copa y le comentó.
—Esto se pone mejor.
Dietrich hizo su entrada y al dar una vuelta vio a la pareja charlando amenamente y decidió ir a fastidiarlos.
Eva comentó en ese instante.
—Parecen aburridos —viraba su pie—. Nada como un buen reventón.
Entonces…
—Así que decidiste traer a la mesera a coger roce.
Dietrich siempre tan inoportuno.
—Dietrich.
—Sigo esperando mi auto que tu novia mesera me dañó —le lanzó una mirada lujuriosa—. Sin ese uniforme te ves interesante.
—Gracias, sin esos chillidos que pegas te ves decente.
Eso dejó a Dietrich fuera de onda y Apolo esbozó una sonrisa. Clare se les acercó.
—Queridos, ¿todo bien?
Dietrich entonces le explicó a su madre.
—Apolo trajo a una mesera a la fiesta, madre.
—¿Una mesera?
Clare miró a la joven con cierta sorpresa.
—Es una mesera que sale ahora con Apolo.
Eva tenía que salir delante de todo aquello y más al ver el poco ánimo de Apolo de apoyarla.
Eva estaba ansiosa de saber si había logrado pasar la prueba, pues el ambiente en el que se movía Apolo Sanders era muy elitista. Estaban entrando a una suntuosa mansión, no sabía lo que realmente iba a ser allí y le preguntó.—¿Y bien?—Bien qué…—¿Pasé o no lo hice? Aunque creo que se lo creyeron.—¿Eso piensas?—Sí, hasta me cayeron bien todos ellos.—Mira tú.Entonces le preguntó con curiosidad.—¿Qué hacemos aquí?—Aquí vivo.Ella lo miró sorprendida y le preguntó.—¿Vamos a vivir juntos?, porque tendrás que hablar con mi padre para eso.—¡Ja!Bajó del auto y ella se quedó sentada esperando.—¡Baja del auto!—Los caballeros les abren las puertas a las damas.Esa petulante criatura se las daba de dama y se colocó las manos en la cintura.—No esperarás que te trate como si fueras mi novia, ¿verdad?Eva se apoyó en la puerta y le preguntó.—¿A tus novias las tratas con respeto?—Escucha… Ha sido una noche muy fastidiosa y… —la vio mirándose las uñas—, ¿me escuchas?—La manicura en es
Eva, fingiendo sorpresa, le dijo a Dietrich.—Dietrich, ¿por qué te sorprende tanto que tenga un trabajo de mesera? ¿Acaso es pecado?Clare miraba a uno y a otro esperando explicaciones, ¿Apolo con una mesera? Su hijo dijo con petulancia.—Bueno… Estimé que alguien como Apolo tendría una modelo de novia.Eva se tocó el cabello de manera coqueta y añadió.—Y soy modelo; sin embargo, mis padres desean que sea una persona útil a la sociedad, por eso me consiguieron un empleo como mesera en el club.Clare dijo con sorpresa ante ese hecho.—Interesante.—Allí fue donde conocí a mi bello Apolo.—¡Bello! —dijeron en coro.El aludido la miró con sorpresa.—Así le digo de cariño y nos vimos en ese evento de las Cruces… —lo acarició—, ¿recuerdas, cariño?Para ese momento tenía que seguirle el paso a Eva.—Sí, lo recuerdo.Eva le puso emoción a la historia.—Se rompió mi taco después de la pasarela y Apolo me ofreció su brazo como apoyo —lo tomó de la corbata—. Me volvió loca su caballerosidad.D
Úrsula se recompuso para decirle a la joven.—Así que eres la novia de mi hijo.—Sí. Usted tiene un hijo muy adictivo, le salió divino.Apolo se aguantó las ganas de reírse al ver a su madre sin palabras.—Tiene sus ojos, es lindo —lo acarició.—Ella es Eva Monar, mi novia —dijo galante.—Vaya…—He escuchado a Apolo hablar de usted y me siento honrada de conocer a tan dulce dama.Hanibal Carpentier se acercó a ellos con una sonrisa.—Se nota que no te conoce, Úrsula, dice que eres dulce.—Hola —lo saludó afable.—Eva, la Eva de Apolo, toda una tentación.—¿Ha encontrado otro grande?—Ja, sigo buscando —le guiñó el ojo.Eva sonreía divertida. Úrsula le dijo a su hijo.—Tenemos que hablar.—Ahora no, estoy con Eva.—Eva, no se morirá si no te tiene cerca.La joven le dijo entonces.—No lo crea, señora, su hijo se ha convertido en el aire para mí.Apolo la vio tan soñadora que hasta le creyó, su madre se acomodó el traje.—Quédate sin aire por un tiempo, vamos, hijo.Apolo se disculpó y f
Todavía no podía digerir que había perdido un millón de dólares.—¡Ay! Dios, un millón de dólares —decía dolida.Apolo meneó molesto la cabeza, entonces le aclaró.—Eso no era nada.—Para mí sí lo era, tú solo me pagarás cincuenta mil, ella me daría más.—Date por satisfecha.Ella lo miró molesta.—Perdí novecientos cincuenta mil dólares. Voy a llorar.—Ja.—Con eso podría haber comprado la casa de mis sueños, o iniciado un negocio.Entonces pensó: buscaré a la madre de Apolo, claro. Apolo, como si leyera su mente, comentó.—Mi madre te odia, no te lo dará de nuevo.Eva le cayó a golpes entonces.—¡Eres un tonto!—Eres una loca, ¿hubieras dejado mi trato por ese dinero?—Claro que sí, además el dinero vale más que el amor.Eso le sorprendió y le comentó.—Creí que eras de las que pensaba lo contrario.—Escucha, vi a mi madre irse un día por dinero con alguien más.Eso no se lo esperó.—No le importó que mi padre la amara o que yo la amara. El dinero siempre vence al amor.Entonces mane
Consejos de Eva para poner celoso a un hombre: Lo primero que se debe hacer es celarlo con otro, pero que se vea mucho mejor que él.Eva se acercó a un muchacho musculoso que bebía un trago en la barra.—Hola, amigo.El chico, muy apuesto, por cierto, se acomodó en su puesto.—Hola.—¿Quieres hacerme un favor?—Lo que tú digas —se entusiasmó.Eva le señaló a Dallas que estaba a la expectativa.—Esa linda niña, quiere poner celoso a un gañán —señaló a Novak—, ¿puedes ayudarnos?El chico divertido por la propuesta, notó a la belleza de cabello corto y rostro de niña engreída y respondió.—Claro, lo que gusten.Fueron hasta donde estaba Dallas.—Mi amiga se llama Dallas.—Rock.—¿Rock? Como la roca.—Sí.Dallas estaba emocionada al ver al tipo, muy fornido y apuesto.—Rock, ella es Dallas.Dallas sonrió sin saber cómo reaccionar.—Dallas, él es Rock.Rock se presentó.—Hola, Dallas, lindo nombre.—Hola.—Y yo soy Kasy.—Hola, Kasy, ¿quieren beber algo, chicas?—¡Sí! —en coro.Eva pidió ot
Apolo intentó minimizar el impacto de la arremetida de su madre.—Madre.—Esto es la humillación más grande que me has hecho pasar en la vida.—¿Yo?—Tú dejaste que tu hermana saliera con la loca de tu novia y ahora está en la cárcel.Apolo le dijo molesto.—¿Piensas que Eva tiene que ver con todo esto?—Claro que sí.—Novak hizo una escena. Él fue el que causó todo esto.—Deja de culpar a otro por las locuras de tu novia.Vieron al campeón Rock Lester y Apolo se le acercó bastante interesado.—Señor Lester.—Hola.—Quería disculparme por todo este lío.—No es tu culpa, hombre.—Mi hermana, Dallas…—¿Dallas es tu hermana? —preguntó sorprendido—. Lo ignoraba por completo.—Sí, ella estuvo metida en todo esto, disculpe.Rock con una sonrisa le comentó.—Linda chica, pero fue ese chico petulante el que inició todo, ¿conoces a Eva?—Sí, sí, es mi novia.—Algo loca, ¿eh?—Ni se lo imagina.—Bueno, dile que me divertí mucho con todo esto, hace tiempo que no tenía una buena pelea.Eso llamó l
Dallas daba vueltas en su casa molesta por lo pasado, su madre la había confinado en su habitación, tal cual niña pequeña.Mientras Úrsula estaba furiosa echándole la culpa a Eva Monar por todo lo pasado.—Fue ella. Ese monstruo de mujer, el que causó todo esto.—Bonita y complicada.—Una loca que mi propio hijo soltó en nuestras vidas.Escuchó el timbre y vio pasar a la empleada, mientras maquinaba cómo sacar a la Monar de sus vidas.La empleada regresó con un hermoso arreglo de flores.—Son para la señorita Dallas.—¡Qué bellas!Buscó la tarjeta y revisó.—Las envía un tal Roy Lester, ¿quién ese?—Roy Lester… —caviló Rodri y dijo impactado—. Es el rico deportista de élite, tiene una red de gimnasios VIP muy importante.—¿Es rico?—Sí, mucho, tiene contratos con marcas publicitarias muy relevantes como Nike, y varios productos dietéticos, incluso tiene buenas inversiones en el sector de medicina y salud.Eso le gustó mucho y ella dijo contenta.—Está interesado en Dallas.—Así parece,
Eva tenía agarrada a Brenda de los cabellos y le decía.—¡Cómo se atreve a meterse en mis sueños!—¡Tú te metiste en mi camino, perra!El señor Fontaine intentaba calmar los ánimos de las mujeres, pero Brenda era muy tenaz.—Me quitaste a mi novio.—Yo no te quité nada. Él te alejó de su camino.—¡Vas a pagarme todo lo que me has hecho, perra!La tiraba al suelo y Eva comenzó a luchar con ella en el piso.—¡Bruja!—¡Perra!—¡Soy perra y muerdo!Eva la mordió en el brazo y Brenda soltó un grito y comenzó a chillar. Kasy decía.—Dale, manita, dale.Cuando Apolo llegó, vio a la gente alborotada y comentando el incidente. Llegó y vio a Brenda siendo agarrada del cabello por Eva.—¡Apolo, sálvame!—¡No te metas conmigo, bruja!Inmediatamente, fue hasta ellas y tomó a Eva de la cintura y la alzó separándola de Brenda.—¡Eva, suéltala!Brenda, sofocada, le dijo molesta.—¡Esa es la mujer que quieres en tu vida!—Brenda, ¿qué pasó aquí?Kasy le explicó entonces.—Ella vino a pagarle al señor F