Después de hablar, Faustino besó a Larisa. La dulzura del beso lo llevó a besarla con ganas y anhelo, deseando saborear sus labios. Con hábiles manos, le desabrochó la blusa. A sus dieciocho años, era tierna para una flor, con una piel suave y blanca como la leche. Sus senos, excepcionalmente grandes para su edad.—¡Uh no… Faustino, no! Larisa tembló de inmediato, pero Faustino ya la había dejado sin fuerzas, y ella no podía apartarlo.—No puedes… te lo ruego, Faustino… ¡déjame ir! —Larisa lloró de angustia.—No, no puedes irte, Larisa, ahora eres mi novia, ¡dormir contigo es algo natural! Faustino respondió incoherentemente, mientras comenzaba a quitarle la falda a Larisa.—¡No, no, Faustino! —Larisa agarró fuertemente su falda, pero Faustino era demasiado fuerte y se la quitó.De repente, Larisa solo tenía puesta una pequeña braguita. Su cuerpo seductor estaba expuesto ante Faustino, ¡quien quedó completamente hechizado! Se preparó para su ataque final.—Faustino, te lo ruego, por
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