Todos los capítulos de CONTRATO DE VIDA O MUERTE CON EL ALFA CIEGO: Capítulo 141 - Capítulo 150
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141| Esclavo.
Todo el cuerpo de Bastian se tensó; los músculos se le agarrotaron con tanta fuerza que incluso le costó respirar. Su padre, frente a él, medio oculto entre las sombras, tenía un gesto austero, pero una pose firme. Bastian conocía bien aquella pose: era una de rabia, era la que mantenía cuando entrenaban. Algo dentro de él sintió que todo aquello estaba mal, muy mal.Cuando llegó al Aquelarre con Alexander y no encontró el cadáver de su padre, tuvo la mala idea de que Stephan lo pudo haber secuestrado. Pero había apartado esos pensamientos de su cabeza porque no quería hacerse falsas ilusiones. Ahora, frente a él, estaba su padre, pero al mismo tiempo sabía que no lo era. — ¿Donovan? — preguntó Alexander — . ¿Eres tú? ¿Qué está pasando?De no ser por la mano del lobo apretando con fuerza la suya, Bastian tal vez se hubiera desmayado. Sintió que le ardía el pecho y la nariz, y sintió miedo. Miedo porque sabía lo que pasaría a continuación, y lo supo en el instante en que su padre apr
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142| Firmemos.
Analía tomó en brazos a su hermana después de que Bastian se quitara su propia camisa para dársela a ella. La ropa que Kerr les había regalado, para no estar desnudos después de transformarse, había sido completamente destruida el día en que cayó la ciudad. Ambos llegaron a la casa del Alfa de Oklahoma, y el hombre los miró con los ojos abiertos. — Logré escuchar algo. ¿Qué sucedió? — preguntó mientras recibía a su hija Hannah y la llevaba hasta el mueble de la sala, dejándola y cubriéndola con una sábana — . ¿Están bien? ¿Lo están?Bastian se sentó en el suelo y arropó a Alexander, abrazándolo con fuerza contra su cuerpo. — Las Brikas que les lanzó mi padre tenían hechizos para dormir. Supongo que despertarán en unas cuantas horas. — ¿Tu padre? — preguntó Bael.Analía se puso las manos en el cabello. Tenía el rojizo cabello enredado y húmedo por la nieve. Extendió su conciencia y encontró a Salem. El Alfa de la Manada de las Nieves estaba en la habitación de Analía, aún con Oliver
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143| La lámpara
El caldero hervía en medio de la sala del trono. Los Reyes Cuervo restantes formaban un círculo alrededor del caldero. Stephan vertió un poco de nieve y recitó algunas palabras antes de lanzarla dentro del caldero. — Me parece un poco exagerado, — comentó una Reina Cuervo — Roxan se acercó a Stephan y observó el caldero con indiferencia. — Las instrucciones son claras, no sé por qué te desvías. — — ¿No sabes por qué me desvío, Roxan? — respondió Stephan. — Por eso soy yo quien está haciendo este hechizo. Nadie aquí tiene el talento mágico para entenderlo. Quien creó estos hechizos por primera vez lo hizo a base de ensayo y error. ¿Te imaginas cuántas veces debió cortarse la persona que inventó los hechizos que ahora protegen nuestros cuerpos? ¿Tu lazo está bien asegurado? — preguntó a Roxan, con sarcasmo, ella Sacudió la cabeza en señal de asentimiento, y las brillantes cadenas de oro y plata que colgaban de sus cuernos se movieron.— Claro que sí, Stephan. Mi lazo está atado a una
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144| La aldea del bosque.
Cuando Analía despertó por la mañana, casi se cayó de la cama. Tenía el cuerpo entumecido y una extraña sensación de angustia la había atormentado toda la noche, haciéndole difícil dormir. Sus sueños fueron inquietantes y su descanso, interrumpido.Si no fuera por la fortaleza inherente de una loba de raza superior, se habría sentido incapaz de hacer algo esa mañana. Salem no estaba en la cama junto a ella, y cuando miró la hora, casi se cae de espaldas. El reloj hecho a mano sobre la pared de la entrada marcaba las 8 de la mañana. Se vistió tan rápido como pudo y bajó a la sala.Todos estaban allí: Alexander, Bastian y Kerr, que lucía despeinado y con sueño. Salem estaba sentado en la cabecera de la mesa con el cabello húmedo y una tostada en la boca, la cual había llenado su barba de migas. Barry más allá, silencioso. — No quise despertarte — dijo Salem — . Creí que querrías descansar.Analía avanzó hacia él y le dio un beso en la coronilla. Evelyn, que estaba sentada a un lado, ap
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145| Lazos protegidos.
Analía caminó hacia el pequeño hombrecito verde y se arrodilló a su lado. — ¿Por qué? ¿Por qué dices que es imposible? — le preguntó.El hombre la acarició las mejillas con el dorso de la mano y señaló el interior de la aldea. — Entren. No es seguro que estén aquí afuera — les dijo.Salem regresó a su forma humana, y entraron a la aldea. Era un lugar brillante y hermoso, lleno de flores y huertas. La gente del bosque era variada; en los lobos y en los vampiros físicamente no se notaba tanto la pureza de su sangre como en la gente del bosque. Había unos que parecían prácticamente humanos, otros que tenían los cuernos más largos, y otros, como el hombre que los guiaba, que tenían una piel más verdosa. Eran muy variados, pero todos parecían tranquilos.Entraron por el enorme tronco de un árbol que parecía un hongo gigante. La puerta crujió cuando el hombrecito la empujó, y todos entraron en un lugar amplio amueblado con madera. Se sentaron en una amplia mesa.El hombrecito se tomó much
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146| A la tumba.
Todos los músculos del cuerpo de Analía se tensaron de golpe. Escuchar el aleteo sobre sus cabezas hizo que toda la adrenalina se le disparara por el cuerpo. — Seguro es una lechuza — dijo Evelyn, asustada.Pero Analía sabía que no era así. Algo se acercó volando desde el cielo tan rápido que Analía no pudo hacer nada al respecto, y las golpeó a ambas con una ráfaga de viento tan grande que las elevó por el bosque.Analía se golpeó contra los árboles, luego con una piedra al caer. Sintió como si se hubiera fracturado la cadera; probablemente así hubiera sido. Evelyn, aunque relativamente fuerte, cayó enredada entre zarzas y moras. Y aunque las espinas le arañaron la piel y la sangre le manchó el hermoso rostro, el golpe contra el suelo no fue muy fuerte. Evelyn sujetó con fuerza las espinas y las arrancó de sus brazos, terminando de caer al suelo. — Es Roxan — dijo Evelyn — , es la Reina Cuervo de la aldea del sur. — ¿Qué tan al sur? — preguntó Analía, tratando de moverse. — No sé
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147| Maldición.  
Analía corrió hacia Evelyn. La pluma que le habían lanzado le atravesaba el pecho de lado a lado. Sus manos temblaban mientras intentaba desenredar el vestido de la rubia de las zarzas y la cargaba entre sus brazos. — Tranquila, vas a estar bien — , le dijo, pero Evelyn negó con la cabeza.— Tú sabes que no — .Analía lo sabía. En un lobo, las plumas que disparaban los cuervos impedían su sanación; en un humano, probablemente era un veneno mortal. Incluso si Analía lograba sacar la pluma y detener la hemorragia, Evelyn ya estaba muerta. Ella lo sabía, lo escuchaba en los suaves latidos de su corazón. — De verdad lo siento — , murmuró Evelyn. — Lamento todo el mal que te causé, Analía. Solo quería sobrevivir... solo quería tener una vida... una segunda oportunidad — — No hables — , le suplicó Analía, — no hables, voy a ir por ayuda — . Pero Evelyn negó de nuevo.— Ve con Salem... ve con él, por favor. No te perdonarás si no estás con él en sus últimos momentos. Porque cuando
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148| En sus manos.
Todos se quedaron asombrados ante la petición de Analía, pero ella no pudo repetirla. Se sentía dolorida del cuerpo y del alma. Sostuvo entre sus brazos el pesado cuerpo de Salem, tratando de moverlo y despertarlo, pero el hombre estaba muerto. — ¿Un lago? — preguntó el hombre verde.Analía asintió.— Cerca de aquí hay uno. Muy cerca.— Llévanos allá ahora — — ordenó.Analía se había transformado y tomó el cuerpo de Salem con delicadeza, poniéndolo sobre su lomo. Luego le gruñó al hombre verde que saltó:— Claro que sí — .Analía salió de la casa, agachándose un poco. El cuerpo de Evelyn seguía donde lo había dejado, un charco de sangre a su alrededor. Su piel había palidecido tanto que parecía una estatua hecha de mármol. Lo sentía por ella; no había tenido una vida fácil.Analía, respetuosamente, tomó al hombre verde por la ropa y lo lanzó sobre su lomo para acelerar el proceso. El hombre le indicó con direcciones vagas cómo llegar al lago. Analía corrió, y su hermana corría tras
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149| Me salvaste.
Analía quiso haber creído que aquello sería fácil, pero la verdad fue todo lo contrario. Salem seguía dormido, seguramente presa de la debilidad que le quedaba en el cuerpo después de morir. Por suerte, su alma no había escapado de su cuerpo y la diosa Luna simplemente liberó su alma de los hechizos de fidelidad. Así que Analía lo sacó del agua y lo dejó sobre una pequeña cama verdosa que el hombrecito verde de la aldea había creado con sus propias manos. Luego, el hombre creó una fina cobija de helechos que cubrió el desnudo cuerpo de Salem, protegiéndolo del frío.Y entonces centraron su atención en Evelyn. Abría y cerraba los ojos como si su cuerpo entrara y saliera de la inconsciencia. El cuerpo se le sacudía, lleno de espasmos. Analía vio cómo la plateada sangre de la diosa Luna se introdujo dentro de su cuerpo. La herida en su pecho se cerró y comenzó a hacerse más fuerte. Analía y Hannah trataban de sostenerla para que no se golpeara a sí misma en medio de las convulsiones, per
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150| En esta vida y en la siguiente.
La lengua de Salem se enredó con la suya, besándola con profundidad. Los labios ansiosos del hombre entre los suyos la hicieron sentir tan débil y tan fuerte al mismo tiempo, que fue una sensación que Analía no pudo explicar. El cuerpo de Salem, junto al suyo, desprendía un calor incontrolable. Las manos del hombre, en su espalda, la apretaron con fuerza, como si quisiera convertirse en un solo cuerpo con ella. Cuando Analía sintió la dura erección de Salem contra su vientre, lo apartó un poco. — ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — le preguntó — . Hace una hora estabas muerto. — Y ahora estoy más vivo que nunca. Estoy más libre que nunca, Analía. Esta noche soy libre por primera vez en mi vida. Ya no estoy ciego, ya no estoy preso de ningún hechizo. Soy solo yo, con mis decisiones, con lo que quiero hacer. Y esta noche quiero hacerte mía. Quiero sentirte rodeándome, quiero sentir tu calor. Te deseo... te deseo desde siempre, desde el primer instante en el que te vi. Te deseo,
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