Analía caminó hacia el pequeño hombrecito verde y se arrodilló a su lado. — ¿Por qué? ¿Por qué dices que es imposible? — le preguntó.El hombre la acarició las mejillas con el dorso de la mano y señaló el interior de la aldea. — Entren. No es seguro que estén aquí afuera — les dijo.Salem regresó a su forma humana, y entraron a la aldea. Era un lugar brillante y hermoso, lleno de flores y huertas. La gente del bosque era variada; en los lobos y en los vampiros físicamente no se notaba tanto la pureza de su sangre como en la gente del bosque. Había unos que parecían prácticamente humanos, otros que tenían los cuernos más largos, y otros, como el hombre que los guiaba, que tenían una piel más verdosa. Eran muy variados, pero todos parecían tranquilos.Entraron por el enorme tronco de un árbol que parecía un hongo gigante. La puerta crujió cuando el hombrecito la empujó, y todos entraron en un lugar amplio amueblado con madera. Se sentaron en una amplia mesa.El hombrecito se tomó much
Todos los músculos del cuerpo de Analía se tensaron de golpe. Escuchar el aleteo sobre sus cabezas hizo que toda la adrenalina se le disparara por el cuerpo. — Seguro es una lechuza — dijo Evelyn, asustada.Pero Analía sabía que no era así. Algo se acercó volando desde el cielo tan rápido que Analía no pudo hacer nada al respecto, y las golpeó a ambas con una ráfaga de viento tan grande que las elevó por el bosque.Analía se golpeó contra los árboles, luego con una piedra al caer. Sintió como si se hubiera fracturado la cadera; probablemente así hubiera sido. Evelyn, aunque relativamente fuerte, cayó enredada entre zarzas y moras. Y aunque las espinas le arañaron la piel y la sangre le manchó el hermoso rostro, el golpe contra el suelo no fue muy fuerte. Evelyn sujetó con fuerza las espinas y las arrancó de sus brazos, terminando de caer al suelo. — Es Roxan — dijo Evelyn — , es la Reina Cuervo de la aldea del sur. — ¿Qué tan al sur? — preguntó Analía, tratando de moverse. — No sé
Analía corrió hacia Evelyn. La pluma que le habían lanzado le atravesaba el pecho de lado a lado. Sus manos temblaban mientras intentaba desenredar el vestido de la rubia de las zarzas y la cargaba entre sus brazos. — Tranquila, vas a estar bien — , le dijo, pero Evelyn negó con la cabeza.— Tú sabes que no — .Analía lo sabía. En un lobo, las plumas que disparaban los cuervos impedían su sanación; en un humano, probablemente era un veneno mortal. Incluso si Analía lograba sacar la pluma y detener la hemorragia, Evelyn ya estaba muerta. Ella lo sabía, lo escuchaba en los suaves latidos de su corazón. — De verdad lo siento — , murmuró Evelyn. — Lamento todo el mal que te causé, Analía. Solo quería sobrevivir... solo quería tener una vida... una segunda oportunidad — — No hables — , le suplicó Analía, — no hables, voy a ir por ayuda — . Pero Evelyn negó de nuevo.— Ve con Salem... ve con él, por favor. No te perdonarás si no estás con él en sus últimos momentos. Porque cuando
Todos se quedaron asombrados ante la petición de Analía, pero ella no pudo repetirla. Se sentía dolorida del cuerpo y del alma. Sostuvo entre sus brazos el pesado cuerpo de Salem, tratando de moverlo y despertarlo, pero el hombre estaba muerto. — ¿Un lago? — preguntó el hombre verde.Analía asintió.— Cerca de aquí hay uno. Muy cerca.— Llévanos allá ahora — — ordenó.Analía se había transformado y tomó el cuerpo de Salem con delicadeza, poniéndolo sobre su lomo. Luego le gruñó al hombre verde que saltó:— Claro que sí — .Analía salió de la casa, agachándose un poco. El cuerpo de Evelyn seguía donde lo había dejado, un charco de sangre a su alrededor. Su piel había palidecido tanto que parecía una estatua hecha de mármol. Lo sentía por ella; no había tenido una vida fácil.Analía, respetuosamente, tomó al hombre verde por la ropa y lo lanzó sobre su lomo para acelerar el proceso. El hombre le indicó con direcciones vagas cómo llegar al lago. Analía corrió, y su hermana corría tras
Analía quiso haber creído que aquello sería fácil, pero la verdad fue todo lo contrario. Salem seguía dormido, seguramente presa de la debilidad que le quedaba en el cuerpo después de morir. Por suerte, su alma no había escapado de su cuerpo y la diosa Luna simplemente liberó su alma de los hechizos de fidelidad. Así que Analía lo sacó del agua y lo dejó sobre una pequeña cama verdosa que el hombrecito verde de la aldea había creado con sus propias manos. Luego, el hombre creó una fina cobija de helechos que cubrió el desnudo cuerpo de Salem, protegiéndolo del frío.Y entonces centraron su atención en Evelyn. Abría y cerraba los ojos como si su cuerpo entrara y saliera de la inconsciencia. El cuerpo se le sacudía, lleno de espasmos. Analía vio cómo la plateada sangre de la diosa Luna se introdujo dentro de su cuerpo. La herida en su pecho se cerró y comenzó a hacerse más fuerte. Analía y Hannah trataban de sostenerla para que no se golpeara a sí misma en medio de las convulsiones, per
La lengua de Salem se enredó con la suya, besándola con profundidad. Los labios ansiosos del hombre entre los suyos la hicieron sentir tan débil y tan fuerte al mismo tiempo, que fue una sensación que Analía no pudo explicar. El cuerpo de Salem, junto al suyo, desprendía un calor incontrolable. Las manos del hombre, en su espalda, la apretaron con fuerza, como si quisiera convertirse en un solo cuerpo con ella. Cuando Analía sintió la dura erección de Salem contra su vientre, lo apartó un poco. — ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? — le preguntó — . Hace una hora estabas muerto. — Y ahora estoy más vivo que nunca. Estoy más libre que nunca, Analía. Esta noche soy libre por primera vez en mi vida. Ya no estoy ciego, ya no estoy preso de ningún hechizo. Soy solo yo, con mis decisiones, con lo que quiero hacer. Y esta noche quiero hacerte mía. Quiero sentirte rodeándome, quiero sentir tu calor. Te deseo... te deseo desde siempre, desde el primer instante en el que te vi. Te deseo,
Cuando Stephan despertó, estaba en el suelo de la oficina. Se llevó las manos al rostro y notó que las lágrimas le habían manchado las mejillas. Luego se miró el pecho; estaba intacto. La visión que lo había asaltado no era una simple ilusión, sino un hecho real: Roxan había apuñalado a la insignificante Evelyn, y Salem había muerto. Stephan sintió como si él mismo estuviera muriendo; la conexión entre ambos lo arrastraba hacia la muerte.La poción que estaba preparando se había quemado, el fuego en la chimenea ya se había extinguido. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente? se preguntó mientras intentaba ponerse de pie.Todo su cuerpo temblaba. ¿Acaso había muerto? Claro que sí, porque Salem también había muerto, lo sintió en cada fibra de su ser. El aliento de su hijo se había escapado de su cuerpo, y en ese instante, Stephan no recordó nada más, solo una infinita oscuridad.Aquello lo aterraba más que cualquier cosa: una muerte que era una eternidad de oscuridad perturbadora. "No
Cuando Analía despertó, lo hizo despacio y relajada. Salem estaba detrás de ella, abrazándola, con su mano sobre su abdomen, como si quisiera sentir con las yemas de sus dedos a su hijo creciendo en su interior. Analía ni siquiera recordaba en qué momento se quedó dormida, solo supo que sentía tanta paz que aquello la conmovió. No tuvo sueños ni pesadillas, fue un sueño relajante y reparador.Cuando miró hacia atrás, los ojos entreabiertos de Salem le indicaron que él también había tenido una buena noche. — Las cosas comienzan a componerse — le dijo él — Poder dormir abrazado aquí contigo es todo lo que quiero en la vida.Pero entonces, su hermoso rostro, lleno de júbilo y paz, se transformó en uno amargo que bajó la mirada. Soltó a Analía y se sentó en la cama. Ella le acarició la espalda; entendía perfectamente lo que pasaba. No tenía que leer la mente de Salem ni tener que estar conectada a él con un contrato de fidelidad o de vida o muerte. Sabía que lo que sentía el Alfa era dol