—Señor Lambert, adelante, por favor —saludó Celine y lo acompañó hasta la silla ejecutiva a la cabeza de la mesa—. Estamos listos para iniciar cuando lo indique.Alessia no se incorporó como los demás cuando su nuevo jefe entró, pero no por rebeldía, sino que la vergüenza la mantenía con la mirada en su regazo y las piernas congeladas. —Ale —susurró Lisa—. Levántate.La joven madre inhaló hondo, enderezó los hombros, dirigió la mirada a Matthew y se incorporó junto con los demás.«El mundo no está hecho para los débiles», se recordó.—Bienvenido, señor Lambert —dijo de último Alessia—. Alessia Regil, un placer conocerlo.Y esperó que Matthew tuviera misericordia y olvidara el pequeñísimo o, bueno, los pequeñísimos incidentes de esa mañana. Pero Matthew amplió su sonrisa al verla y Alessia casi pudo escuchar los engranes del cerebro de su nuevo jefe poniéndose en marcha.—Señora Regil, claro, creo recordarla… —sonrió él mientras frotaba su barbilla y fingía una clara expresión pensat
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