Capítulo 6

—No creo que sea una buena idea, señor Lambert —contradijo Alessia con voz firme y escuchó cómo la mesa entera contuvo un suspiro. Nunca era buena idea llevarle la contraria al jefe, menos en su primer día—. Esas obras suelen ser escritas por aficionados que ni siquiera son lectores, no conocen las pautas básicas de ortografía y gramática y las tramas se repiten hasta el cansancio…

—Pero ahí podemos encontrar ideas originales… —continuó Matthew—. No conocen el mundo editorial, no tienen la presión de un editor y…

—Hasta los títulos tienen faltas de ortografía, invertiríamos muchísimos recursos en la edición de los manuscritos…

—Pero las ideas son las que importan, si nosotros contamos con el equipo para pulir esas obras, entonces…

—Casi todas las novelas hablan de lo mismo, son las mismas tramas genéricas con diferentes nombres, ahí no encontrará un «Harry Potter» —insistió Alessia—. Quizá en Europa podría funcionar, pero aquí no.

Los presentes en la sala de juntas contuvieron la respiración. Era como mirar un reñido partido de tenis en el que Alessia tenía expresión de ir camino a una extirpación de vesícula biliar mientras que Matthew mantenía el rostro sereno y la sonrisa amigable.

Finalmente, el jefe suspiró hondo e hizo un asentimiento.

—Usted es más quisquillosa y creo que podría tener razón.

—Gracias —dijo ella, aunque no supo a ciencia cierta si era un halago.

—Y por eso trabajaré con usted en la búsqueda de nuestro «Harry Potter».

La quijada de Alessia se desencajó. Ni pudo hablar antes que Celine:

—Tío, Alessia es muy inexperta, yo podría ayudarte.

La ceja de Alessia tembló y su quijada regresó a su posición. Ella tenía más tiempo en la empresa.

—Gracias, Celine, pero quiero trabajar con la señora Regil, creo que seremos un gran equipo.

—¿Equipo? —repitió Alessia sin disimular el tono incrédulo.

—Sí, equipo —confirmó él—, ¿qué tal?

Alessia sintió un ligero mareo, quizá los achaques de sus treinta años comenzaban a pasarle factura o sólo quería despertar de esa terrible pesadilla. Estaba segura de que su jefe le haría la vida imposible.

—Creo que usted tiene temas más importantes de los cuáles encargarse —trató de persuadirlo la joven madre.

Matthew hizo un profundo asentimiento.

—Sí y no, este es un tema importante, pero tiene razón en que tengo muchos temas de los cuales ocuparme, así que probablemente gran parte de la responsabilidad recaerá en usted y quizá terminemos trabajando a la hora del almuerzo o después de la hora de salida; claro, todo debidamente remunerado.

—No puedo, debo ir por mi hija…

—¿No puede ir alguien más?

—No, sólo yo —contestó ella con tono tajante. No entraría en detalles de que era madre soltera y el padre de su hija ya estaba felizmente casado con otra mujer.

—Bien… —meditó Matthew un momento en el que borró la sonrisa, pero sólo fue por unos cuántos segundos—. Si se presenta la situación, podríamos pasar por ellos al preescolar, ¿está de acuerdo?

¿Tenía caso negarse? Parecía que Matthew no quitaría el dedo del renglón y Alessia comenzaba a incomodarse con tanta atención, luego hablaría con él.

—Sí…

—Bien… Nos organizaremos en la semana —zanjó Matthew el tema—. ¿Alguna otra inquietud?

Y una serie de preguntas emergieron entre los presentes, pero Alessia permaneció en silencio. Fue la primera en abandonar la sala de juntas cuando la reunión finalizó.

No volvería a preguntar por ese tema, quizá así Matthew lo olvidaría.

Se dirigió a toda velocidad hasta su cubículo en el segundo piso y acabó con una taza entera de café. Intentó calmarse mirando los afiches de portadas de libros famosos que pertenecían a la editorial o en el silencio abrumador que sólo era interrumpido por el silbido del aire acondicionado en medio de las hileras de cubículos de la oficina. Nada sirvió, su corazón latía rápido, sus manos sudaban y sus mejillas estaban ligeramente teñidas de rojo.

«Matthew Lambert», su nombro le producía cosquillas en el estómago; era una sensación que ya casi había olvidado.

Lisa llegó unos minutos después sin disimular su sorpresa por la insistencia de Matthew.

—Era como si te conociera de antes y quisiera pasar tiempo contigo —dijo su compañera.

Alessia negó.

—Son imaginaciones tuyas.

—O estamos frente al nacimiento de un nuevo romance —bromeó la chica detrás de sus grandes anteojos verdes—. Qué tiernos.

La joven madre entornó los ojos.

—¿Qué cosas dices? Debe tener esposa.

—No, tiene treinta y cinco, está divorciado y tiene la custodia de sus dos hijos —informó Lisa—. Debiste leer su currículum, tiene algunos datos personales.

No tuvieron tiempo para hablar más. Celine llegó en actitud autoritaria a dictar órdenes a diestra y siniestra; todos sabían que era sólo por apariencia para que su tío creyera que era una jefa ejemplar cuando solía perder el tiempo en su oficina mirando N*****x.

Sin embargo, Alessia recordó todos los pensamientos que despertó Matthew cuando iban en el ascensor y no sabía de quién se trataba.

Era padre soltero, como ella.

Se sonrojó mientras acomodaba el cactus, con el que identificaba su vida amorosa, en el rincón de su cubículo grisáceo.

«Un equipo con una madre soltera y un padre soltero», meditó y detestó un poco la sonrisa que brotó en sus labios. Después de todo, no se escuchaba mal.

♥︎

Yo creo que serían una maravillosa parejaaaaa, digo, equipo de trabajo, claro xD

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo