Maksym se fue a encontrar con las personas del Sacerdocio. Asistirían el fin de semana a una recaudación de fondos por obligación. Nadie se metía con nadie y también eran millonarios que se mezclaban con otros. No había problema en convivir y había suficientes guardaespaldas para evitar pequeños problemas.Fabrizio, líder de la mafia italiana, estaba sentado analizando los problemas que tenían sus compañeros. El segundo al mando, Kylian, líder de la mafia irlandesa, Sasha, líder de la mafia rusa, Nikolas, líder de la mafia griega y el que acababa de entrar al bar, era Maksym, el silencioso y rebelde polaco.—Mak tiene de rehén a una mujer —habló Nikolas, ganándose la atención de todos—. Le di una semana para dejarla en libertad. Estoy seguro de que esa chica es inocente.—Es mi territorio y yo decido si ella es peligrosa para mi organización, Nikolas —le respondió, al sentarse frente a todos.—¿Qué te hizo creer que ella es peligrosa? —preguntó Sasha—. ¿Ya ha hecho desastres en la man
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