Cuando me casé con Rudolph dejé de ver, definitivamente, a Sebas. No podía engañar a mi marido, más aún después de haberme comprometido con él de serle fiel y además lo amaba mucho. Recién, cuando lo mataron a mi esposo, estando yo en un momento de gran desconcierto y estando herida y sensible, me reencontré con los brazos, besos, y caricias de Sebas, sin embargo, lejos de gustarme, me resultó desabrido e insulso aunque deliré mucho cuando me hizo suya. No lo voy a negar tampoco, je je je. -No puedo olvidar a mi esposo-, intenté una salida pero él estalló en carcajadas. -Eso no fue lo que dijiste cuando hicimos el amor la otra vez-, me puso Sebas entre la espada y la pared. -Me gustas mucho, pero lo mejor es darle tiempo al tiempo-, le pedí. Esa sí fue una muy buena salida. -Mi divorcio está en trámite, voy a quedar libre, Patricia, y yo quiero casarme contigo. Quiero dejar atrás toda mi vida de play boy, quiero asentar cabeza, tener una familia, la experiencia que tuve con
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