Nica. Pasaron tres días desde que desperté en la habitación de Kostya, desde que vio las cicatrices en mi cuerpo, desde que se enteró de mi sucio secreto. Tres días y no sabía ni una mísera palabra de él, su paradero, qué coño estaba haciendo, con quién. Se había esfumado, literalmente, y no podía evitar sentir una huella de decepción, amargura. ¿Le daría asco ahora que sabía lo que viví? -¿Preparada colega? La puerta del copiloto se abrió, dándole paso a un cuerpo macizo, Leroi apenas entraba en el asiento de mi Maverick. -Trata de bajarle un poco a los esteroides, colega. Vas a destrozarme el asiento. Arranqué con el sonido de su carcajada. Leroi era un soldado del Pakhan, todos los Lunes nos encargamos de la recolección, andábamos horas por la ciudad, recibiendo los pagos de grandes empresas que compran nuestro producto. El pago se hace en efectivo, el papel el irrastreable, sin cuentas, sin nombres, sin nada que pueda ponernos en descubierto. Es un trabajo tedioso, pero di
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