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Todos los capítulos de Mi venganza será tu final.: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Capítulo 1: la carta.
Decidir si amar o no a alguien puede ser extremadamente difícil cuando te encuentras en situaciones nuevas donde no estás seguro de si debes tomar las cosas con calma o actuar estúpidamente.En esta travesía que se ha vuelto cada vez más complicada, las dificultades surgen gradualmente y te lastiman mientras sigues adelante.Soy una de las personas más comprometidas en mi trabajo para no vivir bajo la influencia de mis padres; sin embargo, a veces parece que eso no es suficiente. Siempre he sentido que estoy atrapada en un entorno que no fue diseñado para mí.Desde siempre he anhelado encontrar a alguien a quien amar y que me ame tal y como soy.A medida que intensificaba mi búsqueda, esa persona tan deseada no aparecía, convirtiéndose en algo que gradualmente me causaba daño emocional.Aquel día, al igual que cualquier otro, me encontraba en el patio de la escuela observando a mi primer amor, un chico que se movía incansablemente persiguiendo un balón.A mis ojos, él era la persona m
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capítulo 2: el mejor amigo de Gabriel.
—¿Por qué no lo intentas? Puede que te lleves una agradable sorpresa —me dijo con una sonrisa enigmática.—Estimado Doctor Suárez —comencé, dejando que una mirada traviesa iluminara mi rostro —parece evidente que ha tenido admiradoras a lo largo de su vida debido a la belleza de sus ojos. Sin duda, sus encantos físicos eran notables en su juventud. ¿Has tenido muchas parejas sentimentales?El doctor, visiblemente incómodo con mi pregunta, respondió con diplomacia:—Señorita, no sería apropiado que me tratara de esa manera, ya que soy su médico.Pero en su interior, pude percibir cierta vergüenza, aunque de manera irónica, sabiendo que nunca reconocerá mi rostro en el futuro.Cerré los ojos y dejé que el aire fresco llenara mis pulmones, como si quisiera purificar mis pensamientos antes de continuar.—¿Podemos continuar con la historia? —pregunté.—Tenemos tiempo de sobra, señorita Vergara —mencionó el psicólogo Suárez, con una voz calmada que contrastaba con mi ansiedad.Miré nuevamen
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Capítulo 3: ¿sabes quién es él?
—Después de que los brutales golpes finalmente cesaron, me esforcé por levantarme del suelo, sintiendo cada músculo adolorido y cada respiración entrecortada.»Con pasos tambaleantes, me dirigí hacia mi hogar, donde el aire solía estar cargado de la exigencia constante de mis padres.»¿Puedes imaginar el torbellino de emociones que se desató cuando llegué a casa, con mi ropa desgarrada y mi cuerpo magullado?Él permaneció en silencio, sus ojos inquietos buscaban una salida en medio de la angustia que lo envolvía.—Fui golpeada con brutalidad y me vi forzada a faltar a la escuela durante toda una semana, pero para mi sorpresa, nadie mostró la más mínima preocupación por mi bienestar. Ni siquiera mi mejor amiga, Mónica, se molestó en venir a verme.Las lágrimas inundaron mis mejillas mientras me refugiaba en la intimidad de mi habitación. Siempre anhelé tener amigos, por eso procuré ser amable con todos, esforzándome por encajar y mostrando lo mejor de mí misma. Sin embargo, a pesar de
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Capítulo 4: ¿Verdad que duele?
Sus ojos, inquietos y llenos de angustia, se movían frenéticamente, reflejando un profundo temor que me impulsó a levantarme.—El hombre del que hablo está justo frente a mí, el compañero más cercano de Gabriel —informé, colocándome delante de él. Luego, con gesto suave, acaricié su cabeza como se acariciaría a un pequeño perro, buscando calmar su agitación.Él continuaba temblando con intensidad, mostrando un miedo palpable que se reflejaba en cada fibra de su ser. Podía percibir claramente ese temor, especialmente porque en los últimos días varios amigos de Gabriel habían perdido la vida en circunstancias misteriosas.Si alguien albergaba alguna duda sobre quién podría estar detrás de todo esto, siempre había sido yo. Siempre fui yo quien puso fin a todo.—Vamos, date prisa. Quiero volver a casa lo antes posible —insté, empujándolo hacia su asiento con tal fuerza que casi lo hice caer al suelo. —Agárrate fuerte.Dirigiéndome a mi mochila, saqué una cámara. —Voy a grabar todo tal
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Capítulo 5: ¿Algún día me amaste mamá?
Salí del consultorio llevando mi mochila en una mano y el celular del doctor en la otra. El mensaje que escribí decía: «Rebeca, tómate dos semanas de descanso, ya te transferiré tu sueldo. Me voy de vacaciones con mi amante, así que no te preocupes por mí. Cuando regrese, también te haré feliz». Cada vez aprendo más sobre enviar mensajes; el doctor Suárez era conocido por tener muchas mujeres.«Gracias, jefe» respondió la secretaria con un tono de resignación y desilusión apenas perceptible en su texto.Estaba a punto de dejar caer el teléfono al suelo, pero necesitaba responder algunos mensajes para evitar que buscarán al doctor.Guardé el teléfono en la mochila y lo dejé en un casillero. No soy tan ingenua como para llevarlo a casa. Al menos no estoy herida, pensé aliviada.Después de unos minutos, llegué a casa, una lujosa mansión.—¿Dónde estabas? —me gritó la mujer de mi padre, una mujer alta y delgada con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.—Salí —respondí
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Capítulo 6… Mi vecino.
Caminé hacia mi habitación con paso lento, aferrando el diario de mi madre con delicadeza entre mis manos.Una vez dentro, me dejé caer sobre la cama con mi yogur en una mano y una pajita en la otra, sintiendo el suave tejido de las sábanas bajo mi cuerpo. La bolsa de plástico crujía bajo mi peso mientras levantaba el diario en alto, la luz del atardecer filtrándose por la ventana iluminaba las páginas amarillentas.Mis ojos se perdieron en las palabras impresas, absorbida por la historia de mi madre. Visualicé su angustia al despertar en un lugar desconocido, desnuda y con su cuerpo dolorido.Un nudo se formó en mi garganta al imaginar su desesperación. Pude sentir su soledad mientras se envolvía en las sábanas, tratando en vano de contener sus lágrimas y sus gemidos de dolor.El crujido de la puerta al abrirse me sacó de mi ensimismamiento. Giré la cabeza para encontrarme con la figura de Gabriel, su presencia trayendo consigo un aire de nostalgia y tristeza.Mis labios se curvaron
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Capítulo 7: Enfermedad terminal.
Después de pasar algunas horas en mi habitación, absorta en mis pensamientos, percibí golpes resonando en la puerta principal. Esta vez, no me precipité a bajar como la primera vez; una sensación de aprensión se apoderó de mí, temiendo que fuera el mismo detective de antes, con sus preguntas incisivas y su mirada inquisitiva.Unos minutos después de los golpes, los gritos de la esposa de Gabriel inundaron el silencio. Con un suspiro, me levanté de la cama, cerré mi portátil y me dirigí a la sala, donde sabía que habría visitas.Al llegar a la sala, me encontré con una escena peculiar: una mujer de la misma edad que mi padre y un joven que parecía tener mi misma edad. Los tres estaban reunidos, compartiendo una conversación animada mientras la mujer acariciaba con ternura los hombros de mi padre.—Papá —mi voz resonó en la habitación, y las sonrisas se desvanecieron al instante.Mi padre me miró por un momento, con esa sonrisa que siempre me había incomodado. Detestaba esa maldita so
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Capítulo 8: ¿Qué clase de juego?
—¿Qué tipo de juego? —preguntó Nathan, mostrando curiosidad en sus ojos mientras yo me sumergía en mis pensamientos.Distraída en mi propio mundo, lo ignoré y fui directamente a sentarme en una de las sillas de madera, sintiendo su rugosa textura bajo mis manos. La señora Lourdes, una mujer de cabello canoso con rostro siempre adornado con una cálida sonrisa, se acercó a nosotros con paso ligero, sus zapatos chirriando suavemente en el suelo de baldosas.Esa señora casi siempre está sonriendo, y yo, como cliente frecuente del lugar, he entablado una relación cercana con ella. Suelo venir aquí a menudo, y casi siempre lo hago sola. Me gusta observar cómo los jóvenes compiten entre sí, mientras me regalo el placer de beber una o dos latas de cerveza fría, sintiendo el frescor del metal en mis manos. Y, por supuesto, a tener largas pláticas con la señora Lourdes, quien se ha convertido en una confidente y consejera de vida, su voz es suave y reconfortante como un bálsamo para el alma.—
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Capítulo 9: Lo que pasó en las Vegas
—Matute, tienes unos brazos fuertes. Cárgame —dije con voz entrecortada mientras hacía pucheros, sintiendo cómo la noche se movía a mi alrededor en un torbellino de luces y sonidos difusos. El aire fresco de la noche acariciaba mi rostro, mientras las risas lejanas y el murmullo de la ciudad se fundían en una melodía urbana embriagadora. Creo que he bebido demasiado, mis pensamientos se tambalean junto con mi cuerpo, como si estuvieran atrapados en un laberinto de neblina alcohólica. Los destellos de las farolas se reflejan en mis ojos vidriosos, distorsionando la realidad y sumergiéndome en un estado de ensoñación etílica. Hoy me estoy comportando como una estúpida frente a un completo desconocido, dejando que la imprudencia y la despreocupación se apoderen de mis acciones mientras la sensación de libertad se mezcla con el vértigo de lo desconocido. Cada mirada furtiva y cada sonrisa cómplice, alimenta la efímera ilusión de estar viviendo una aventura prohibida en medio de la osc
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Capítulo 10: ¿Qué quieres?
★ NathanDespués de la partida de Strella, tomé el camino hacia mi refugio, mi oficina. Aunque modesta en tamaño, irradiaba una calidez reconfortante, con las paredes revestidas en tonos neutros que ofrecían un telón de fondo tranquilo, contrastando con la frenética actividad de la ciudad más allá de la ventana. La luz del día se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, bañando el espacio con una suave luminosidad. Mi escritorio, el epicentro de mi labor como detective, estaba meticulosamente organizado, con montañas de documentos y expedientes que testificaban mi dedicación incansable a mi oficio.—Llegas tarde —me recibió Ana, mi compañera de cabello negro como el azabache y ojos vivaces que siempre parecían captar hasta el más mínimo detalle del entorno. Su presencia era tan vibrante como su energía, siempre acompañada por su inseparable barra de chocolate energético.Traté de ignorarla mientras indagaba sobre posibles novedades, pero Ana era implacable en su atención, s
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