—El último día de aquel tormentoso viaje, las 14 personas involucradas tomaron la decisión de ir a bailar a una discoteca, dejándome encerrada en el baño. Mientras relataba esos momentos a Nathan, sentía cómo las lágrimas inundaban mis ojos, cada detalle estaban reviviendo el horror una vez más. Era mucho lo que podía recordar, pero sentía que al compartirlo con Nathan, encontraba un poco de alivio en medio de la oscuridad.—No me permitían usar ropa, haciendo más sencillo tenerme a su merced.Deslicé la cortina del baño y me envolví en ella, acurrucándome en la bañera, deseando desaparecer en el sueño. Al abrir los ojos, me encontré en los brazos de él. Me froté los ojos, despejando la neblina del sueño, y vi aquel rostro que parecía angelical pero albergaba la crueldad de un demonio. Gabriel me alzó y me recostó en la cama. Aún aturdida, observé cómo las mujeres desnudas se entregaban a los hombres. Esta vez, nosotros éramos los espectadores. Todos estaban drogados, entregándose
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