★ NathanHan pasado algunos días desde que vi a Strella. Creo que me está evitando. Deambulo por mi casa con la esperanza de que ella aparezca. Se supone que no somos nada, así que no debería importarme si ella está bien, pero no puedo sacarla de mi cabeza.Es importante para mí, o mejor dicho, para mi caso. No para mí en lo personal. Únicamente fue sexo y nada más.Después de deambular por mi cocina hasta mi cuarto durante un largo, pero muy largo rato, decidí llamar a Ana.—¿Sí, jefe? —respondió ella del otro lado de la línea.—Te veo en el campo de tiro en media hora. No llegues tarde porque no me encontrarás —colgué la llamada y tomé mi chaqueta.Salí de casa.Mientras conducía por el vecindario de Strella, vi el auto estacionado de Gabriel y su esposa. Al parecer, no han salido de casa en días. Esto me pareció muy sospechoso. Decidí pasar por allí y saludar a Gabriel, aprovechando la oportunidad para ver si Strella estaba bien.—¿Hola, Gabriel? ¿Cómo estás? —pregunté mientras m
—Ya voy —dije mientras dejaba los informes cuidadosamente sobre la mesa. Caminé hasta la puerta y la abrí, esperando encontrarme con alguien afuera. Sin embargo, para mi sorpresa, no había nadie allí. Parecía como si se hubieran arrepentido de tocarla. Pero mi deber era claro, tenía que llevar la trágica noticia de que el amigo de Gabriel había fallecido. Mis pasos eran lentos mientras meditaba en lo que había leído en los informes. Me preguntaba si Strella realmente no estaba tan completa como aparentaba. ¿Qué secretos ocultaba tras su enigmática sonrisa? A medida que me acercaba a su casa, mis pasos se volvieron pesados, como si estuviera cargando con el peso del destino. Sin embargo, no podía apartar la vista del tercer piso, donde se encontraba Strella, una figura solitaria en el balcón. No hubo necesidad de palabras. Nuestros ojos se encontraron en un instante, compartiendo un misterioso vínculo. Sin decir nada, ella ingresó a su casa y yo me quedé allí, con una extraña s
★ AlondraLa cabeza me dolía horriblemente, y todavía no puedo creer que todo lo que haya dicho Matute sea real. Me sentía abrumada por la confusión y el dolor punzante mientras caminaba sin rumbo fijo. Decidí refugiarme en un parque cercano, buscando un respiro de la pesada carga de mis pensamientos.Al llegar al parque, mis pasos me llevaron automáticamente hacia una solitaria banca. Mientras me sentaba, un vendedor ambulante se aproximó, ofreciendo algodones de azúcar de vivos colores. El dulce aroma se mezclaba con la frescura del atardecer, tentándome con su llamativo aspecto.A pesar de mi agitación interna, sucumbí a la tentación y compré uno de color rosa. Sin embargo, la ansiedad me impedía abrirlo. Mis sentidos estaban dispersos por la confusión, mientras observaba a los niños jugar despreocupadamente a mi alrededor, riendo y corriendo con alegría contagiosa.Me sentía atrapada en una neblina de pensamientos y recuerdos, tratando desesperadamente de encontrar claridad en
—Descansa, aún pareces agobiada —me dijo ella, mientras se daba media vuelta y salía de mi habitación.Sus palabras resonaron en mi cabeza mientras observaba cómo se alejaba. Esta vez sus palabras y lo que acabada de suceder no fue suficiente para calmar mi inquietud.Después de verla desaparecer por la puerta, intenté levantarme, pero mis piernas se sentían débiles y temblorosas. No podía mantener el equilibrio. Una sensación de mareo me invadió, como si estuviera flotando en un mar, luchando contra las olas de un tormentoso océano.Sentía una pulsación extraña dentro de mí, como si mi corazón estuviera luchando por escapar de mi pecho. Era una sensación incómoda y desconcertante, como si algo dentro de mí estuviera clamando por ser liberado, pero no sabía qué era ni cómo hacerlo.Inmediatamente, corrí al baño y me metí en la ducha, buscando desesperadamente algo que calmara mi mente y mi cuerpo. Encendí el agua caliente y dejé que cayera sobre mi cuerpo tembloroso, como si pudiera l
La ginecóloga me informó que mi cuerpo mostraba signos de haber tenido relaciones sexuales recientemente, pero como me había bañado, no quedaban restos de fluidos.La noticia me dejó helada, confirmando mis peores temores sobre lo que pudo haber sucedido mientras estuve inconsciente. Necesitaba saber si el imbécil de Gabriel había abusado de mí durante ese tiempo.Nathan me esperaba afuera del consultorio, y al salir, caminé lentamente hacia él. Nuestros ojos se encontraron y él comprendió enseguida mi angustia. No fue necesario decir nada, simplemente me abrazó con fuerza, transmitiéndome su apoyo incondicional en ese momento tan difícil.—Vamos, te llevaré a casa —dijo Nathan mientras me tomaba de la mano y salíamos del consultorio de la ginecóloga. Durante todo el trayecto, no dejé de mirar por la ventana, tratando de encontrar algo de paz en el paisaje. A pesar de que ese idiota me había tocado, no lloré. Era como si aún estuviera en shock, intentando procesar todo lo que me es
Volteé hacia Lorena, cuyo rostro mostraba una expresión de profundo dolor.Me acerqué a ella y le susurré.—Mamá, ¿por qué papá no quiere que estemos juntos? ¿Realmente apoyas nuestra relación?Lorena suspiró antes de responder con calma.—Hablaré con tu padre, Strella. Intentaré mediar entre ustedes y encontrar una solución.Con estas palabras, se retiró hacia la casa, dejándome sola con mis pensamientos.Aunque abrazarlo me resultaba incómodo, no tenía alternativa. Necesitaba asegurarme de que Gabriel no sospechara nada.Corrí hacia donde se dirigía Lorena y la agarré del brazo, deteniéndola.Le dije en voz baja.—Lorena, está bien. Hablaré con papá. No puedo permitir que controle mi vida.Decidida, me dirigí al despacho de «mi padre», donde sabía que lo encontraría. Golpeé suavemente la puerta y pregunté con temor. —¿Puedo pasar, papá?Él estaba ocupado revisando unos documentos en su escritorio, pero al verme, inmediatamente dejó los papeles a un lado y me miró. Tomé eso como una
—El último día de aquel tormentoso viaje, las 14 personas involucradas tomaron la decisión de ir a bailar a una discoteca, dejándome encerrada en el baño. Mientras relataba esos momentos a Nathan, sentía cómo las lágrimas inundaban mis ojos, cada detalle estaban reviviendo el horror una vez más. Era mucho lo que podía recordar, pero sentía que al compartirlo con Nathan, encontraba un poco de alivio en medio de la oscuridad.—No me permitían usar ropa, haciendo más sencillo tenerme a su merced.Deslicé la cortina del baño y me envolví en ella, acurrucándome en la bañera, deseando desaparecer en el sueño. Al abrir los ojos, me encontré en los brazos de él. Me froté los ojos, despejando la neblina del sueño, y vi aquel rostro que parecía angelical pero albergaba la crueldad de un demonio. Gabriel me alzó y me recostó en la cama. Aún aturdida, observé cómo las mujeres desnudas se entregaban a los hombres. Esta vez, nosotros éramos los espectadores. Todos estaban drogados, entregándose
Nathan escuchaba atentamente cada palabra que salía de mi boca, con sus ojos clavados en los míos, tratando de comprender el tormento que había vivido. Sus cejas fruncidas y su gesto serio revelaban la intensidad de su atención.Sentí un nudo en la garganta al terminar mi relato, preguntándome si lo que había compartido despertaba compasión o lástima en él. Mis manos temblaban ligeramente mientras esperaba su reacción, sintiendo el peso de mis palabras en el aire cargado de emociones.Me di cuenta de que quizás no debí haberle contado todo esto; después de todo, eran mis asuntos personales y yo misma debía enfrentarlos. Pero al mismo tiempo, era un alivio poder finalmente sacarlo todo y ver a alguien que creía en mí. La sensación de vulnerabilidad se mezclaba con un atisbo de esperanza en mi interior.Sin embargo, Nathan no dijo nada después de mi confesión. Su silencio me hizo tomar la decisión de levantarme y marcharme. Cada segundo de su quietud pesaba sobre mis hombros, instándom