Sin rastro.
El señor Cabianca reviso cada rincón del departamento de una manera minuciosa, logre conseguir su satisfacción, y eso me emociono. Ese instante en que sus ojos estaban tan cerca, descubrí una tristeza profunda, ese dolor tan obscuro que carga me conmovió, sentí una conexión con él, y un deseo inexplicable de protegerlo. Como si ese hombre necesitara algo de mí.Estoy demente.No estaba dentro de mi planes quedarme aquí, bien puedo conseguir algo en otro lado, pero no creo que sea mejor que esto y por mi hijo haría lo que fuera necesario.La habitación que me ofrece es mucho mejor de lo que le he ofrecido a mi pequeño Callisto. La observo es cómoda, cálida, y tiene cosas necesarias, como cambios de ropa, toallas y cosas de aseo personal. Debo hablarle de mi hijo. —Te suce... —el timbre suena parece que se inquieta —¡Quédate aquí, no salgas!— me exigeNo entiendo, no debería ir yo a abrir la puerta. Me indica que guarde silencio antes de cruzar la puerta, me hace desconfiar, saco de m
Leer más