La hija de Callisto Mazzoni

“¿Que ha sucedido con la chica que me enviaste investigar?”

“¿Dónde está?”

Las interrogantes constantes de Fabio me enfadan, sus mensajes son tan insistentes, aun guarda secretos y esa familiaridad que tiene con Hada me irrita. Es como si la conociera hace tiempo.

Debí parecer un entrometido al preguntarle sobre su vida privada, pero me divirtió su reto, hay algo en ella que me hace atraerla a mí, tan cerca que me hace desear protegerla y al mismo tiempo deseo…  deseo amarla.

Mi mente no puede detener los pensamientos, su belleza me embrutece, no soy cociente de mis preguntas ni mis límites. No recuerdo cuando fue la última vez que desee seducir a una mujer.

 —Lamento si te he incomodado, pero es necesario para considerarte y conserves este trabajo, aún que no te acomodes demasiado, quizás no dures mucho aquí —abre sus ojos y me clava su mirada.

—¿Estoy a prueba?

—Por supuesto, no creí necesario aclararlo.  —Medita por un momento.

Mi teléfono no para de sonar, los intensos mensajes de Fabio me sacan de quicio. Observó el último mensaje que me ha enviado.

Esta noche, el señor Tarantino desea negociar con usted… personalmente”

—Señor Cabianca si hay algo que confesarle —Escucho su voz pero no comprendo que me está diciendo

—Será en otro momento Hada, ahora tengo un asunto que resolver, termine la cena y puede ir a descansar, —este lugar será una masacre y un rio de sangre, me diaria perturbar su inocencia —Es mejor que esta noche no duerma aquí Hada. Si todo sale como lo planeo mañana le llamare para que se incorpore a sus funciones.

Me doy la vuelta continuo a realizar algunas llamadas, tenía apenas unas cuantas horas para reunirlos a todos.

La última embarcación de armas paso la aduana sin ningún problemas, la entrega seria en cuestión de horas, esto era un éxito que me llevo a ganarme la atención de Jacomo.

E interceptar sus rutas también lo fue, le arruine un par de negocios grandes y su posición se había comprometido mucho, los rumores de un nuevo error le costarían la cabeza. No puedo permitir que alguien lo asesine. Ese placer es mío.

La oscuridad de la noche cubrió las calles de la ciudad, el tiempo corrió lento, y el sonido a mi alrededor golpea a mis oídos como misiles en mitad de la nada

Todo está listo para enfrentarlo en mi departamento, al asesino de mi esposa y de mi hijo. Revise que el arma estuviera en su lugar, debajo de la mesa, lista para ser tomada y accionada.

Si eso salía mal pronto me encontraría con Luca y mi hermosa esposa, revise cada una de las armas dentro del librero. A mi espalda tenía un revolver y debajo de mi chaqueta un par de armas. 

Estaba ansioso por ver la sangre de Jacomo bañar está sala.

 Los hombre que estarían en la reunión comenzaron a aparecer, todos fueron revisados, nadie entraría armado, ¿un poco injusto? no me parecía.

Eran hombres  que se encontraban en posiciones conveniente para el trasporte de la mercancía, una agente aduanal entre ellos, quién garantizaba su aportación y algunos hombres que ya habrían utilizado esa ruta y que además estaban interesados en hacer negocios con el mismo Jacomo.

La función iba a comenzar, solo faltaba Jacomo y estaba impacientes por su arribo, imagine muchas veces esto, que le diría, cuáles eran las palabras correctas para que supiera quien era yo. Y cuánto rencor y odio le tenía.

¿Cómo lo haría, en qué momento le vaciaría el arma en el pecho?… no podía creerlo. Me encontraba nervioso. Ansioso, y una emoción en mi pecho.

Pues está noche, será la última de Jacomo

El sonido del timbre encendió mi corazón de rabia, camine despacio para abrirle la puerta los latidos de mi corazón los escuchaba retumbar en mis oídos, coloque mi mano sobre el arma en mi espalda;

Al abrir me asalto Fabio, me quite la máscara seguro que nadie podría verme, pues ya todos esperaban en el despacho

—Fabio, ¿qué haces aquí? Estás demente, lárgate vas a tirar por la borda todo mi maldito esfuerzo —eso parecido no importarle, algo grave debía estar pasando para que decidiera venir a hablar conmigo frente a frente. Contando que nuestro trato era siempre y solo por teléfono.

—Es importante no puedo esperar y no puedo decírselo por mensaje—revisa todo a su alrededor —¿Dónde está la chica que me mando investigar? ¿Dónde está Hada?

Ya no solo me irritaba su insistencia con Hada, me debía una explicación, el conocía a la chica. Su mirada es retadora.

—¿Cuál es tu obsesión?, dime que pasa?, ¿Por qué te interesa tanto?

Reconozco, celos brotando en mi interior.

—Ella es la chica a la que jure proteger, ella es la hija de Callisto Mazzoni.

La historia de aquella noche, conocía lo que significaba esa mujer para Jacomo, en palabras de Fabio ella era la única debilidad de ese maldito.

El rencor recorre mis venas como demonios llenos de deseos de venganza y no pude impedir que el pensamiento de utilizarla como un objeto para conseguir mis propósitos contra de Jacomo me hundiera más en el placer de imaginar retorcerse de dolor. Asesinarla a ella frente a los ojos de ese maldito, devolverle el golpe con una mayor saña.

—Buenas noches — la gruesa voz de un hombre atraviesa la puerta, de inmediato Fabio reconoció la voz de Rocco.

Por suerte se encontraba de espaldas, su cuerpo cubría mi rostro. Yo logré colocarme la máscara de nuevo entre la penumbra

—Conoces el camino—le ordenó, el inclina la cabeza y camina de frente. —Buenas noches, ¿Dónde se encuentra el señor Jacomo?  ya solo lo esperamos a él para mostrarles la ruta de embarque.

—El señor Tarantino, no podrá venir, —me hierve la m*****a sangre, deseo despedazar lo que sea. —Yo veré lo que tiene para mostrar y le informaré al jefe si es de utilidad.

Cuán difícil era lograr la confianza de ese perro infeliz, cobarde. Pero esto me dará tiempo, enamorar a la mujer que él amaba.

 Quizás esa era la mejor venganza quien mejor que yo para adueñarme de la debilidad de Jacomo. Y cuando el supiera esto entonces yo le arrancaré el corazón con mis propias manos.

—Tarantino confía demasiado en un simple gato —estoy gritando de rabia por dentro —no acostumbro tratar con los empleados

—Terminemos con esto, muéstreme que usted tiene una ruta confiable y también tendrá la confianza del señor Jacomo.

—Adelante créame que tengo lo que Tarantino tanto desea.

El lugar ya estaba lleno de humo de tabaco y los vasos de licor, conversaban mientras la reunión iniciaba. Al entrar con el gusano de Rocco todos guardaron total y absoluto silencio.

—Ya puedes ir llamando a tu patrón. Por qué hasta ahora yo tengo la ruta más segura.

Mostré los planos, les expliqué mis movimientos, los horarios y por supuesto les informe cual sería mi jugosa tajada al permitirles que utilizarán mi ruta, y lo que les costaría tener la seguridad de los hombres que manejaban toda la carga.

De inmediato note el interés de Rocco estaba convencido que tenían una organización perfecta. Y claro que la tenía.

—Creo que si podremos llegar a un buen acuerdo Santoro, — aún lo vi dudar

—¿Hay algún inconveniente?

—Su tarifa, me parece un abuso —Sonreí

—Hay que pagar a muchos para que guarden silencio, ustedes deben entender mejor que nadie eso. Es por eso que detesto rebajarme con los lamebotas, no entiende realmente el negocio.

Parece que nada logra hacerlo enfadar.

La puerta se abrió, una sombra de una persona pequeña se asomó al interior, se rasco un ojo y creí que me había vuelto loco, la sala se volvió una tumba. Mi mente me estaba jugando sucio, imaginé ver a mi pequeño Luca, la humedad de una lágrima corrió entre mi piel y la máscara.

—¿Es un niño? — exclamó uno de los hombres

No era yo el único que lo veía, no estaba demente, no era el dolor y la rabia que sentía al tener a uno de los asesinos de mi familia bajo mi mismo techo…

—Santoro tiene buenos secretos  — hubo risas.

Mis cuerpo se movió despacio para ir hacia el pequeño, me puse en cuclillas frente a él.

—¿Papá… mamá? —era un niño sano, tenía mucho de Hada en él, esa mujercita me debe explicaciones.

Desde afuera escuché la voz suave de Hada llamando a alguien, queriendo no alertarme, pero en el silencio. ¿Qué demonios hace aquí?

—Callisto … ¿Callisto, dónde estás?—está desesperada.

Imagino que la luz la trajo hasta aquí. Entro, apenas me observó, tomo al niño de los hombros, dio un vistazo alrededor deteniéndose con terror. La vi palidecer…

Su boca libero un sonido extraño, tenso, como un grito ahogado, me puse en pie para comprender a quien miraba.

“Ella es la hija de Callisto Mazzoni”

Cuando vuelvo la mirada a Hada ella ha sacado a su hijo de la sala.

—Les pediré que se retiren ahora mismo. —ordeno con seriedad, no me interesa ni siquiera terminar este trato, las cartas están sobre la mesa. Y estoy seguro que Tarantino no resistirá esta oferta. Más si sigo interceptado sus cargas.

—Santoro tiene un gusto exquisito con las mujeres.  —Rocco sigue en la sala en el mismo lugar sin moverse ni un poco, está pensativo

—He ordenado, que se larguen…

—Los negocios no se mezclan con los asuntos personales. La interrupción de su mujer no debería terminar con esta reunión…

—Estoy dándole la oportunidad a tu patrón lo medite, no he visto que esto te parezca ventajoso para tu patrón, y no tengo más que decir, ¿para qué perder el tiempo?

—Cerraremos el trato, mi jefe estará satisfecho de saber qué su mercancía estará segura, sabe lo que podría pasar si algo sale mal, ¿cierto?

—No tengo nada, absolutamente nada en esta vida que perder.

Rocco sonrió, imagino cuáles son sus pensamientos, deseo sacarlo a patadas y correr a buscar a Hada. Me hace enfurecer esa mirada, cree que me tiene en sus manos.

—Ya lo veremos.

Sale despacio observando a todos lados. Sabe el camino para largarse. Cuando cierra la puerta y siento el silencio de mi departamento, arrojó la máscara al piso.

Voy de inmediato a buscarla, ¿qué demonios hace un niño en mi departamento?

—¡Hada! — la habitación está vacía, la cama estaba aún tibia. No debía estar muy lejos. Llame a Fabio ya que no había peligro, pero jamás apareció.

Era tan ingenuo como esperaba que el aún estuviese aquí. Me reí al verme convertido en un payaso del que todos se burlaban.

 Marqué el teléfono de Fabio una y otra vez hasta que esté me envió a buzón. El desgraciado se llevó a mi Hada.

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