Laura había comenzado a interesarse en el sexo opuesto. Los muchachos de pronto le llamaban la atención, pero era lo suficientemente tímida como para socializar adecuadamente con ellos. Tampoco ella era capaz de tener amigas, mucho menos amigos. Al tener una familia lo suficientemente "extraña", tal como ella le llamaba no quería contarle a nadie lo que vivía diariamente. Mucho menos deseaba que alguien visitara su hogar, ya que tendría que explicar por qué los muebles desaparecían y luego aparecían otros diferentes. Laura era plenamente consciente del problema de su padre con las apuestas, aunque no tenía idea de la dimensión que había adquirido tal adicción ni cuánto su vida cambiaría en un tiempo. Por la timidez de Laura, también por la falta de una figura femenina, así como también por no tener amigos con los que hablar, ella había comenzado a buscar cierto grado de atención que pronto descubriría que llegaría de gente inadecuada. Era un día normal en el que Laura iría a clase
Leer más