No estuve consciente por algunas horas. Después del procedimiento, me quedé dormida porque ya era de noche, y desperté hasta la mañana siguiente. Cuando abrí los ojos me decepcioné de aún continuar con vida. Quería cerrar mis ojos y volver a dormir, pero mi cuerpo ya no podía hacerlo, ya había dormido por varias horas. Opté por permanecer absorta mirando al techo blanco. Traté de no pensar en nada, pero pronto, las malas noticias comenzaron a llegar hasta mí. Primero una enfermera intentó hacerme comer algo. Yo no tenía el más mínimo apetito, pero como yo no deseaba comer, ella fue a buscar al doctor arrogante, que aparentemente, me estaba atendiendo. Mientras la enfermera regresaba con el doctor, fingí que me quedaba dormida de nuevo para que no me molestaran. Pero, se dieron cuenta.—Muy bien señorita… Veamos, ¿por qué no quiere comer? ¡Debe hacerlo para tener fuerzas y atender la situación de su padre! ¡Eso no se va a resolver solo! —gritó el doctor, mientras yo tenía
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