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Capítulo 04: Christopher King

Lo vi alejarse lentamente y no sabía qué pensar de todo eso. Él se sentía culpable, tal vez, pero no podía saber si también me apreciaba o solamente quería saldar cuentas conmigo… Sin embargo, mi corazón no me dejaba tranquila. Mi corazón me hacía reflexionar qué es lo que estaba pasando con él y conmigo, porque el simple hecho de haberlo visto por primera vez me hizo sentir una sensación inexplicable.

Sinceramente yo quería creer, que tal vez, algún día y por alguna razón, él podría descubrir algún tipo de amor o cariño hacia mí… Esa era mi máxima ilusión en esos momentos… Pero era demasiado pedir, para ser verdad… Además, era imposible que un hombre como él pudiera enamorarse alguna vez de una chica pobre y común como yo. Él era muy importante y estaba segura de que muchas mujeres estarían detrás de él… Sin embargo, mi corazón había decidido creer…

Mis esperanzas eran en vano. No había ninguna posibilidad para mí, estaba segura de que un doctor, hijo de grandes empresarios, jamás se fijaría en una chica que no tuviera ningún futuro, ningún porvenir y ningún atractivo. Pero, sin poderlo controlar, muy al fondo de mí misma escuchaba una voz que me decía que seguramente el destino me había traído al doctor más angelical que había visto en mi vida, por alguna buena razón.

No estaba de más tratar de conocer sus verdaderas intenciones, averiguar si él quería en realidad ayudarme o si estaba buscando simplemente salir de la situación. Fue así como observé atenta que el doctor misterioso y más angelical del mundo pasaba a menudo para asomarse por mi puerta… Creo que él quería saber si yo ya estaba dispuesta a hablarle o darle una segunda oportunidad.

Decidí en un buen momento de esos, que no estaría de más darle esa oportunidad que él tanto necesitaba. Así que, cuando él se asomó de nuevo, simplemente le llamé y le pedí un vaso de agua.

—Disculpe, doctor… Si no está ocupado… ¿Podría traerme un vaso de agua? Tengo demasiada sed… No sé si eso sea normal. ¿Cree usted que sea algún problema físico para preocuparse? ¿Algún síntoma? —pregunté de forma casual, pero llamando su atención.

—Con gusto señorita Rachel… Me alegra que esté hablando de nuevo conmigo. Ahora mismo voy a pedir su vaso de agua… Dígame si siente algún mareo, algo de vértigo o algo más, además de la sed… —preguntó para darme un mejor diagnóstico.

—No doctor, de hecho no siento nada de eso. Solamente tengo una sed tremenda. Le agradezco mucho sus atenciones, por cierto… Sé que hace un momento no pude decírselo, pero estoy segura de que no son malas intenciones las que usted tiene para ayudarme, y está por demás decir, que no he sido muy cortés con usted, a pesar de todo lo que ha hecho por mí. Lamento mucho haberme comportado así al saber que, bueno, que fue usted el que me arrojó por el camino… Que, para ser sincera, me habría hecho un gran favor… Sin embargo, el favor nunca se completó… —describí con sinceridad, a pesar de que el doctor podría pensar muy mal de mí.

—¡De ninguna manera, Rachel! Te agradezco mucho que me estés dando una oportunidad más para demostrarte que mis intenciones jamás han sido en el sentido de lastimarte o sacar algún provecho de ti... Lo único que deseo, y de todo corazón te lo digo, es que tú estés bien. Por eso quisiera poder hacer más por ti, pero sé que no tienes confianza en mí, y por lo tanto, quisiera ganármela de alguna forma… —confesó el doctor, regresando nuevamente a mi lado y tratando de tomarme la mano, lo que me hacía temblar de emoción.

—Doctor… Quisiera preguntarle algo y espero que no se ofenda. Podría decirme en realidad… ¿Por qué está haciendo todo esto por mí? Para ser sincera, jamás alguien había hecho algo por mí, y mucho menos algo tan importante… Y no sé cómo reaccionar a eso… Simplemente no entiendo por qué es que usted lo hace —pregunté desconfiada, pero con el corazón en la mano.

—Entiendo tu desconfianza, Rachel… Y no quiero que pienses mal de mí… Jamás haría algo para lastimarte, ni tampoco tengo intenciones torcidas. Quizás nadie te trató bien antes porque no conociste a las personas correctas debido a que estabas cuidando al señor Pedro, que, como bien te comenté, era un gran amigo mío. Pero, para ser sincero, no debe de haber una razón rara por la cual uno quiera ayudar a alguien más… En mi corazón existe un solo sentimiento y se trata de la bondad… Hacer el bien… ¡Cómo quisiera que entendieras que hago todo esto porque siento que debo ayudarte, ya que ayudar me satisface demasiado, en el sentido de que complace mi alma —confesó sinceramente, o al menos eso yo creía.

Para ser honesta, jamás había escuchado palabras tan lindas en alguna persona que no fuera mi padre. Me gustaría que todas las personas del mundo fueran como él, empezando por mí misma… Sé que no soy la mujer más valiosa del mundo, ni la más hermosa y mucho menos la más afortunada... Sé que no tengo prácticamente nada a favor… Pero debo presumir que en mi corazón también existen hermosos sentimientos, esa bondad que el doctor acababa de describir con tanta dulzura me hacía sentir identificada.

En cierta forma, creo que ayudar a mi padre también me llenaba el alma… Ahora debería saber si sus palabras eran sinceras o solo estaba fingiendo, pero en el fondo de mí, sentí que no había ninguna razón para desconfiar de él. Sin embargo, una clase de presentimiento acechaba mi conciencia y no sabía sobre qué era aquella advertencia de mi corazón…

—¡Wow, doctor! En verdad me sorprende cómo usted se ha expresado… Sus palabras me conmovieron… Me parece que usted es una persona sumamente valiosa en el mundo, y espero, con todo el corazón, no equivocarme… Escuche, he estado pensando en torno a la situación de la denuncia… Cómo le repito, quizás usted estaba haciéndome un favor sin que usted lo supiera, porque usted no sabe cómo deseaba yo que ese accidente ocurriera, y que me llevará, al fin, al lado de mi padre… Debo confesar qué sin él, prácticamente no soy nada, estoy sola en el mundo y el dolor que me espera será infinito… —confesé, creyendo seriamente en mi soledad.

Por un momento pausé mis palabras, porque tragué saliva y traté de detener las lágrimas que estaban a punto de brotar por mis ojos, otra vez… No quise continuar explicando el dolor que sentía y que oprimía mi pecho. No quise causarle lástima… Pero, sinceramente, no pude detenerme. El dolor fue tan, pero tan fuerte, que me causó un incontenible llanto.

En un principio, el angelical doctor no quiso decir nada y solo observaba... Puso su mano sobre mí, y simplemente, esperó en silencio a que yo dejara de llorar… Pasaron varios minutos y el único sonido en esa habitación era mi sollozo, mis lágrimas cayendo y mis pequeños gemidos de dolor que traté de controlar.

Después de algunos minutos, mi pecho vibraba en silencio y ya solamente se podía sentir que estaba esforzándome por calmarme por completo. Poco a poco mis lágrimas se fueron secando y él aún seguía a mi lado, sin decir nada, solamente aguardando, lo cuál agradezco de todo corazón.

Cuándo finalmente pude contenerme, empecé a hablar de nuevo y a contarle toda mi historia. No sé por qué me abrí con él, pero creo que de cierta manera, él había recuperado mi confianza…

—Discúlpeme doctor… La verdad es que algunos sentimientos todavía no los puedo controlar y no sé cómo reaccionar… Le agradezco muchísimo que se haya quedado a mi lado todo este tiempo y que no haya dicho nada… ¡Snif! Sé que usted tiene otras cosas más importantes que hacer… Pero, quizás puede comprender un poquito lo que estoy sintiendo, ya que también conoció a mi padre… ¡Snif! —dije, aún sollozando.

—Creo que por mí mismo, no podría entender lo que estás sintiendo… Sin embargo, mi mejor amigo también perdió a sus padres de una forma muy similar, y sé lo mucho que él sufrió por varios años… Pero, puedo decirte que no es tu culpa y que el dolor que te consume puede llegar a ser insoportable, pero debes seguir adelante… Además, te agradezco también tu confianza de que te estés abriendo conmigo… —confesó el doctor con una mirada entristecida.

—Los médicos no supieron exactamente qué fue esa rara enfermedad que atacó a mi padre sin una explicación y sin que encontrarán el tratamiento adecuado para salvarlo… Fue lo que más me angustió durante varios años… Al menos, pese a todas las predicciones médicas, mi papá estuvo a mi lado durante toda mi adolescencia, durante varios años, luchando con la enfermedad desconocida aún para la ciencia. Sin embargo, acepto que debido a eso, no tuve oportunidad de salir a conocer el mundo, de tener amigos, estudiar o de hacer algo de mi vida… —le expliqué al doctor, abriéndome con él.

—Sé que no es de mi incumbencia y de nuevo te agradezco tu confianza… Pero, dime, entonces no conoces a nadie más… ¿Es decir, no tienes novio, amigos, vecinos, conocidos, familia…? —indagó el doctor Christopher .

—No doctor, no tengo a nadie, absolutamente a nadie… Creo que a la única persona que conocí era a “Urge_Amor_50”, pero él dejó de escribirme hace varios meses, cuando al fin me conoció a través de una foto… Así que se podría decir que que no, no tengo a nadie… Y es lo que más me duele… No me duele saber que estoy completamente sola… Lo que me duele es saber que sí quisiera una palabra de aliento nadie pudiera dármela… Es muy triste reconocer que, como van las cosas, hoy en día, la mejor persona que me conoce es usted, la misma persona que me pudo haber llevado al más allá… ¿Qué patético, no? —confesé, sintiéndome nuevamente deprimida.

—Lamento escucharlo… Y te lo digo sinceramente… Debe ser muy triste pensar que estás sola, pero créeme que no lo estás… Al menos, ya nos estamos conociendo ¿no? Por favor ya no me digas doctor, me gustaría que confiemos el uno en el otro, conocernos y ser buenos amigos… ¿Por qué no solamente me dices Christopher ? Por cierto, mi nombre es Christopher King… —dijo el doctor Christopher con amabilidad.

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