Estaba contando a Christopher King mi teoría de cómo mi foto fue la que arruinó todo entre el hombre sin foto y yo, y la forma en la que le mostré la foto de mi madre también, ocasionando que inevitablemente nos comparara, pues se dio cuenta de lo evidentemente guapa que era ella y yo no, cuando Ricardo Jaime se acercó silenciosamente como un fantasma y me dio el vaso de agua. No nos habíamos dado cuenta de su presencia hasta que él dijo un comentario insulso en voz alta, que llamó nuestra atención.—Eso te pasó por confirmarle que te consideras fea. Si dices que tu madre era más guapa que tú, ¡obviamente que iba a confirmarlo sin dudar! A los hombres nos seduce más la actitud y la seguridad propia que cualquier otra cosa. Si actúas como tonta y fea, así te tomarán —comentó Ricardo, haciéndome brincar del susto.Las palabras de Ricardo Jaime eran muy duras, pero tenía razón. No importaba cuántas veces Christopher King me dijera que yo no era fea, si yo no comenzaba a creer eso
—Querido Christopher … ¡Tienes un corazón de pollo! Eres demasiado débil para este trabajo, siempre pensando en las emociones de los pacientes. ¡Trae para acá ese expediente! ¡Esta vez lo haré por ti! Pero solo, porque espero que al fin me aceptes ese café que tenemos pendiente, ¡eh! —advirtió su jefa, la Dra. Clarisse, cuando Christopher King no logró darme aquella noticia.Sin embargo, Christopher King se alegraba de que ese café nunca llegaría. Siempre que la Dra. Clarisse lo invitaba o decía algo al respecto, Christopher King respondía que tenía cosas que hacer con Rosa, hija del director del hospital, por lo que Clarisse no podía poner objeción. —¡Sé que Rosa no es mi novia en sí, tampoco es que ella sea todo un encanto, pero el hecho de que ella esté enamorada de mí, me ha ayudado bastante a controlar a las mujeres que me acosan como a la Dra. Clarisse y a otras! —pensaba Christopher , mientras esperaba en la sala de espera. Mientras Christopher King estaba perdido en
Ricardo Jaime me miró fijamente a los ojos. Su mirada era fría e intimidante. Sus cristalinos ojos grises apenas dejaban ver las dimensiones de sus pupilas, lo que me causaba calosfríos. Ricardo no bromeaba sobre su amenaza de evitar que se presentara algún malentendido entre Christopher King y mi presencia en su casa. Entonces, comprendí que mi papel en la vida de Christopher King solo sería de amistad, y una amistad muy distante. Con las mejillas ruborizadas, y con el corazón roto, tuve que asentir tímidamente, pasando saliva.—No te preocupes, Ricardo Jaime … No me interpondré entre ellos y cuidaré mi distancia para evitar cualquier malentendido. De todas maneras, yo estaba segura de que un chico tan atractivo como él, jamás se fijaría en mí. De eso ya no me cabe duda. Lo que hace Christopher , solo lo hace por ayudarme… Ya me quedó claro… —confirmé, mostrando que había entendido perfectamente las palabras de Ricardo Jaime .—Buena chica… Pero no abuses de su generosidad. Promet
—¡Dr. Richard Goldsmith! ¡Lo siento! ¡No me había dado cuenta de que usted estaba aquí! ¿Vino a visitar a Rachel también?... ¿Acaso la conoce? —se disculpó Christopher , pero sospechó del director, y él de Christopher …—Yo te lo preguntaré de nuevo hijo… ¿Cómo está eso de que la chica es tu alumna…? Tú y yo sabemos que eso no es verdad… —reflexionó el director. —Habla muchacho… —¡A usted no puedo engañarlo! Pero, por favor, no le diga nada a nadie en el hospital y ayúdeme. Verán, ella es una chica buena, y no tiene a nadie más en el mundo... Acaba de perder a su papá, el señor Pedro Baker, quien fue mi fiel empleado, y no merece pasar por esto ella sola… Y yo no puedo hacerme el desentendido después de lo que le hice… Creo que a estas alturas usted ya se enteró de que falté un par de días porque fui yo mismo quien la arrolló… ¿Pueden fingir que no saben la verdad, por favor, para evitar el escándalo y hacerla pasar por mi alumna? Quiero cuidar de ella mientras se pone estable emoci
—De acuerdo, solo tomo unas cosas y me iré… Por cierto, ¿dónde está tu “héroe”? ¿Ya no te llevará a su casa?... ¿Lograste convencerlo? ¿Estabas llorando, verdad?... Tienes todos los ojos hinchados… ¿Fue por eso? ¿Y ese vestido? —cuestionó Ricardo, dándome la espalda.La verdad, me molestó que preguntara tanto y no se fuera. Para no tener que soportarlo más tiempo, tuve que contestarle rápidamente.—Está con el director… Vino a visitarme porque conoció a mi padre y él me obsequió este vestido… Christopher fue a tomar un café con él… Creo que ahí me esperarán… Y sí, antes de que tu entraras sin tocar, estaba llorando porque hoy será el día en que dejaré mi pasado atrás… ¿Algo más, señor? —respondí de mala gana.—¡No me contestes así, chica berrinchuda! ¿Crees que a mí me importa tu vida? ¡Ja, ja! ¡Qué risa! —dijo con sarcasmo. —Solo te pregunto porque me preocupa el futuro de mi amigo, y más ahora, que al parecer mi padrino está al tanto de tu situación. ¿Qué no te pones a ver lo que
—¡Terapia psicológica! ¿No estarás pensando en…? —se exaltó Ricardo, tirando el café por los lados, recordando que Christopher se lo había mencionado antes…Parecía que Ricardo Jaime podía leerle perfectamente la mente. Tan solo oír la palabra psicología, le hacía pensar en una sola persona que él conocía perfectamente.—¡Sí! De hecho Ricardo, me gustaría ver si tú pudieras ayudarme… —añadió Christopher King.—¿Qué? ¿Yo? ¡No bromees! ¡Ni loco! ¡No! ¡No! Y ¡No! —cruzó Ricardo los brazos, tirando el resto de su café.—¡Vamos, viejo! Sabes lo difícil que es conseguir una cita con ella, ¡con lo ocupada que está! ¡Pero a ti nunca te negaría nada! A pesar de todo lo que le hiciste, aún sigue muy enamorada de ti… Además ya no sales con Jazmin y estás soltero… ¡Vamos, por favor, amigo! —suplicó Christopher .—¡Jamás! ¡Sería como rogarle! ¡Rebajarme! ¡Me he dado muy bien mi lugar ignorando sus mensajes y no voy a ceder! ¡Lo siento, tendrás qué resolverlo de otra forma! —respondió Ricardo Jai
—Nunca he ido más allá del hospital central, doctor. Me gustaría conocer la ciudad… Aunque tomara ese autobús alguna vez, aún así creo que me perdería… Podría parar un día en el aeropuerto sin querer… —bromeé, mientras retiré poco a poco mi mano. El director volteó a mirarme cuando sintió que había quitado mi mano de la suya. Me sentí muy avergonzada de inmediato y me puse muy colorada. Sin embargo, para mi suerte, el doctor no mencionó nada al respecto.—¡No te preocupes! ¡Nunca llegarás tan lejos, porque el aeropuerto está en una avenida diferente! ¡Jajaja! —bromeó el director.—¡Je…je! Sí, ¿verdad?... Como nunca he ido… —contesté, riendo y sudando.—Bueno… algún día lo harás, te lo aseguro… ¿Te gustaría viajar, Rachel? —me preguntó amablemente, mirando de nuevo a su ventana.—Sí… Es decir… ¿A quién no le gustaría? —supuse.—¿A qué lugar te gustaría ir? ¿Has soñado con ir a alguna parte? —continuó el doctor.—Bueno… He oído que Inglaterra es un país muy bonito… —respondí, con lo p
Sin embargo, algo distrajo su mirada. Cuando él estaba tan cerca de mí, que casi podía sentir su aliento en mi piel, noté que sus ojos voltearon a ver fijamente algo a mis espaldas. No pude evitar voltear a ver también. Di la vuelta, dándole la espalda a Christopher , y él me abrazó por la espalda con ternura. Sin embargo, lo que estábamos viendo, nos preocupó a ambos. Se trataba de Dr. Goldsmith. Estaba al lado del sepulcro de mi padre, arrodillado en otra lápida. Le lanzaba las flores una a una y parecía que oraba o le hablaba. Después nos dimos cuenta de que en realidad ¡estaba llorando! Su espalda mostraba constantes movimientos en su diafragma y a menudo se llevaba las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas. Nunca imaginé que el director fuera tan sensible, pero, una especie de presentimiento recorrió mi cuerpo. El comportamiento del director, por muy empático que fuera, era muy extraño de ver en esos precisos momentos. Quizás le dolía la muerte de su propia es