—Nunca he ido más allá del hospital central, doctor. Me gustaría conocer la ciudad… Aunque tomara ese autobús alguna vez, aún así creo que me perdería… Podría parar un día en el aeropuerto sin querer… —bromeé, mientras retiré poco a poco mi mano. El director volteó a mirarme cuando sintió que había quitado mi mano de la suya. Me sentí muy avergonzada de inmediato y me puse muy colorada. Sin embargo, para mi suerte, el doctor no mencionó nada al respecto.—¡No te preocupes! ¡Nunca llegarás tan lejos, porque el aeropuerto está en una avenida diferente! ¡Jajaja! —bromeó el director.—¡Je…je! Sí, ¿verdad?... Como nunca he ido… —contesté, riendo y sudando.—Bueno… algún día lo harás, te lo aseguro… ¿Te gustaría viajar, Rachel? —me preguntó amablemente, mirando de nuevo a su ventana.—Sí… Es decir… ¿A quién no le gustaría? —supuse.—¿A qué lugar te gustaría ir? ¿Has soñado con ir a alguna parte? —continuó el doctor.—Bueno… He oído que Inglaterra es un país muy bonito… —respondí, con lo p
Sin embargo, algo distrajo su mirada. Cuando él estaba tan cerca de mí, que casi podía sentir su aliento en mi piel, noté que sus ojos voltearon a ver fijamente algo a mis espaldas. No pude evitar voltear a ver también. Di la vuelta, dándole la espalda a Christopher , y él me abrazó por la espalda con ternura. Sin embargo, lo que estábamos viendo, nos preocupó a ambos. Se trataba de Dr. Goldsmith. Estaba al lado del sepulcro de mi padre, arrodillado en otra lápida. Le lanzaba las flores una a una y parecía que oraba o le hablaba. Después nos dimos cuenta de que en realidad ¡estaba llorando! Su espalda mostraba constantes movimientos en su diafragma y a menudo se llevaba las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas. Nunca imaginé que el director fuera tan sensible, pero, una especie de presentimiento recorrió mi cuerpo. El comportamiento del director, por muy empático que fuera, era muy extraño de ver en esos precisos momentos. Quizás le dolía la muerte de su propia es
La historia oculta detrás del atractivo y arrogante rostro del casanova Ricardo Jaime, envolvía un tórrido romance con la más célebre autora de la ciudad, Bella Baumann, antes de que ella ganara toda esa fama. Ella era una reconocida doctora en psicología, dedicando gran parte de su investigación al trastorno psicológico ocasionado por la depresión y la tanatología, pero saltó a la fama cuando su libro "Cómo vencer la soledad sin morir en el intento" se volvió un Best Seller en todo el mundo. Se podría decir que se trata de una mística conspiración del universo, que ella estaba destinada a llegar a mi vida para ayudarme.Bella Baumann era impresionantemente famosa en todo el mundo, ya que había salido varias veces en la televisión y participado en muchas conferencias motivacionales. Ella era todo un fenómeno en las redes sociales, ya que se le conocía por compartir frases inspiradoras y videos cortos de reflexión. Además tenía su propio canal y programa de radio donde hablaba ampliam
—Bueno, la carrera de doctor es algo a lo que mi familia y amigo se dedican… Comenzando por el padre y el padrino de Ricardo, quienes han sido muy importantes para mi vida… Y yo ya quería estar en acción directa con la gente. La medicina es una carrera en la que las prácticas sociales inician desde que ingresas a estudiar, y eso era lo que yo quería. Los sueldos no se comparan con los de un político o empresario, pero la verdad no hago esto por dinero. Además, los doctores viven siempre aprendiendo, mediante su entrega a la investigación, con un amplio impacto para el mundo —describió Christopher . —Tus padres te dieron todo, ¿no es así?... Has sido muy afortunado, porque nunca has tenido que trabajar por tu supervivencia… Nunca has tenido que preocuparte por si el pan llegará o no a tu mesa y por eso puedes dedicarte a lo que amas… —comenté con un poco de celos por la vida perfecta de Christopher . —Bueno, quizás no he tenido que sufrir algo así, pero estoy agradecido por que mi vi
—¡Sí! ¡Imagínate! ¡Con lo celosa que es ella! ¡Sería el fin del mundo si se entera! —bromeó Ricardo, viendo de reojo a Bella, pero aún indiferente. —¿Y qué dice Christopher sobre el planteamiento de los posibles celos de su novia? —preguntó Bella.—Dice que inventará que esta chica pobre es tan solo “su alumna”… Cree que todo el mundo es tan inocente para tragarse eso… —volteó los ojos Ricardo.—¿No crees que exista la posibilidad de que a Christopher en realidad le guste la chica? —intuyó Bella.—¡De ninguna manera! ¡La chica no es guapa! Además no tiene educación, estilo, contactos, cultura, dinero… Estoy seguro que ni siquiera sabe quién eres tú… Es una chica pobre, rural, poco agraciada, con nada de seguridad propia… —describió Ricardo, como si se tratara de lo peor del mundo.—¡Uhmmm! ¡Ya veo! ¿Acaso no te has dado cuenta que a Christopher no le interesan esas cosas de las personas? Él le daría la mano ya fuera a un indigente como a un presidente… —insistió Bella, comenzando el
Cuando Christopher abrió la puerta de su apartamento, todo era perfectamente visible, porque los grandes ventanales que lo rodeaban, permitían una completa entrada de luz solar. La forma circular de la construcción era espectacular, ya que dejaba ver la gran terraza que rodeaba el apartamento. La terraza tenía una bellísima vista al mar, un pequeño bar para las reuniones, una parrilla, muchas plantas y algunos sillones para sentarse a observar el mar con paz y tranquilidad. Aquél lugar parecía un santuario de paz. A pesar de la energía de calma que vibraba en ese sitio, Christopher me confesó que a menudo él pasaba sus noches de soledad admirando el mar; que ni siquiera le daba tiempo de leer o ver televisión. Su escape era la vista al mar. Cruzando el salón, estaba la cocina y el comedor. Sus padres compraron un enorme comedor de cristal para doce personas, pero era absurdo que un joven de su edad, viviendo solo, tuviera semejante comedor. Apenas un jarrón con ramas secas habit
De repente hacía más calor que nunca. Era sofocante pero traté de tranquilizarme. Cuando fui a mi cuarto, Christopher salió de la bañera y buscó en la percha su bata de baño, pero no estaba. Había olvidado qué me la había prestado y en ese momento yo la traía puesta.—Y ¿ahora qué me pongo? —pensó.Tomó un par de toallas y las amarró a su cintura, dejando todo su torso fortificado y húmedo al descubierto, y se dirigió a la habitación contigua. Abrió la puerta y entró hasta el cuarto de baño. Ahí estaba yo sentada en la orilla de la bañera, esperándolo, con su enorme bata de baño que me llegaba hasta el piso. Él entró con el cabello mojado y con gotas de agua aún escurriendo sobre su piel. Yo me limité a tragar saliva y observarlo de reojo. Entonces me mostró cómo ajustar las llaves de agua… Levantó las famosas llaves y me explicó que para regular el flujo del agua había que girarlas un poco a la derecha. —Ahora sólo a esperar que se llene la bañera —dijo, volteando a mirarme para com
Jamás había visto un cuerpo desnudo que no hubiera sido el mío propio, mucho menos el cuerpo de un hombre tan angelical y divino como éste. Con la mente fija en aquella figura celestial, me alejé lentamente hacía el pasillo. Ni siquiera la majestuosidad del paisaje que se vislumbraba desde aquellos ventanales, podía hacer que se desviara mi atención de aquél monumental impacto. Todo mi ser, mi alma, mi cuerpo, mi corazón y mi deseo se habían volcado hacia la más bella creación de Dios. Una energía poderosa recorría todo mi cuerpo por aquél deleite visual y espiritual. Simplemente por mirarlo, sentí que había estado en el paraíso.—Nunca había visto el cuerpo de un hombre… No, no puede ser… ¡Esto está mal!... ¿O no?... Quizás para la gente rica es completamente natural dormir sin ropa… Pero yo… No sé porqué me siento tan avergonzada… No sé exactamente qué siento… Es como si el estómago me diera vueltas… ¿Qué debo hacer?... No despertó ni porque llamé a su puerta… Debe en realidad e