―¡¿Qué?! ¡¿Bromeas?! Irte así sería egoísta… ¿No ves que Rachel y yo te necesitamos cerca? Eres la única persona que conozco que siempre acierta en los consejos que nos das… Además, si te vas… ¿Con quién podría hablar de todo? —alertó Ricardo, preocupado y contrariado con la decisión de Bella.
―Pero… Ricardo… Es que… Verás… Desde el error que acabamos de cometer… Estoy segura de que… Uhmmm… Cof… Cof… ¡Qué difícil decir esto…! —reconocía Bella con timidez, y Ricardo notó cómo se le subió el rubor a las mejillas.―¿De que aún me amas? —acertó Ricardo con tranquilidad.Tras la pregunta de Ricardo, Bella se puso muy roja e impresionada por la habilidad de Ricardo para deducir sus expresiones… ¡Hasta parecía que le había leído la mente!―¿Cómo lo supiste…? Hmmm… Sí… Exactamente… Por eso es que es tan difícil para mí… —confesó Bella, buscando esquivar la mirada directa con él.―Lo supe porque también pasó lo mismo conmigo… Me di cuenta de cuánto te necesitaba y que másAunque Ricardo quería ocultarlo, estaba más feliz que nunca. Se le notaba en la sonrisa y en el brillo de sus ojos… Era un enamoradizo de primera, pero esta vez se le veía un semblante radiante, que hasta los latidos de su corazón podían escucharse fuertemente.—Nada… Nada… Jeje… Por cierto, Bella preguntó cuándo serás dado de alta. Si esta noche duermes bien y sin problemas, serás dado de alta mañana por la mañana. Pero aún necesitarás estar en cama el día de mañana, para que recuperes tus fuerzas… No te preocupes, podrás quedarte en mi apartamento y cenaremos todos juntos pues será Noche Buena… Puedes invitar a Bella, por cierto… —señaló Christopher , motivando a Ricardo.―¿Una cena navideña todos juntos…? Sería algo inolvidable… Uff… Pero no… No creo… Rachel estará ahí y no creo que sea buena idea… Quizás, si ya estoy bien, el día de navidad recompense a Bella… Oye, no quiero que digas ni una palabra de esto a Rachel… Aún no sé a quién de ellas dos amo de verdad… Así que
―Y, ¿bien?... Habla muchacho… ¿Qué te pasa?... ¿Es por tu amigo?... La Dra. Clarisse nos habló este fin de semana y nos contó que el chico había caído en coma… ¿Cómo se encuentra?... A veces creo que te preocupas mucho por él y no creo que sea una buena influencia para ti… —No… no es sobre eso, él ya está bien… Es sobre Rosa y yo… Dr. Goldsmith: Me he dado cuenta de que no estoy enamorado de su hija.El director se quedó mirándolo, sorprendido, unos segundos; pero luego, se echó a reír. ―¡Jajaja! ¿En verdad crees que no me había dado cuenta? ¡Si ni siquiera puedes estar cerca de ella! ¡Estoy seguro que eres el único que no se había dado cuenta!... Pero no te preocupes chico… Ya aprenderás a amarla con el tiempo, así como lo hice yo…—Así como… ¿usted? Pero ella es su hija…―Bien chico… creo que es momento de decirte la verdad… ¡Rosa no es mi hija biológica!... Ella es adoptada. Verás… Mi esposa fue una importante duquesa, y mi familia creyó que ella sería perfecta para darle una pod
Mientras Ricardo miraba con rencor a Rachel y viceversa, el celular de Christopher comenzó a sonar en su habitación y tuvo que ir a contestar. Una vez que Christopher entró a su habitación, Ricardo aprovechó para coquetear con Rachel. Se levantó de su lugar, con el pretexto de ir por unas servilletas, y se paró justo detrás del asiento de Rachel. Luego se acercó hasta su oído y le susurró:―Mira, Rachel… ¿Sabes qué es esto?―¿Ricardo? ¿Qué haces? ¿Una hoja?―Es un muérdago… Significa que debes besarme…―Eso no es un muer…Antes de que terminara la frase, Ricardo ya la estaba besando en la boca. A Rachel casi se le para el corazón… Todo fue tan rápido que ni siquiera ledio tiempo de cerrar los ojos. Cuando menos sedio cuenta, Ricardo ya la estaba mirando con sus sexies ojos, después de haberla besado. ―¿Ricardo?... Pe… pero…―¡Ajá! ¡Ya te habías olvidado de mis besos! Pero no te podías quedar sin tu beso de navidad…
El desayuno se tornó bastante silencioso, ya que los celos entre Rachel y Ricardo estaban al rojo vivo. Pero pronto llegaría la hora en la que todos necesitaban ir a sus respectivas actividades. —Bueno, Rachel… Trae ropa abrigadora… y Ricardo, ¿Ya no necesitas nada de la habitación?Algunos minutos más tarde, ya estaban todos listos y se reunieron en la sala para partir. De nuevo, Christopher fue el piloto, Rachel se sentó a su lado y Ricardo en la parte trasera. Para Ricardo, las cosas que había dicho Rachel en el desayuno denotaban mucha molestia con él, también la forma en la que no quiso ir a su lado en el auto, por esa razón sabía que las cosas no iban bien, pero no sabía qué pasaba. Quizás pudo ser algo de lo que se habló con la familia de Christopher , o el beso del muérdago… o que no lo había perdonado en realidad o algo más…—Ya estamos en el estacionamiento del hospital… ¡No puedo creer que vayas a trabajar hoy! No hay nadie, mira, tu auto está
―¡Christopher ! ¿Eres tú? ¡Bienvenido! ¡Oigan todos! ¡Christopher ha llegado! ¿Y esta bella signorina que te acompaña? ¿Es la afortunada que te ha robado el corazón? ¿Eh? ¡Ya veo! ¡Ya veo! ¡Yo sé de estás cosas! Lo veo en las ventanas del alma… ¡Pasen, pasen! ¡Per favore!El amable aldeano los guió hasta una casa de huéspedes de la que él era el dueño. Le pidió a su esposa que les ofreciera un chocolate caliente y algo de pan artesanal…―Deben de tener hambre… Fue un viaje muy largo… Tenemos delicioso pan artesanal y mantequilla, y por supuesto, nuestro tradicional chocolate caliente… Mi esposa lo traerá ahora mismo… ¡Christopher ! ¡Michelangelo! Los bambini piccoli te extrañan mucho demasiado… ¿Qué te digo? Todo el día de ayer estuvieron pidiendo a Santa Claus verte el día de hoy… —¡Yo también los extraño mucho! ¿Siguen estando todos?―No… no… Desafortunadamente, la bella Rosalina está ahora con gli angeli… Una neumonía terrible… ¡Ya sabes cómo
Las cosas no marchaban bien en mi vida, y ya no era de extrañarse. Desde años atrás, ya me había acostumbrado a las malas noticias en mi casa y a depender únicamente de mi padre. Él era un empleado de la servidumbre de un lujoso apartamento al que nunca tuve la oportunidad de ir, situado en una de las mejores zonas residenciales de la ciudad. Por esa razón, papá nunca tuvo la posibilidad de darme una buena vida ni estudios, desde que mi madre nos abandonó cuando yo era solo una bebé yo tuve que apoyar a mi papá en todo. Nosotros vivíamos en un poblado rural muy alejado de la ciudad, y la escuela se encontraba bastante lejos, por lo que decidimos que mejor yo aprendería a leer y escribir en casa. Con la ayuda de papá y de algunos libros, aprendí a leer y escribir muy bien, y aprendí algunos conocimientos básicos sobre la vida, como hacer cuentas, entre otras necesidades. Sin embargo, podría decirse que crecí con los ojos cerrados al mundo. Cuando yo comencé a crecer, come
No estuve consciente por algunas horas. Después del procedimiento, me quedé dormida porque ya era de noche, y desperté hasta la mañana siguiente. Cuando abrí los ojos me decepcioné de aún continuar con vida. Quería cerrar mis ojos y volver a dormir, pero mi cuerpo ya no podía hacerlo, ya había dormido por varias horas. Opté por permanecer absorta mirando al techo blanco. Traté de no pensar en nada, pero pronto, las malas noticias comenzaron a llegar hasta mí. Primero una enfermera intentó hacerme comer algo. Yo no tenía el más mínimo apetito, pero como yo no deseaba comer, ella fue a buscar al doctor arrogante, que aparentemente, me estaba atendiendo. Mientras la enfermera regresaba con el doctor, fingí que me quedaba dormida de nuevo para que no me molestaran. Pero, se dieron cuenta.—Muy bien señorita… Veamos, ¿por qué no quiere comer? ¡Debe hacerlo para tener fuerzas y atender la situación de su padre! ¡Eso no se va a resolver solo! —gritó el doctor, mientras yo tenía
Una intensa luz alumbraba mis pupilas, y poco a poco fui recobrando la conciencia. Al parecer se trataba de una lámpara médica, misma que hizo que mis ojos reaccionaran ante aquél brillo que casi me cegaba. Yo tenía unos tubos insertados en mis narices que llegaban hasta mis pulmones, y no podía respirar con ellos. Tuve que abrir la boca y comenzar a respirar con ella, pero no sentía que el oxígeno llegara a mis pulmones. Con desesperación, me agité mucho y abrí mis ojos muy grandes, tratando de enfocar algo y exclamar mi angustia. Mientras mis pupilas se estabilizaron para centrar el foco visual, escuché una voz que ya me era familiar. —Bienvenida… ¿Cómo te sientes? —dijo suavemente, muy cerca de mí.—¡No puedo respirar! —exclamé con urgencia. Entonces, él se acercó a mí, apareciendo primero como una silueta a contraluz, misma que se fue iluminando poco a poco hasta poderla enfocar con claridad. Lo primero que percibí, fueron un par de ojos celestes divinos. Eran los