No estuve consciente por algunas horas. Después del procedimiento, me quedé dormida porque ya era de noche, y desperté hasta la mañana siguiente. Cuando abrí los ojos me decepcioné de aún continuar con vida. Quería cerrar mis ojos y volver a dormir, pero mi cuerpo ya no podía hacerlo, ya había dormido por varias horas.
Opté por permanecer absorta mirando al techo blanco. Traté de no pensar en nada, pero pronto, las malas noticias comenzaron a llegar hasta mí. Primero una enfermera intentó hacerme comer algo. Yo no tenía el más mínimo apetito, pero como yo no deseaba comer, ella fue a buscar al doctor arrogante, que aparentemente, me estaba atendiendo. Mientras la enfermera regresaba con el doctor, fingí que me quedaba dormida de nuevo para que no me molestaran. Pero, se dieron cuenta.—Muy bien señorita… Veamos, ¿por qué no quiere comer? ¡Debe hacerlo para tener fuerzas y atender la situación de su padre! ¡Eso no se va a resolver solo! —gritó el doctor, mientras yo tenía los ojos cerrados. Yo sabía perfectamente a lo que él se refería. Quería echarme del hospital para que fuera a atender los trámites del funeral de mi padre. Y, como yo no estaba de humor para todo eso, me negué a abrir los ojos. Creo que él lo notó porque abrió mis párpados a la fuerza, y comenzó a iluminarlos con la lámpara. Eso me hizo reaccionar y apreté los ojos muy fuerte.—¡Vamos señorita! ¡No gana nada con estar en la cama! ¡Usted ya se encuentra bien y debe retirarse pronto! ¡Despierte y levántese! ¡Deje de estar jugando como una niña caprichosa! —me ordenó de mal modo. Furiosa, desperté y ni siquiera los miré. Me volteé en la cama, dándoles la espalda, para hacer evidente mi molestia y mis pocos deseos de hablar con ellos.—¡No puede estar haciendo sus berrinches aquí! ¡Usted ya es una adulta y debe responsabilizarse de la situación! Imagino que debe estar dolida, pero es necesario que siga con el proceso de duelo. ¡Nadie la va a consentir aquí! —aseguró el doctor, ignorando que mi dolor era más fuerte que yo misma. Yo no estaba haciendo berrinche, estaba deprimida. Nada podía sacarme de ese dolor y de mi falta en las ganas de vivir. Así que nuevamente no contesté nada.—Muy bien señorita… En vista de su necio comportamiento y su falta de cooperación y respeto, este hospital no puede hacer nada más por usted. Usted ya no está en situación de urgencia, por lo que enviaré su alta cuanto antes. Le recomiendo que coma, pero si no lo quiere hacer, no la obligaremos. Sin embargo, ya no puede ocupar esta cama. Enfermera, por favor, brinde a la señorita sus prendas y luego indique a la señorita la salida —dijo finalmente el doctor arrogante y regañón, antes de retirarse molesto de la habitación. Sin decirme nada, la enfermera no demoró en acercarme mi ropa, y el plato de comida. A continuación fue por mi alta cuando yo me vestía. Yo no podía hacer nada, más que irme cuanto antes. Quizás era mejor lidiar con mi depresión lejos de la gente, en la soledad de mi dolor. Cuando la enfermera trajo mi documento de alta, me indicó a dónde debía dirigirme para que se autorizara mi salida, y sin tocar el plato ni mirarla a los ojos, solo me fui en silencio. Pasé a una ventanilla de atención, donde las malas noticias continuaron.—De acuerdo señorita. Su alta de urgencias ya está autorizada, pero usted no puede retirarse hasta cubrir los gastos médicos del hospital —dijo la mujer de la ventanilla.—Pero… ¡Yo sabía que las urgencias eran un derecho gratuito de la ciudad! —repliqué.—Así es, pero no lo mismo con el servicio de autopsia de su padre y los gastos de hospitalización posterior a la urgencia —aseguró, como si se tratara de algo evidente.—Pero… Yo estaba inconsciente cuando me trajeron… De haber sabido que me cobrarían, no hubiera permitido que nos trajeran a mí y a mi padre, ni me hubiera quedado después de la urgencia… —alegué.—Son políticas del hospital. Para que usted pueda continuar con los trámites de su padre, debe liquidar su cuenta primero.—Pero, yo no tengo nada de dinero conmigo… —advertí.—Llame a algún familiar, que le traigan el dinero —sugirió.—Solo éramos mi papá y yo… No tengo más familiares —aclaré.—Bueno, pida prestado a su trabajo… Al banco… ¡No sé! ¡Pero, algo debe hacer! —opinó, con un tono despectivo y violento.—Es que yo… No puedo… No creo que pueda… Bueno, aún me queda algo de dinero en casa, pero para eso tendría que ir a mi casa —declaré, buscando terminar con la situación, aunque dentro de mí, sabía que el dinero en casa, no sería suficiente.—Bueno, déjeme hablar con el director, para preguntar si autoriza su salida para que usted vaya a su casa por el dinero… La mujer habló por teléfono con el director, y al terminar, me entregó un pase de salida temporal que me daba solo tres horas para regresar, advirtiendo que a partir de las tres se me cobrarían cargos adicionales por concepto de permanencia de mi familiar difunto. Tomé mi pase y salí del hospital. Comencé a caminar por la carretera porque no tenía una moneda para pagar el transporte público. Mi pueblo estaba tan alejado, que llegaría caminando a casa en un mínimo de tres horas. Mis sandalias viejas se rompieron a los dos kilómetros y medio de caminar. Además, no tenía ningún caso llegar a casa, por solo unas cuantas monedas. No había nada que yo pudiera hacer en esos momentos. Como ya no podía avanzar porque mi calzado estaba roto, me lo quité de los pies y lo arrojé con fuerza contra el veloz tráfico de la carretera. Un auto iba pasando a toda velocidad y vi cómo arrojó con mucha fuerza mis sandalias fuera de la carretera, y las destrozó por completo. Me quedé ahí parada y descalza, pensando lo peor que podía hacer en ese momento. Mi mente comenzó a tramar un futuro de sufrimiento y a idear que sería mejor no vivirlo. Una especie de fuerza magnética me jaló hacia la carretera, y me detuve casi a la mitad, cerrando mis ojos. Todo sucedió en un segundo o menos. Un auto me dio un fuerte golpe. Yo no sentí dolor en ese momento. Todo se puso blanco para mí, y mi cuerpo voló por el aire como si fuera un bulto de materia inerte. Una especie de liberación y paz llegaba a mí. Finalmente caí al piso unos metros después con una sensación de felicidad. Abrí los ojos por una milésima de segundo y vi ante mí el rostro más bello y angelical que jamás haya visto, con una intensa luz radiante que lo iluminaba por detrás. Sonreí tras cerrar mis ojos, porque creí que un ángel había aparecido para llevarme al cielo. Pensé que mi final al fin se había presentado y estaba agradecida por llegar al lado de mi padre, quien me estaba esperando allá arriba. Antes de perder la consciencia completamente, escuché algunos sonidos a mi alrededor. Varios murmullos de personas, sirenas que se acercaban y una voz angelical a mi lado que me decía que todo estaría bien. Logré sentir una mano cálida acariciando mi frente y mi mano. Fue la sensación más amorosa que jamás haya sentido en mi vida. Sentir ese toque me hizo sentir tranquila y bendecida. Era como si una fuerza divina me estuviera dando ese regalo para que yo pudiera despedirme llena de amor y de paz. Después sentí que me subían a la ambulancia y que rompían mis ropas con unas tijeras. Sentí que metían tubos por mis fosas nasales e inyectaban algo en mi brazo. La voz angelical aún me acompañaba.—Voy con ustedes —dijo preocupado el ángel —soy el responsable…—Deberá dar su declaración a la policía en el hospital —dijo otro hombre.—Lo entiendo… Estoy dispuesto a afrontar los cargos… Lo único que quiero, es que ella se salve —repitió la voz, que ya me parecía familiar. Mi conciencia aún seguía ahí, pero fuera de mí, al mismo tiempo. Fue algo muy raro y extrasensorial. En momentos arbitrarios, yo era capaz de escuchar y sentir lo que me hacían, pero no era capaz de despertar ni abrir mis ojos. En ocasiones parecía un sueño y en ocasiones parecía que yo podía verme a mí misma fuera de mi cuerpo.También, había momentos en los que no presenciaba ni pensaba absolutamente en nada. De hecho, durante todo ese tiempo, yo no pensaba ni reflexionaba por mí misma, tan solo presenciaba lo que pasaba a mi alrededor. Traslados en camilla, tomografías, radiografías, médicos a mi alrededor, transfusiones de sangre… Yo estaba presente, pero al mismo tiempo estaba ausente. Bueno, ya que ahora estoy contando estas palabras, se podrá adivinar que no morí en ese momento, y de hecho, aunque yo no deseaba despertar jamás, el destino me dio una segunda oportunidad. Cabe señalar, que, ahora no recomiendo a nadie que haga una locura como la que yo hice. A veces el dolor puede ser muy fuerte y podemos sentir que el mundo se termina para nosotros. Pero no es así. Aunque parezca que no exista más salida, las puertas se abren tarde o temprano. Ahora puedo asegurarles que el cielo y el infierno no están en lugares lejanos a la hora de morir, sino que están en nuestras manos, y de nosotros mismos depende encontrar uno o el otro. También, ahora puedo asegurar que los ángeles existen y que llegan en el momento en que uno más los necesita, tal como el bello ángel que apareció para mí, cuando creí que ya no habría ninguna salida.Una intensa luz alumbraba mis pupilas, y poco a poco fui recobrando la conciencia. Al parecer se trataba de una lámpara médica, misma que hizo que mis ojos reaccionaran ante aquél brillo que casi me cegaba. Yo tenía unos tubos insertados en mis narices que llegaban hasta mis pulmones, y no podía respirar con ellos. Tuve que abrir la boca y comenzar a respirar con ella, pero no sentía que el oxígeno llegara a mis pulmones. Con desesperación, me agité mucho y abrí mis ojos muy grandes, tratando de enfocar algo y exclamar mi angustia. Mientras mis pupilas se estabilizaron para centrar el foco visual, escuché una voz que ya me era familiar. —Bienvenida… ¿Cómo te sientes? —dijo suavemente, muy cerca de mí.—¡No puedo respirar! —exclamé con urgencia. Entonces, él se acercó a mí, apareciendo primero como una silueta a contraluz, misma que se fue iluminando poco a poco hasta poderla enfocar con claridad. Lo primero que percibí, fueron un par de ojos celestes divinos. Eran los
Lo vi alejarse lentamente y no sabía qué pensar de todo eso. Él se sentía culpable, tal vez, pero no podía saber si también me apreciaba o solamente quería saldar cuentas conmigo… Sin embargo, mi corazón no me dejaba tranquila. Mi corazón me hacía reflexionar qué es lo que estaba pasando con él y conmigo, porque el simple hecho de haberlo visto por primera vez me hizo sentir una sensación inexplicable.Sinceramente yo quería creer, que tal vez, algún día y por alguna razón, él podría descubrir algún tipo de amor o cariño hacia mí… Esa era mi máxima ilusión en esos momentos… Pero era demasiado pedir, para ser verdad… Además, era imposible que un hombre como él pudiera enamorarse alguna vez de una chica pobre y común como yo. Él era muy importante y estaba segura de que muchas mujeres estarían detrás de él… Sin embargo, mi corazón había decidido creer…Mis esperanzas eran en vano. No había ninguna posibilidad para mí, estaba segura de que un doctor, hijo de grandes empresarios, jamás
—¡No doctor! ¡Yo no podría…! ¡Yo le debo mucho respeto y también creo que no hay razón por la que usted deba tratarme tan bien… —respondí nerviosa—Finalmente, ya no somos unos desconocidos ¿no…? —comentó Christopher , haciéndome sentir intimidada, ya qué mi doctor Christopher , tenía mi mano en la suya y la apretaba cada que tenía algo que decir para darme ánimos…—Por favor, Rachel… No me tengas miedo… El respeto, lo tenemos con todos ¿no crees…? No vamos a perdernos el respeto por solo tratarnos como amigos, porque yo ya me considero tu amigo y me gustaría que pudieras confiar más en mí, pero la verdad no sé cómo ganarme tu confianza quisiera demostrarte que no tuve la intención de hacerte daño en la carretera… Ni nunca… Y mucho menos ahora que te conozco en persona y veo que eres muy dulce… En verdad quisiera pagarte el daño que te hice sin querer… —aseguró Christopher .—Está bien, lo intentaré… Entonces, Christopher , dígame… este… Dime, ¿en verdad quieres ayudarme porque te na
El par de atractivos doctores entraron para platicar conmigo sobre mi lamentable situación, mis límites y qué es lo que podíamos hacer para ayudarme. Ambos se sentaron en un par de sillas de plástico blanco que acercaron junto a mi cama. Christopher me miraba con ternura, mientras que Ricardo me observaba con desconfianza.—Así que… Rachel, ya hablé con mi amigo, y ambos estamos dispuestos a ayudarte a comenzar una segunda vida… ¡Será increíble, te lo garantizo! —me decía Christopher con entusiasmo, pero Ricardo reaccionó e intervino…—¿Los dos? ¡Oye! ¿Cuándo dijimos que los dos? Yo no recuerdo haber dicho eso… —reclamó Ricardo Jaime.—¡Sí, los dos…! —guiñó Christopher a Ricardo… —¿Qué te parece si nos ayudas consiguiendo una cita con dos de tus ex…? —sugirió Christopher .—¡¿Qué?! ¿Por qué? ¿Insinúas que me rebaje a volver a hablarles a mis ex, para ayudar a esta…? ¿No te das cuenta que ella no tiene remedio? —se molestó Ricardo y fue despectivo conmigo. Yo entendí perfect
Christopher trajo un plato con fruta bañada en yogurt y Ricardo una jarra con agua y un vaso. Cuando Ricardo me servía el agua, Christopher se acercó a darme la fruta en la boca. No pude resistirme y acepté el bocado. Me daba mucha vergüenza, y sentí mis mejillas hirviendo. Él me miró satisfecho y se dispuso a escucharme mientras me hacía comer y beber, con el objetivo de llegar al punto que buscaban.—Así que… Has sufrido mucho últimamente… ¡Ya me imagino! —exclamó Christopher King, dándome otra cucharada. —¿Cómo te sientes con todo esto?—Así es… La verdad, ¿no sé porqué simplemente no me muero? —confesé, bajando la mirada. Christopher volteó a mirar a Ricardo, como diciendo “ya lo ves”...—¡No digas eso Rachel! Hay muchas personas que te quieren y les dolería mucho perderte… —afirmó, sosteniendo mi barbilla con su mano, para levantar mi cara.—¡No Christopher ! ¡Te equivocas! ¡Nadie! ¡ Ya sabes que no tengo a nadie en el mundo! ¡No hay nadie que se preocupe por mí! ¡Nadie a qu
Me quedé mirando a los dulces y tiernos ojos de Christopher , y sentí un alivió y agradecimiento al escuchar sus palabras. Pagué su dulzura sonriendo para él. Él me sonrío también, sabiendo que ya nos estábamos entendiendo. Luego, Christopher King quiso cambiar de tema.—Quizás deberíamos tratar de buscar a tu madre y decirle que estás aquí… —sugirió, sin entender que no tenía sentido.—¡Imposible! Si yo misma no tengo idea de quién es, lo único que tengo es una fotografía muy vieja de ella… ¡Nadie en el mundo lo puede saber! ¡Es imposible encontrarla! —exclamé. —¡Lo lamento mucho! —dije con el corazón roto, conservando mi silencio por un momento. Quería satisfacer la duda de Christopher , pero en verdad parecía que ya estaba sola por todo el tiempo que tuve que hacerme cargo de mi padre, y esa era mi realidad. Christopher se quedó pensando en una solución, ya que él mismo estaba preocupado por encontrarme a algún familiar o conocido, pero yo estaba segura de que eso era i
Estaba contando a Christopher King mi teoría de cómo mi foto fue la que arruinó todo entre el hombre sin foto y yo, y la forma en la que le mostré la foto de mi madre también, ocasionando que inevitablemente nos comparara, pues se dio cuenta de lo evidentemente guapa que era ella y yo no, cuando Ricardo Jaime se acercó silenciosamente como un fantasma y me dio el vaso de agua. No nos habíamos dado cuenta de su presencia hasta que él dijo un comentario insulso en voz alta, que llamó nuestra atención.—Eso te pasó por confirmarle que te consideras fea. Si dices que tu madre era más guapa que tú, ¡obviamente que iba a confirmarlo sin dudar! A los hombres nos seduce más la actitud y la seguridad propia que cualquier otra cosa. Si actúas como tonta y fea, así te tomarán —comentó Ricardo, haciéndome brincar del susto.Las palabras de Ricardo Jaime eran muy duras, pero tenía razón. No importaba cuántas veces Christopher King me dijera que yo no era fea, si yo no comenzaba a creer eso
—Querido Christopher … ¡Tienes un corazón de pollo! Eres demasiado débil para este trabajo, siempre pensando en las emociones de los pacientes. ¡Trae para acá ese expediente! ¡Esta vez lo haré por ti! Pero solo, porque espero que al fin me aceptes ese café que tenemos pendiente, ¡eh! —advirtió su jefa, la Dra. Clarisse, cuando Christopher King no logró darme aquella noticia.Sin embargo, Christopher King se alegraba de que ese café nunca llegaría. Siempre que la Dra. Clarisse lo invitaba o decía algo al respecto, Christopher King respondía que tenía cosas que hacer con Rosa, hija del director del hospital, por lo que Clarisse no podía poner objeción. —¡Sé que Rosa no es mi novia en sí, tampoco es que ella sea todo un encanto, pero el hecho de que ella esté enamorada de mí, me ha ayudado bastante a controlar a las mujeres que me acosan como a la Dra. Clarisse y a otras! —pensaba Christopher , mientras esperaba en la sala de espera. Mientras Christopher King estaba perdido en