Acorralada, toda la vida de Úrsula pasó frente a sus ojos: su nacimiento, el nacimiento de Pedro, cuando aprendió a andar en bicicleta, cuando pisó un escenario y descubrió que lo suyo era su actuación, la abuela enseñándole a coser, su primera vez con un hombre... y la última también.La última vez que estuvo entre los brazos de Kamus. ¿Quién diría que, en un trabajo tan vil, hallaría algo bueno al final?—Lo lamento...No lamentaba ser una espía, pocas opciones había tenido. Ella lamentaba decepcionar a Alfonso. Su tétrica expresión era lo que más le dolía. Ya no quiso mirarlo.Cerró los ojos y se encomendó a su abuela. —¿Qué sabes de Darío? —le preguntó Martín.Ella se lo quedó mirando, contrariada.—Tú almorzabas con él —le recordó Alfonso— ¿Alguna vez hizo algo que te pareciera sospechoso?—No... ¡Oh, por Dios! ¿Creen que él es el espía?Debía ser un milagro, su santa abuela le tendía una mano desde el más allá, no hallaba otra explicación. Ella seguía en el juego, su identidad
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