La desesperación invadía a Marbella, Bryce quiso consolarla, intentó abrazarla, pero ella lo rechazó. —Espera… —intentó entrar, pero él la detuvo. —¡No le ruegues más! No sé porque actúa así, pero sé algo, ¡es el rey de los imbéciles! Ella asintió. —Me acusa de haber provocado el aborto de Vanessa, dice que un mesero dijo que le pedí que pusiera algo malo en su bebida, ¡yo no lo hice! Bryce acunó su rostro. —¡Claro que no! Yo te creo, te conozco, Marbella, esa es la diferencia entre Lugh y yo, él te conoce, pero no cree en ti, ¡él no te ama! ¿No lo puedes ver? —¡No lo entiendes! Debo demostrar mi inocencia, entonces, él me creerá. Marbella se alejó de él, fue a la habitación, la puerta estaba entreabierta, podría escuchar las voces adentro. Al asomarse, Lugh estaba sentado a un lado de la camilla, frente a Vanessa, dándole la espalda a la puerta, no podía verla. —Lo siento tanto, ¡Has sufrido mucho, Vanessa! Defendí a alguien malo, y te dañe a ti. —Lugh, promete que tendrem
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