Marbella lloraba, su corazón estaba roto, se levantó determinada, quería defenderse de tal injuria, no permitiría que la acusaran de algo tan injusto.
La mujer limpió sus lágrimas, tomó su cartera, y abrigo, salió apresurada.
Bajó la escalera de la casa, y llegó hasta el jardín donde estaba Bryce esperando.
Él la miró atónito, Bryce se acercó.
—Vi salir a Lugh como alma que lleva el diablo, ¿ocurrió algo malo?
Marbella mirò sus ojos, él pudo ver lo enrojecidos que estaban supo que había llorado, tomó su mano.
—¿Qué pasa? ¿Te hizo algo malo? Dímelo, y juro que, aunque me eche, lo acabaré.
Sus palabras alertaron a Marbella, ella negó con rapidez.
—Por favor, no te entrometas —espetó con indiferencia.
Esas palabras dolieron en Bryce, él siempre amó a Marbella, pero estaba claro que eran de diferentes clases sociales, y que alguien como ella, era lejana para él, aunque en la infancia se hubiesen criado como amigos. Bryce era el chofer de Lugh, pero se conocían desde niños, cuando él era hijo de su jardinero, nunca pudo conseguir un puesto laboral que no fuera el que ostentaba ahora, mientras que Marbella Ronsard era la nieta adoptiva de la familia Ackerman.
—Llévame al hospital del centro de la ciudad.
—¿Al hospital?
Bryce la obedeció, subió al auto y manejò.
En el hospital.
Lugh estaba en la habitación de esa mujer, la observaba en la camilla, durmiendo, se veía tan pálida y débil como nunca la vio en el pasado.
Solía creer que Vanessa era del tipo de mujer despreciable, algún tiempo se sintió deslumbrado por su belleza, mientras estuvo lejos del país fueron novios, pero a su regreso, fue Marbella quien cautivó su atención, cuando su madre los obligó a casarse se mostró renuente, al final aceptó, a sabiendas que sentía atracción por ella, después confirmó su amor por Marbella, echó a Vanessa de su vida, solo para verla reaparecer diciendo que esperaba un hijo suyo.
Los ojos verdes de la mujer se abrieron, esbozó una franca sonrisa.
—¡Estás aquí! Pensé que me abandonarías ahora que no hay nada que nos una.
Lugh bajó la mirada recordando la muerte del bebé, si bien Vanessa tenía tres meses de embarazo, y lo ocultó, él no podía pasarlo por alto.
«Es mi hijo quien fue asesinado», pensó dándose valor.
—¿Por qué lo hizo, Lugh? ¿Por qué mató a mi bebé? No lo entiendo, se mostró tan dulce en la cafetería, cuando hablamos, creí que seríamos amigas, pero se volvió loca, ¡mató a mi bebé! —sollozó la mujer
Lugh tenía la mirada perdida, salió de prisa, diciendo que iría a hablar con el médico, no soportaba escuchar las palabras de Vanessa que lo llevaban a pensar que Marbella era la peor mujer del mundo.
Se detuvo tocando la pared, le faltó el aliento.
«¿Por qué Marbella? ¿En que clase de mujer cruel te convertiste?», pensó.
Marbella y Bryce llegaron al hospital, ella preguntó por la habitación de Vanessa Hollman, no tardaron en informarle, y ella pidió visitarla.
Tocò a la puerta y abrió tan rápido como pudo.
La mujer estaba ahí, con un gesto indefenso que le causó repugnancia.
—¿Qué has tenido que ver con mi caída en desgracia, mujer? ¡Has dicho mentiras de mí! Yo jamás te he lastimado, ni a ti, ni a tu bebé —exclamó
Los ojos de Vanessa se abrieron grandes al ver a la mujer frente a ella, ya no tenía el delicado tono de voz y la amabilidad de antes, parecía que se había convertido en una leona que quería devorarla.
Vanessa rio,
—¡Estás acabada, mujer! —dijo Vanessa.
—¡Has tenido que ver! —exclamó Marbella sorprendida de su descaro, la mujer le dio una bofetada y ella lanzó un quejido, pero Vanessa observó a Lugh tras ella.
«No perderé esta gran oportunidad», pensó
—¿Has venido a matarme también? ¿No fue suficiente con que mataras a mi bebé? —exclamó con la voz temblorosa
Marbella frunció el ceño, no esperó que Vanessa dijera eso cuando era mentira.
—¡Yo no lo hice!
—¡Mientes! Eres cruel, el mesero era tu cómplice, debí saberlo, no debí beber el café que tú me ordenaste.
—¡Mentirosa! —exclamó la mujer incrédula de sus palabras.
—¡Basta, Marbella! —exclamó Lugh al entrar, sus ojos eran violentos.
Marbella retrocedió.
Sintió la mano de Lugh tomarla con gran fuerza, la llevó afuera.
Bryce se acercò y lo empujó, hasta que soltó a la mujer.
—¿Quién te crees que eres, Bryce?
—No importa quien soy, solo debe importarte que nunca dejaré que lastimes a Marbella —espetó desafiante
Lugh lo mirò con odio.
—Veo que no te cansas, siempre la has amado, ¿no? ¿aunque sea mi esposa la has amado? —exclamó con furia.
—Sì, ¡siempre la he amado, siempre la amaré, ¡aunque sea tu esposa!
Marbella se quedó perpleja ante sus palabras, Lugh le dio tal golpe en el rostro que Bryce cayó al suelo, Marbella lo ayudó a levantarse.
—¡¿Qué haces, Lugh?!
—Pues, ¿sabes qué? Quédate con ella, te la regalo, ¡está mujer ya no es nada para mí! —exclamó Lugh, los ojos de Bryce le miraron perplejos, no daba crédito a lo que escuchaba, Lugh mirò fijamente a Marbella—. Quiero el divorcio, Marbella, vete, y te prohíbo que visites a mi familia, te quiero fuera de mi vida, de una vez por todas.
Los ojos de la mujer se volvieron débiles, al borde del llanto.
—¡Te vas a arrepentir! —gritó cuando el hombre caminó para irse—. Cuando sepas la verdad, cuando veas quien es el verdadero villano de esta historia, juro que te arrepentirás, pero será tarde, habrás perdido mi amor para siempre.
Lugh le devolvió una mirada fulminante.
—Me perdí al amarte a ti, eso fue un error, que jamás repetiré.
Lugh se alejó de ella. Marbella cubrió su boca para evitar que sus sollozos retumbaran por el lugar.
La desesperación invadía a Marbella, Bryce quiso consolarla, intentó abrazarla, pero ella lo rechazó. —Espera… —intentó entrar, pero él la detuvo. —¡No le ruegues más! No sé porque actúa así, pero sé algo, ¡es el rey de los imbéciles! Ella asintió. —Me acusa de haber provocado el aborto de Vanessa, dice que un mesero dijo que le pedí que pusiera algo malo en su bebida, ¡yo no lo hice! Bryce acunó su rostro. —¡Claro que no! Yo te creo, te conozco, Marbella, esa es la diferencia entre Lugh y yo, él te conoce, pero no cree en ti, ¡él no te ama! ¿No lo puedes ver? —¡No lo entiendes! Debo demostrar mi inocencia, entonces, él me creerá. Marbella se alejó de él, fue a la habitación, la puerta estaba entreabierta, podría escuchar las voces adentro. Al asomarse, Lugh estaba sentado a un lado de la camilla, frente a Vanessa, dándole la espalda a la puerta, no podía verla. —Lo siento tanto, ¡Has sufrido mucho, Vanessa! Defendí a alguien malo, y te dañe a ti. —Lugh, promete que tendrem
Al llegar a casa, Marbella empacó todas sus pertenencias, quería irse, quería nunca volver, su corazón se sentía pesado. Bajó la escalera llevando sus pertenencias, cuando escuchó que abrieron la puerta de la mansión, era Lugh, sus ojos se encontraron, la miró severo. Llevaba un documento en las manos, cuando estuvieron frente a frente el hombre le dio los papeles. —Fírmalo, es nuestro divorcio, y no te daré ninguna compensación, te irás tal y como llegaste cuando eras huérfana; sin nada. Ella no podía creer lo que escuchaba, aquello parecía una cruel pesadilla de la que no despertaba, Marbella tomó el bolígrafo en la mesa, su mano temblaba, miró los papeles, firmó con debilidad, luego los lanzó al suelo por frustración. —Un día te arrepentirás, ya te lo he dicho. —Adiós, Marbella, ojalá que no te vuelva a ver en mi vida. Ella caminó, alejándose, sus piernas flaquearon, quiso retroceder, pero siguió su camino, hasta encontrarse con Bryce. —No quiere que te lleve a ningún lugar
—¡Es imposible! ¡Lugh no sería tan perverso para intentar matarme! —¡Escúchame, debes salir del maldito auto! Él quiere una vida por otra, ¡te matará, Marbella! Por favor, ¡sal de ahí! La llamada se cortó, Marbella intentó llamarlo de vuelta, su corazón latía con fuerza, tenía temor, ¿podría Lugh Ackerman, el hombre que tanto amaba desde niña, ser un hombre tan cruel, dispuesto a matarla? No lo creía, recordó cuando eran felices, ahora ese recuerdo estaba nublado en su mente. Escuchó al chofer maldecir y accionar el claxon, ella se distrajo dejó su móvil a un lado. Levantó la vista y vio un fuerte choque a unos metros de ellos, era una carambola de varios autos, que detenían el tráfico en el puente de Overwood, no había escapatoria, Marbella sintió náuseas súbitas, abrió la puerta, bajó del auto, el chofer la miró de reojo. Ella caminó hasta la orilla del puente a pocos pasos, vomitó, buscó un pañuelo en su bolsillo del vestido, limpió su boca, alzó la vista y miró a un pequeñ
—¿Qué ha dicho? —Lugh sintió un frío que lo congelaba desde la espina dorsal hasta sus pies—. No puede ser, ella… ¡estuvo ante mí, estaba… con vida! —Hubo una explosión, estamos determinando a que se debió, lo siento mucho, sería necesario que los familiares de Marbella Ronsard vinieran a la comisaria, tal vez haya que reconocer sus restos, si es que hay. «¿Cómo que si es que hay? ¡No puede ser! ¡No puede ser Marbella…!», pensó, el teléfono de Lugh cayó al suelo, él salió hasta el jardín. Vanessa dejó de fingir, caminó a toda prisa hasta la ventana y observó desde ahí a Lugh, su madre Pina se acercó a ella. —¿Crees que ya lo sepa? —exclamó la madre Vanessa sonrió. —Me apuesto a que ahora mismo ya se enteró, ojalá que haya sufrido mucho antes de morir. —¡Vanessa, no digas eso! Una cosa es que haya sido un accidente. Y… —Deja tus prejuicios, madre, estuviste de acuerdo en pagar todo nuestro dinero por esto, si no la hubiese mandado a matar, ¿Qué crees que hubiese pasado? Te lo d
Lugh entró en la casa, las mujeres retrocedieron, lo vieron entrar tan desesperado, el hombre no les hizo caso, fue hasta el despacho, entró y cerró la puerta de un fuerte azote. —Creo que esto te causará problemas, Vanessa, tal vez Marbella Ronsard está muerta, pero se ha convertido en un fantasma que te perseguirá. —¡Cállate, Pina! ¿Eres mi aliada o mi enemiga? —¡Hija! —exclamó su madre ante sus palabras —Aunque Marbella se convierta en un fantasma, ya he acabado con ella, nunca volverá, los fantasmas se pueden ir a la tumba. Vanessa subió la escalera, dispuesta a elegir su nueva habitación en la villa de Greenblue. Lugh estaba a oscuras en ese despacho, bebió varios tragos, luego llamó por teléfono. Su padre respondió. —¿Lugh? ¿Qué hora es esta para llamar? Dime, ¿Ha sucedido algo malo con Marbella? Te dije que la trajeras a la mansión, debemos hablar, no concibo que Marbella hubiese hecho algo tan cruel, ¡Es un error! Solo si ella lo dice, creeré en su culpabilidad —senten
Dylan Blyth miró a la mujer con estupor, luego asintió. —Te salvaré. El hombre le pidió que lo siguiera, caminaron, pero notó que ella estaba muy asustada. Al llegar al área de maternal, el señor Blyth exigió que su hijo fuera entregado a él. Los ojos de las enfermeras le miraron asustados. —Necesita una alta médica, señor, debe esperar al pediatra. —¡No necesito nada! Soy el padre del niño, puedo llevármelo si quiero, para eso tengo derechos. Las enfermeras se asustaron ante su tono de voz tan autoritario, incluso Marbella se sintió pequeña ante su voz. Las enfermeras vistieron al pequeño, y se lo entregaron en brazos. El hombre tomó la mano de Marbella. —¡No nos pueden ver! Los ojos de Marbella se abrieron enormes al ver a Lugh Ackerman muy cerca de ellos. Sintió que le daba terror, su corazón estaba roto, las lágrimas corrieron. Subieron al elevador, no había otra forma de escapar de ese lugar, pero Marbella se puso frente al hombre, dando la espalda, para que Lugh no la
Lugh y su padre volvieron a casa, junto a Bryce, pero se detuvieron un momento en el jardín, estaban desolados sin haber encontrado a Marbella, eso estaba matando a Lugh, pero también a Bryce, quien temía que ella hubiese muerto en esa m*****a explosión. La abuela Delia, y el abuelo Blard estaban en esa casa, esperaban a su nieto, aún no sabían lo que pasó con exactitud, intuían que el matrimonio de sus queridos nietos peligraba y se veían desesperados. La tía Amelie también estaba ahí junto a su esposo Orson. Cuando Vanessa bajó la escalera, aún tenía su rostro pálido como la nieve, un gesto enfermizo y débil. Los ojos de la abuela Delia se abrieron gigantes al ver a esa mujer, apretó los puños, golpeó su bastón contra el suelo. —¡Por todos los demonios del inframundo! ¿Qué haces aquí, m*****a mujer? —espetó con furia Los ojos de Vanesa estaban asustados al escuchar a la abuela. —¡Abuela Delia, yo no he tenido nada que ver! Delia no esperó un instante, dio una fuerte bofetada
Dos meses después. Nottingham, Londres. Marbella abrió los ojos, hacía frío, le molestaba el poco sol que había en esa ciudad, extrañaba su país, era verdad. Se levantó, tocó su pequeño vientre que amenazaba con pronto hacerse notar, tuvo algo de miedo, ¿Qué dirían el resto de los empleados? De por sí, muchos de ellos ya le tenían mala saña, sobre todo la señorita Kate, la ama de llaves de la mansión Blyth, era tan celosa de ella, que no había día en que no pelearan. Marbella tuvo que ir a vivir a Inglaterra con el señor Blyth y su hijo, no tenía dinero, ni nada más en Estados Unidos, era eso o quedarse sola ahí, sin ayuda, ahora todo lo que le interesaba era dar vida a su hijo. Se dio un baño caliente, se peinó y vistió. Miró su rostro, pensó en él, encendió su nuevo móvil y lo único que vio fue eso, sus ojos se abrieron enormes. «Se ha declarado a la señora Marbella Ronsard como desaparecida, pero no se le seguirá buscando, la familia Ackerman ha entendido que la mujer simpleme