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Capítulo 2: Te vas a arrepentir

Marbella lloraba, su corazón estaba roto, se levantó determinada, quería defenderse de tal injuria, no permitiría que la acusaran de algo tan injusto.

La mujer limpió sus lágrimas, tomó su cartera, y abrigo, salió apresurada.

Bajó la escalera de la casa, y llegó hasta el jardín donde estaba Bryce esperando.

Él la miró atónito, Bryce se acercó.

—Vi salir a Lugh como alma que lleva el diablo, ¿ocurrió algo malo?

Marbella mirò sus ojos, él pudo ver lo enrojecidos que estaban supo que había llorado, tomó su mano.

—¿Qué pasa? ¿Te hizo algo malo? Dímelo, y juro que, aunque me eche, lo acabaré.

Sus palabras alertaron a Marbella, ella negó con rapidez.

—Por favor, no te entrometas —espetó con indiferencia.

Esas palabras dolieron en Bryce, él siempre amó a Marbella, pero estaba claro que eran de diferentes clases sociales, y que alguien como ella, era lejana para él, aunque en la infancia se hubiesen criado como amigos. Bryce era el chofer de Lugh, pero se conocían desde niños, cuando él era hijo de su jardinero, nunca pudo conseguir un puesto laboral que no fuera el que ostentaba ahora, mientras que Marbella Ronsard era la nieta adoptiva de la familia Ackerman.

—Llévame al hospital del centro de la ciudad.

—¿Al hospital?

Bryce la obedeció, subió al auto y manejò.

En el hospital.

Lugh estaba en la habitación de esa mujer, la observaba en la camilla, durmiendo, se veía tan pálida y débil como nunca la vio en el pasado.

Solía creer que Vanessa era del tipo de mujer despreciable, algún tiempo se sintió deslumbrado por su belleza, mientras estuvo lejos del país fueron novios, pero a su regreso, fue Marbella quien cautivó su atención, cuando su madre los obligó a casarse se mostró renuente, al final aceptó, a sabiendas que sentía atracción por ella, después confirmó su amor por Marbella, echó a Vanessa de su vida, solo para verla reaparecer diciendo que esperaba un hijo suyo.

Los ojos verdes de la mujer se abrieron, esbozó una franca sonrisa.

—¡Estás aquí! Pensé que me abandonarías ahora que no hay nada que nos una.

Lugh bajó la mirada recordando la muerte del bebé, si bien Vanessa tenía tres meses de embarazo, y lo ocultó, él no podía pasarlo por alto.

«Es mi hijo quien fue asesinado», pensó dándose valor.

—¿Por qué lo hizo, Lugh? ¿Por qué mató a mi bebé? No lo entiendo, se mostró tan dulce en la cafetería, cuando hablamos, creí que seríamos amigas, pero se volvió loca, ¡mató a mi bebé! —sollozó la mujer

Lugh tenía la mirada perdida, salió de prisa, diciendo que iría a hablar con el médico, no soportaba escuchar las palabras de Vanessa que lo llevaban a pensar que Marbella era la peor mujer del mundo.

Se detuvo tocando la pared, le faltó el aliento.

«¿Por qué Marbella? ¿En que clase de mujer cruel te convertiste?», pensó.

Marbella y Bryce llegaron al hospital, ella preguntó por la habitación de Vanessa Hollman, no tardaron en informarle, y ella pidió visitarla.

Tocò a la puerta y abrió tan rápido como pudo.

La mujer estaba ahí, con un gesto indefenso que le causó repugnancia.

—¿Qué has tenido que ver con mi caída en desgracia, mujer? ¡Has dicho mentiras de mí! Yo jamás te he lastimado, ni a ti, ni a tu bebé —exclamó

Los ojos de Vanessa se abrieron grandes al ver a la mujer frente a ella, ya no tenía el delicado tono de voz y la amabilidad de antes, parecía que se había convertido en una leona que quería devorarla.

Vanessa rio,

—¡Estás acabada, mujer! —dijo Vanessa.

—¡Has tenido que ver! —exclamó Marbella sorprendida de su descaro, la mujer le dio una bofetada y ella lanzó un quejido, pero Vanessa observó a Lugh tras ella.

«No perderé esta gran oportunidad», pensó

—¿Has venido a matarme también? ¿No fue suficiente con que mataras a mi bebé? —exclamó con la voz temblorosa

Marbella frunció el ceño, no esperó que Vanessa dijera eso cuando era mentira.

—¡Yo no lo hice!

—¡Mientes! Eres cruel, el mesero era tu cómplice, debí saberlo, no debí beber el café que tú me ordenaste.

—¡Mentirosa! —exclamó la mujer incrédula de sus palabras.

—¡Basta, Marbella! —exclamó Lugh al entrar, sus ojos eran violentos.

Marbella retrocedió.

Sintió la mano de Lugh tomarla con gran fuerza, la llevó afuera.

Bryce se acercò y lo empujó, hasta que soltó a la mujer.

—¿Quién te crees que eres, Bryce?

—No importa quien soy, solo debe importarte que nunca dejaré que lastimes a Marbella —espetó desafiante

Lugh lo mirò con odio.

—Veo que no te cansas, siempre la has amado, ¿no? ¿aunque sea mi esposa la has amado? —exclamó con furia.

—Sì, ¡siempre la he amado, siempre la amaré, ¡aunque sea tu esposa!

Marbella se quedó perpleja ante sus palabras, Lugh le dio tal golpe en el rostro que Bryce cayó al suelo, Marbella lo ayudó a levantarse.

—¡¿Qué haces, Lugh?!

—Pues, ¿sabes qué? Quédate con ella, te la regalo, ¡está mujer ya no es nada para mí! —exclamó Lugh, los ojos de Bryce le miraron perplejos, no daba crédito a lo que escuchaba, Lugh mirò fijamente a Marbella—. Quiero el divorcio, Marbella, vete, y te prohíbo que visites a mi familia, te quiero fuera de mi vida, de una vez por todas.

Los ojos de la mujer se volvieron débiles, al borde del llanto.

—¡Te vas a arrepentir! —gritó cuando el hombre caminó para irse—. Cuando sepas la verdad, cuando veas quien es el verdadero villano de esta historia, juro que te arrepentirás, pero será tarde, habrás perdido mi amor para siempre.

Lugh le devolvió una mirada fulminante.

—Me perdí al amarte a ti, eso fue un error, que jamás repetiré.

Lugh se alejó de ella. Marbella cubrió su boca para evitar que sus sollozos retumbaran por el lugar.

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