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Celestia corrió hacia Clyde, lo abrazó, y acunó su rostro. —¿Está bien? —Lo estoy, ¿y tú, mi amor? Celestia lanzó un suave quejido. —Estoy bien, pero me ha dolido el vientre. —Lo siento, mi amor, vamos a casa, tienes que descansar —dijo Clyde. Sus padres se acercaron. —¡Dios mío, hijo! ¿Estás bien? —exclamó Lugh Clyde asintió. —Padre, casi te mata esa loca. Lugh negó. Acarició el rostro de su hijo y luego el de su hija. —Vayan a descansar, me encargaré de refundir a Kate a donde pertenece. Los chicos asintieron. Clyde llevó a su esposa lentamente. La mayoría de los invitados huyeron de la fiesta ante el pánico. Niall abrazó a Cory y a Paula. Lugh y Niall volvieron a la comisaria, les indicaron que Kate mañana iría ante el juez. Llamaron a su abogado, necesitaban asegurarse de que ella no volvería a escapar de la justicia. Al día siguiente. Kate fue presentada ante el juez, aunque su abogado pidió que permaneciera en libertad hasta el juicio, el juez impuso una fianza
Meses después. Magnolia estaba recostada en la cama, Denzel estaba recostado a su lado, su mano estaba en su vientre, le hablaba con voz dulce a su bebé. Noli solo sonreía observando lo tierno que era. —Entonces, pequeño Iván, ¿serás bien portado como tu mamita? Magnolia sonrió. —Y que sea muy guapo como su papá. Él besó sus labios. —¿Sì? ¿Te parezco guapo? ¿Y cuándo viejito y gordito, también? Ella rio. —Siempre serás guapo. —Te amo, Noli, perdóname si no lo supe antes… Ella siseó, colocó su mano en sus labios para que callara. —No digas nada del pasado, está curado en mi corazón, ahora solo sé que soy la mujer más feliz. Si tendremos a nuestro hijo, será mi historia feliz. Él besó sus labios con dulzura, otra vez. *** Clyde caminaba de un lado a otro por la habitación, se acercaba y tomaba la mano de Celestia, escuchándola chillar de dolor, y por fin estaba dando a luz a su primer hijo. Pero, èl estaba tan nervioso. Celestia pujaba y sollozaba, luchaba con todas s
Marbella escuchó que cerraron de un fuerte azote la puerta de su habitación, se levantó enseguida, asustada. Vio a esa imponente figura masculina, con ojos feroces acercarse a ella, titubeó al no entender porque su esposo estaba tan molesto. Él la tomó de los brazos, la miraba con furia en sus ojos azul porcelana. —¡¿Cómo has podido ser una mujer tan cruel, Marbella?! —exclamó su marido. Ella no entendía de lo que él hablaba, estaba conmocionada. —Pero… ¿Qué fue lo que hice? —preguntó con ojos asustados, nunca lo vio tan furioso, aunque algunas veces tuvieron desavenencias, esto parecía punto y aparte. Él sujetó la barbilla, su gesto era inclemente. —¿Fingirás demencia? Creí que eras una mujer diferente, veo que me equivoqué, te puse en un pedestal, creyendo que eras la Marbella con quien crecí, mírate ahora, has caído a lo más bajo. Él la soltó, sus palabras causaron un dolor en la mujer, sus ojos se volvieron llorosos. Lugh Ackerman era su esposo desde hace tres meses, el
Marbella lloraba, su corazón estaba roto, se levantó determinada, quería defenderse de tal injuria, no permitiría que la acusaran de algo tan injusto. La mujer limpió sus lágrimas, tomó su cartera, y abrigo, salió apresurada. Bajó la escalera de la casa, y llegó hasta el jardín donde estaba Bryce esperando. Él la miró atónito, Bryce se acercó. —Vi salir a Lugh como alma que lleva el diablo, ¿ocurrió algo malo? Marbella mirò sus ojos, él pudo ver lo enrojecidos que estaban supo que había llorado, tomó su mano. —¿Qué pasa? ¿Te hizo algo malo? Dímelo, y juro que, aunque me eche, lo acabaré. Sus palabras alertaron a Marbella, ella negó con rapidez. —Por favor, no te entrometas —espetó con indiferencia. Esas palabras dolieron en Bryce, él siempre amó a Marbella, pero estaba claro que eran de diferentes clases sociales, y que alguien como ella, era lejana para él, aunque en la infancia se hubiesen criado como amigos. Bryce era el chofer de Lugh, pero se conocían desde niños, cuando
La desesperación invadía a Marbella, Bryce quiso consolarla, intentó abrazarla, pero ella lo rechazó. —Espera… —intentó entrar, pero él la detuvo. —¡No le ruegues más! No sé porque actúa así, pero sé algo, ¡es el rey de los imbéciles! Ella asintió. —Me acusa de haber provocado el aborto de Vanessa, dice que un mesero dijo que le pedí que pusiera algo malo en su bebida, ¡yo no lo hice! Bryce acunó su rostro. —¡Claro que no! Yo te creo, te conozco, Marbella, esa es la diferencia entre Lugh y yo, él te conoce, pero no cree en ti, ¡él no te ama! ¿No lo puedes ver? —¡No lo entiendes! Debo demostrar mi inocencia, entonces, él me creerá. Marbella se alejó de él, fue a la habitación, la puerta estaba entreabierta, podría escuchar las voces adentro. Al asomarse, Lugh estaba sentado a un lado de la camilla, frente a Vanessa, dándole la espalda a la puerta, no podía verla. —Lo siento tanto, ¡Has sufrido mucho, Vanessa! Defendí a alguien malo, y te dañe a ti. —Lugh, promete que tendrem
Al llegar a casa, Marbella empacó todas sus pertenencias, quería irse, quería nunca volver, su corazón se sentía pesado. Bajó la escalera llevando sus pertenencias, cuando escuchó que abrieron la puerta de la mansión, era Lugh, sus ojos se encontraron, la miró severo. Llevaba un documento en las manos, cuando estuvieron frente a frente el hombre le dio los papeles. —Fírmalo, es nuestro divorcio, y no te daré ninguna compensación, te irás tal y como llegaste cuando eras huérfana; sin nada. Ella no podía creer lo que escuchaba, aquello parecía una cruel pesadilla de la que no despertaba, Marbella tomó el bolígrafo en la mesa, su mano temblaba, miró los papeles, firmó con debilidad, luego los lanzó al suelo por frustración. —Un día te arrepentirás, ya te lo he dicho. —Adiós, Marbella, ojalá que no te vuelva a ver en mi vida. Ella caminó, alejándose, sus piernas flaquearon, quiso retroceder, pero siguió su camino, hasta encontrarse con Bryce. —No quiere que te lleve a ningún lugar
—¡Es imposible! ¡Lugh no sería tan perverso para intentar matarme! —¡Escúchame, debes salir del maldito auto! Él quiere una vida por otra, ¡te matará, Marbella! Por favor, ¡sal de ahí! La llamada se cortó, Marbella intentó llamarlo de vuelta, su corazón latía con fuerza, tenía temor, ¿podría Lugh Ackerman, el hombre que tanto amaba desde niña, ser un hombre tan cruel, dispuesto a matarla? No lo creía, recordó cuando eran felices, ahora ese recuerdo estaba nublado en su mente. Escuchó al chofer maldecir y accionar el claxon, ella se distrajo dejó su móvil a un lado. Levantó la vista y vio un fuerte choque a unos metros de ellos, era una carambola de varios autos, que detenían el tráfico en el puente de Overwood, no había escapatoria, Marbella sintió náuseas súbitas, abrió la puerta, bajó del auto, el chofer la miró de reojo. Ella caminó hasta la orilla del puente a pocos pasos, vomitó, buscó un pañuelo en su bolsillo del vestido, limpió su boca, alzó la vista y miró a un pequeñ
—¿Qué ha dicho? —Lugh sintió un frío que lo congelaba desde la espina dorsal hasta sus pies—. No puede ser, ella… ¡estuvo ante mí, estaba… con vida! —Hubo una explosión, estamos determinando a que se debió, lo siento mucho, sería necesario que los familiares de Marbella Ronsard vinieran a la comisaria, tal vez haya que reconocer sus restos, si es que hay. «¿Cómo que si es que hay? ¡No puede ser! ¡No puede ser Marbella…!», pensó, el teléfono de Lugh cayó al suelo, él salió hasta el jardín. Vanessa dejó de fingir, caminó a toda prisa hasta la ventana y observó desde ahí a Lugh, su madre Pina se acercó a ella. —¿Crees que ya lo sepa? —exclamó la madre Vanessa sonrió. —Me apuesto a que ahora mismo ya se enteró, ojalá que haya sufrido mucho antes de morir. —¡Vanessa, no digas eso! Una cosa es que haya sido un accidente. Y… —Deja tus prejuicios, madre, estuviste de acuerdo en pagar todo nuestro dinero por esto, si no la hubiese mandado a matar, ¿Qué crees que hubiese pasado? Te lo d