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Todos los capítulos de El universo que inventamos: Capítulo 1 - Capítulo 10
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CAPÍTULO 1: Un sueño muy real
La lluvia torrencial golpea con fuerza mi tejado mientras duermo plácidamente, pero el ruido de la manija de la puerta me despierta; alguien ha entrado en mi habitación… Todo está muy oscuro y; sin embargo, la luz de los relámpagos que atraviesan la ventana, me permite ver perfectamente su silueta masculina acercándose lentamente; sus pasos son precisos, pero silenciosos y pesar de que no logro ver su rostro, lo reconozco, es él de nuevo… Mi cuerpo no reacciona de ninguna manera ante su presencia, solamente me quedo quieta mientras camina hacia mí y distingo con cada paso suyo una vez más la galanura masculina que lo caracteriza. Los latidos de mi corazón se vuelven desenfrenados cuando se sienta en el borde de la cama y aspiro su olor, mientras acaricia mi mejilla suavemente con el dorso de su mano. —Te extrañé —susurro. —Silencio. —Se acerca un poco más y retrocedo para darle espacio en la cama. —Bésame. —Su dedo índice puesto en mi boca interrumpe mi súplica, como suele hacer
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CAPÍTULO 2: Infartada
Por fin estoy en el patio delantero y al parecer todos los estudiantes están reunidos aquí. Mi ansiedad disminuye en gran medida al pensar que ya no tendré que llegar al aula justo cuando todos están sentados en silencio, prestando atención al maestro que ya habrá empezado la clase, decir “buenos días” y buscar un lugar vacío mientras todos voltean a verme y el profesor me pone en su lista negra por impuntual; ya me ha pasado en ocasiones anteriores y me alegra que por esta vez no se repetirá. Por suerte no han empezado las clases y hay muchos estudiantes aquí; algunos simplemente hablan y bromean entre amigos, pero hay unos en particular que me causan mucha gracia, ya que no respetan el espacio público y se meten mano mientras se besuquean como si quisieran quitarse la ropa y tener sexo aquí mismo. Por otra parte, hay quienes también parecen más tranquilos y solitarios, algunos simplemente están absortos en sus celulares y otros leen un libro; los últimos en definitiva me agradan m
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CAPÍTULO 3: AULA 407
Un ser creado directamente por las manos de Dios… Así describo al hombre que abre la puerta y clava sus ojos en mí… En cada paso que da mientras empieza a caminar hacia mí, reconozco su manera de andar, su silueta y cada rasgo de su rostro… Mientras más se acerca, más siento que estoy en uno de mis sueños, reconociendo a mi chico fantasma en él… Su piel es clara, sus facciones son finas y sus ojos azules atrapan los míos. Es como si estuviera viendo la puesta de sol en el mar, (aunque no lo conozco), lo imagino tal cual, cálido y pacífico como su mirada. Su cabello castaño claro brillante, y sus labios color rosa que, aunque denotan seriedad, son tan hermosos y perfectos que podría lanzarme y hundirme en ellos ahora mismo. Lleva una chaqueta de cuero negra abierta en el pecho, y debajo tiene una camisa blanca de cuello redondo, junto con unos vaqueros negros y zapatos del mismo color. No soy una experta en moda masculina, pero este hombre sí que sabe vestirse muy bien… Parece ser u
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CAPÍTULO 4: Antipática
Me muevo despacio dándome la vuelta y me encuentro con sus ojos más cerca que nunca (o por lo menos en la realidad); detrás de él, el director me mira con la misma seriedad en el rostro. —Sí, disculpen. Me doy la vuelta nuevamente y… ¡PUM! Mi frente choca contra la puerta. «¡Ya trágame tierra!» No soy capaz de mirar atrás. Achico los ojos reprimiendo mis ganas de maldecir por lo alto mientras tomo aire y abro la puerta del aula. El docente ni siquiera se percata de mi llegada, o no le importa en absoluto cuando ve entrar al alumno nuevo seguido del director. Aprovecho la oportunidad para moverme rápidamente hacia mi lugar y sentarme como si no hubiera pasado nada. Miro al maestro mientras saluda amablemente al par de hombres que entraron tras de mí y me entran las ganas de volver a salir (así, con redundancia y todo); es el mismo maestro guapo que me topé en el pasillo y me hizo ese comentario machista; sin embargo, el deseo de abandonar el salón se esfuma en un parpadeo, cuand
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CAPÍTULO 5: El escondite
El silencio reina en el salón luego de que todos ya se fueron.Alex fue uno de los últimos en abandonar el aula, y efectivamente cuando el maestro se marchó todas las mujeres de la clase empezaron a mirarlo con interés, y no las culpo, es el hombre más guapo del instituto, incluso más que el maestro de neurociencia por el que babeaban hace un momento.Dos de ellas tuvieron el descaro de coquetearle, parándose en la puerta y pasándose la mano por el pelo, riendo tontamente como un par de estúpidas, aunque él ni las miró; pidió permiso y atravesó la puerta cruzando frente a ellas sin siquiera notarlas. No pude evitar sonreír mientras ellas ponían cara de decepción y se apartaban de la puerta para mirar cómo él se iba caminando por el pasillo.«¡Malditas lagartas!»Me hubiese acercado a él si nos hubiéramos quedado a solas, aunque temo que tal vez quiera plantearme que aprenda algo de la clase…¡No puedo seguir así!, tengo que salir a despejar mi mente. Él ya se fue de todos modos y ya m
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CAPÍTULO 6: Mi salvador
Decir que estoy nerviosa sería mentir; la realidad es que me tiemblan las piernas a medida que me voy acercando a él y a diferencia suya cuando él lo hizo en la biblioteca hace un rato, yo no me siento poderosa, sino más bien atemorizada… ¡Qué digo atemorizada!, ¡aterrada! Su mirada se eleva al escuchar mis pasos y me mira con… ¿Sorpresa?; sin embargo, su rostro esquiva mis ojos de inmediato y vuelve al libro que reposa sobre sus manos. —¡Hola!, mucho gusto. —Consigo sentarme en el pupitre justo delante del suyo y le tiendo la mano—. Soy Abril Harrison. Su mirada vuelve a elevarse a mis ojos y parece pensar por un par de segundos si debería estrechar mi mano, pero lo hace. —Alexander Allen. Durante ese pequeño instante parezco congelarme con su mano apretando la mía y sus ojos clavados en mis iris. El contacto de su piel me deja tiesa, aunque por suerte no dura mucho y reacciono luego de aclararme la garganta: —Lamento lo de hace rato, en realidad no recordaba el número del aula,
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CAPÍTULO 7: Un ángel
Me llevo la mano al pecho tratando de calmar los latidos de mi corazón mientras le dedico mi mejor mirada de agradecimiento y sus ojos me dicen que no hay nada que temer. Ahora sé que estoy a salvo, aunque el lío aún no ha terminado.Los dos sujetos que quedan de pie dejan de prestarme atención para fijarse en Alexander y se precipitan hacia él, uno por cada lado. Casi puedo percibir sus intenciones de acorralarlo como a mí; sin embargo, antes de que pueda preocuparme, Alex reacciona tan rápido que terminan chocando entre ellos y cayendo de culo en el suelo.Aprovechando la oportunidad, Alexander agarra a uno de ellos por el cuello de la camisa y le propina un puñetazo tan fuerte, que lo hace estampar contra el suelo. El último ni siquiera se atreve a desafiarlo y tomando a su compinche por el brazo, lo arrastra hacia el otro lado del callejón, mientras que el primero, apenas empieza a levantarse del suelo y algo atontado por el golpe, empieza a correr junto a los otros dos.Los dos n
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CAPÍTULO 8: Orgulloso intimidante
Me despierto con el canto de un gallo que no había escuchado antes y la hora en el reloj me muestra que todavía faltan treinta minutos para que suene la alarma.Me paso las manos por los ojos, fastidiada y decido levantarme de una vez.Anoche no soñé con Alexander y eso me hace sentir aún más desalentada.Deseo tanto que pase… Estoy tan impaciente por verlo en mis sueños de nuevo y decirle tantas cosas, que no he pensado en el hecho de que pueda volver a arruinarlo, pero solo quiero que lo sepa; nunca le he confesado mis sentimientos en sueños y creo que es el momento.Jamás había sentido tanto que soy de él y él es mío, como ahora que apareció, y aunque en esta realidad apenas esté empezando a conocerlo, el Alexander de mis sueños debe saber cuán importante es para mí; quizás de esa forma me pueda reconocer un poco.Esta vez puedo disfrutar de una ducha un poco más larga y puedo tomarme mi tiempo para acicalarme. Elijo un vestido rosa pastel que me llega un poco más arriba de las rod
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CAPÍTULO 9: Ilusiones rotas
Y colorín colorado, este cuento ha terminado… O eso pensé cuando lo vi irse junto a ella al salir de la heladería. Ni siquiera sé cómo no se me ocurrió que un hombre tan apuesto no podría estar soltero. En el gimnasio traté de opacar mi tristeza con un montón de esfuerzo extra en los ejercicios y lo conseguí, o al menos hasta que llegué a casa. Ahora estoy aquí, sentada en el mueble de la sala, pensando en él mientras espero que llegue Rachel para poder desahogarme con ella como quiero. Mi amiga llega más rápido de lo esperado. Le narro en resumidas palabras lo sucedido en la heladería, mientras me quejo de que ya todas mis ilusiones están perdidas. Ella parece no preocuparse en absoluto y se burla de mi berrinche, porque según ella, estoy creando una tormenta en un vaso de agua. Dice que no tengo por qué rendirme porque Alexander es muy especial para mí y el hecho de que sueñe con él debe tener un propósito que aún no descubro, pero que con el tiempo voy a entender, y quizás él
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CAPÍTULO 10: El encierro
Alex no parece ni en lo más mínimo ser un donjuán, por el contrario, es un chico serio, mesurado y tan centrado en sus propios asuntos que ni por un segundo se fija en las demás chicas hermosas de la clase, pero esto me lleva a pensar que tal vez es por la simple razón de que tiene novia; sin embargo, ¿por qué siento que me presta una atención especial? Creo que debo dejar de soñar… Tal vez él solamente quiso ser amable conmigo al darme el libro y yo confundí su actitud; lo malinterpreté desde el primer día que entró a la biblioteca y caminó hacia mí para pedirme ayuda; simplemente, nos hemos cruzado porque de algún modo las circunstancias lo han permitido y no es nada del otro mundo. Para mi mala suerte, varias chicas se le acercan a preguntarle cosas o simplemente a pedirle algo prestado; le sonríen coquetamente y yo ardo de rabia por dentro. Quisiera arrojarme encima de él y rodearlo con mis brazos y piernas para que no lo miren ni lo toquen. «¡Él es mío!» ¡Ja!, ¡ya quisiera!,
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