— La dejaré para que descanse, pero recuerde estar lista temprano para la cena.Luego de que la criada se fuera, Angelina se sintió terriblemente sola, pegó su espalda a la pared y se dejó deslizar por ella hasta el suelo mientras las lágrimas seguían saliendo sin control.Se recostó sobre la alfombra sabiendo que la vida se le escapaba de las manos, su vida, sobre la cual pensó que tenía el control, ahora no le pertenecía, era de él, de Adriano Bonuchi, un tipo que ni siquiera le había mostrado su rostro.Los golpes en la puerta la despertaron, cuando abrió los ojos había oscurecido.— ¡Señorita, señorita! ¿No está usted lista? ¡Señorita, levántese, debe darse una ducha y vestirse! ¡Ya es hora! — La criada llegó como un tornado levantándola del suelo y empujándola a la ducha.Fue la ducha más rápida de la historia, la mujer la apresuraba desde el otro lado y la envolvió con el paño al salir, aún le dolían mucho las manos.— Es tarde, el jefe no estará nada feliz, ¡Vístase rápido, por
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