Amelia.Seis años después… Edric era un hombre frío y calculador, una careta social, y un hombre a que la misma ley respetaba. Pero él estaba muy lejos de ser un hombre justo y recto, y, sobre todo, aquel que decía estaba perdidamente enamorado de su esposa, y a la que trataba como una reina ante la sociedad.Él me veía más como una posesión, una que no estaba dispuesto a perder, y la que, de forma obsesiva, celaba hasta con el personal de la casa.Esta noche no era la novedad, luego de cinco años que literalmente habían sido una supervivencia para mí, estábamos llegando de una fiesta importante, mientras él me apretaba el brazo con fuerza metiéndome a la habitación.Retuve mis lágrimas como siempre, me mordí la boca, sabía que cuando las puertas en su mansión se cerraban, Edric era otro.—¡Eres una maldita perr@…! —recibí mi primera bofetada de la noche, y callé.La primera vez que este hombre me abofeteó, fue cuando decidí contarle sobre mi embarazo, del que, por supuesto, él no fo
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